Era desesperante ya que daba igual si buscaba más lejos o más cerca, la intensidad siempre era la misma. Entonces una idea golpeó su mente y pensó "¿Y si el llanto procede de mí?"
Se sentó tranquilamente y cerró los ojos. Allí, en el rincón más oscuro, encontró un diminuto cuerpo tembloroso y temeroso llorando a pleno pulmón. Se acercó suavemente y preguntó:
- ¿Qué te ocurre, por qué lloras así?
- Porque hace tiempo que has muerto y aún no te has dado cuenta.
- ¡¿Cómo, que he muerto?!
- Sí, has dejado de sonreír, has dejado de bailar sin motivo, has dejado de contar chistes con los que nadie se ríe... Has dejado de ser tú para ser otra persona que nadie conoce, ni siquiera tú, pero ahí sigues, como si nada hubiese pasado.
- Pero... ¿Y qué puedo hacer?
- Buscarte. Encuentra todo aquello que te hacía único y vuelve a ser el que nunca debiste dejar de ser.
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