miércoles, 30 de septiembre de 2020

El loco Tomás

 El viejo Tomás siempre andaba buscando por las esquinas algo que había olvidado. Cada día recorría las calles del angosto pueblo sin recordar que ya había pasado antes por allí. El "loco Tomás" fue el apodo que lo acompañaría hasta el final de sus días. 


Cierto día, un joven destinado al pueblo para impartir clases en la vieja escuela, se interesó por él. Sólo como estaba en aquel apartado rincón del mundo se acercó adornando sus movimientos con sigilo y le preguntó con la dulzura secuestrando su voz.


- Buenos días señor. Le he estado observando y creo que anda buscando algo. ¿Le puedo ayudar?

- Como quiera. Mire usted por aquel rincón que yo sigo buscando por aquí.

- Pero necesito que me diga qué está buscando. 

- No lo sé. Llevo años intentado encontrar algo pero ya no recuerdo que es.


Una corriente de compasión invadió al joven que sin hacer más preguntas, empezó a buscar junto a el loco Tomás comprendiendo que ambos tenían realidades diferentes. Al final del día, una lluvia de gratitud inundaron los oídos del joven. Hacía años que el loco Tomás no se sentía acompañado. 


No eran pocas las burlas que tenía que aguantar a diario. Pero a cierta edad, los oídos tienen un gusto selectivo por las palabras con bonito fondo. El joven decidió ir cada tarde a acompañar a el loco Tomás en su búsqueda y cada día aprendía algo nuevo de su vida. Sentía que ese hombre merecía sentir el afecto de alguien ya que su único pecado había sido dejar que su imaginación se adueñase de su vida.


Un día, el joven se encontró con la ausencia del loco Tomás en la plaza. Preocupado por haber roto su ritual diario, preguntó a los vecinos, los cuales le dijeron que había caído enfermo. Asustado, corrió a visitarlo. Tumbado en una vieja cama de hospital, descubrió que había sido su única visita. 

 - Buenas tardes Tomás. ¿Que tal se encuentra?

- Hola mi joven amigo. Menos mal que ha venido, tenemos que seguir buscando - dijo con una voz tímida que apenas se atrevía a salir de sus labios. Su cuerpo inerte no pareció escuchar sus palabras. 

- Claro que sí Tomás, para eso he venido. Hoy debe ser el día que lo encontremos. Pero para poder venir conmigo, antes tienes que cerrar los ojos. Así, muy bien. Ahora imagine que está en la plaza del pueblo buscando por las esquinas. Busca en el rincón al lado de la fuente. Busca debajo del viejo banco de piedra, busca entre las raíces del naranjo... Y por fin, entre las hierbas, lo ve. Dios mío, ha estado ahí todo este tiempo. ¿Lo ve Tomás?

- Sí joven amigo. Lo veo. Por fin lo he encontrado - dijo el viejo Tomás sensiblemente emocionado.

- ¿Qué es lo que ha estado buscando Tomás?

- El cariño. Todo ese cariño que había perdido cuando me hice mayor y que poco a poco fue desapareciendo. Y que gracias a usted, e vuelto a sentir. Me puedo ir de este mundo lleno de cariño. Muchas gracias joven...

 

El loco Tomás expulsó su último aliento al decir esas tristes palabras. El joven lo despidió con unas lágrimas en su honor mientras no dejaba de observarlo. Días después, el joven promovió un juego con los niños de su clase que consistía en encontrar objetos escondidos por la plaza del pueblo. Y en cada objeto había escrito palabras como "amor" , "cariño", "empatía". En honor al loco Tomás. 




martes, 29 de septiembre de 2020

Anger

 Sintió la sangre hirviendo corriendo por sus venas, preludio de la tormenta. Un último suspiro antes de perder el control y todo fue demasiado deprisa. Balas de saliva clavadas en la herida y el cariño expulsado al país de nunca jamás.


Morirás mil veces y en ninguna sentirá compasión. Corazón armado para la guerra, siempre hermético a los sentimientos. Telón de acero que secuestra sus ojos, no es agradable para nadie, mucho menos para él. Huye si te sientes cobarde, pues es algo que no va a desaparecer.


Con la razón tatuada en su bandera, se vuelve sordo ante los cantos de sirena. Esos que le hablan de que no volverá a pasar, esos que se pierden entre el arrepentimiento. Asesino de bondades, no puede evitar tener una luna oscura en la mirada.


El huracán ha pasado y entre los escombros no encuentra la palabra olvido. Sin saber perdonar, ignora las heridas que él mismo se ha autoinflingido. Con calma y sin avaricia, espera que el cauce llame a sus aguas y se arrepentirá de ese lado tan oscuro que lo ha vuelto a llamar. Esa traición a sí mismo que sabe que volverá. 


Siempre jurando, renovará su devoción por no volver a desatar la enajenación ramera que sin duda no cumplirá cuando sus pilares más sagrados se sientan atacados. Sin pudor en sus bolsillos, pide de antemano perdón.



lunes, 28 de septiembre de 2020

Peregrino

 Y en mi caminar, encontré las huellas del peregrino y me empezaron a guiar. Noble momento de intuición bañada en melancolía que me susurró lo que ya sabía. Famosas entre los errantes por su compleja sabiduría decidí copiar cada paso como propio. Sentimiento de estar en el sitio del universo preciso. 


El camino se dividía y debía elegir. Plácido y suave una opción, abrupta y salvaje la otra. Con las huellas siempre marcadas en mi retina seguí la segunda opción. Aquella que tanto temían mis sentidos, la misma de la que en cualquier otra realidad huiría.  Pero la sabiduría residía en aquellos pasos y lo correcto a veces es lo más peligroso. Por suerte, mi camino continúa. 


La sospecha de una locura traicionera se presentó sembrando dudas en mis zapatos. Debí buscar en lo más profundo de mis creencias para no escuchar lo que mis demonios seducían al verbo abandonar. Pero el tiempo es un viejo sabio que siempre reparte la razón. 


Y por fin llega el final del camino. Lágrimas que abren camino entre la suciedad de mi rostro. El dolor cobra sentido ante la satisfacción de lo conseguido y un nuevo reto siempre será guardado entre mis logros más preciados. Sentado en una roca en la cima de mi infinito, me senté a reflexionar. Olvidado del tiempo y el espacio, escuché una voz que me susurraba un poco de atención. 


Con la disculpa como primera palabra, un joven muchacho harapiento agradeció mis pasos. Sin entender muy bien a qué se refería me descubrió que había sido su peregrino, que habían sido mis huellas las que había seguido. 


Comprendí que tendemos a buscar ayuda en nuestro caminar. Pero hay que tener mucho cuidado en nuestros pasos, pues nunca se sabe de quién eres guía.



domingo, 27 de septiembre de 2020

La decisión

Tony era un hombre perdido en el desierto. No recordaba muy bien cómo había llegado hasta ahí, pero la realidad es que llevabas varios días sin comer y demasiados sin beber. Con la piel achicharrada y la esperanza evaporada, sentía que a cada paso estaba más cerca de su final. 

De pronto, un reflejo a lo lejos llamó su atención y sacando fuerzas de donde no había, aceleró el paso. El ambiente empezó a oler a humedad y el suelo parecía más blando. Sus deseos se hicieron realidad y ante él un enorme lago había aparecido. 

Después de la incredulidad inicial, se fijó mejor y se dió cuenta de que realmente eran dos lagos separados por un sendero que los dividía. Un hombre que pasaba por allí cogió con dos botellas de cristal un poco de agua de cada lago y Tony, sin saber muy bien qué pasaba le preguntó.

- Buenos días buen hombre. Me gustaría preguntarle por qué recoge agua de los dos lagos en botellas distintas. ¿No es la misma agua dividida por este sendero?

- No querido amigo. Estas aguas tienen propiedades totalmente distintas. Las de la derecha le permite encontrar solución a todos sus problemas, aunque a veces la solución no es agradable. Las de la izquierda le permite borrar todo y volver a enfrentarse a los problemas pero sin recordar qué fue lo que hizo en su anterior intento.

Tony quedó perplejo y no sabía qué hacer. La sed le golpeaba fuerte el organismo pero sabía que debía elegir bien. Su principal problema era estar allí sin agua ni comida. Si bebía el agua de la izquierda le volvería a poner ante el mismo problema. Si bebía el agua de la derecha se solucionaría todo y una solución podría ser morir de sed.

Tony no podía aguantar más su lucha con la sed y decidió tomar una decisión. Cogió un recipiente y lo lleno de las aguas de ambos lagos y bebió. 

Tony se encontró de nuevo en mitad del desierto, debiendo recorrer el mismo tormentoso camino, pero esta vez recordaba todo lo que había pasado y llevaba consigo una enorme botella de agua.


sábado, 26 de septiembre de 2020

Cúrame con tu risa

 Con un sonido familiar, saludó a la ignorancia poética que impregnaba la estancia dibujando figuras cómicas en la habitación. Quizás aquella no fue la mejor solución ante sus problemas. Pero necesitaba la sensación que una buena carcajada deja en el organismo. 

Tras un intenso duelo de risas desenfrenadas, acordamos que ambos habíamos ganado y el prisma de un enorme problema cambió jugando con una hermosa tonalidad cálida. Sin duda era lo que necesitaba aunque no estuviese preparado. 

Saliendo por la puerta un sentir único aborda un realidad innegable. La negación de la realidad más cruel no evita el golpe que vendrá. Pero de nosotros dependerá la capacidad de amoldarse y seguir avanzando.




viernes, 25 de septiembre de 2020

El olvido

El dolor se convirtió en un mal compañero de viaje. Las heridas soportaban el peso de su cuerpo a cada paso, y su cuerpo se extremecía por el dolor. Un bastón fue su mejor aliado y siendo fuerte de corazón, siguió adelante. 

Dura fue la travesía y por fin se encontró de frente con su destino. Saboreando el momento, se deshizo de todo su equipaje y se sentó en un mullido cojín justo enfrente del olvido. Con voz serena y calmada le dijo.

- Hola señor olvido. He recorrido un largo camino hasta llegar ante usted. Ha sido muy duro pero debía hacerlo. 

- Hola. Me alegro de verte. Dime qué es lo que quieres de mí.

- He luchado toda una vida por ser quién soy. He llevado una vida plena y feliz no exenta de duros momentos. Me gustaría que, por favor, me devuelva mis recuerdos más preciados. 

- Comprendo. Sé que me ves injusto, pero la justicia nunca ha entrado en estas paredes. Quieres que te devuelva tus mejores recuerdos, pero es que este es mi trabajo. Yo vivo de los recuerdos ajenos y no puedo hacer excepciones. 

- Lo comprendo, pero me gustaría hacerle una propuesta. Me gustaría cambiarle todos estos - dijo mientras vaciaba la mochila cargada con infinidad de recuerdos - por uno que tiene usted en su poder. 

El olvido empezó a mirar con la curiosidad reflejada en sus ojos y pudo ver recuerdos muy valiosos. El día que aprendió a conducir. El día que aprobó sus oposiciones. El día que se jubiló. El día de su boda...

- ¿De verdad te quieres desprender de todos estos recuerdos?

- Sí - dijo con la seguridad conquistando su voz. 

- ¿Por qué recuerdo quieres cambiarlo?

- Quiero recuperar el recuerdo del primer beso que le di al amor de mi vida. Ese que me hacía sonreír cada vez que me venía a la mente. Ese que ponía mi bello de punta. Ese que tantas veces he repetido en mi mente. Ese cuyo sabor aún perdura en mis labios. 

El olvido aceptó el trato y cambió todos esos valiosos recuerdos por uno solo, el más importante. El recuerdo del primer beso que le dio a su hijo cuando nació. 


jueves, 24 de septiembre de 2020

El dragón

Había una vez un dragón de corazón noble que surcaba los cielos libre, disfrutando de sus eternos vuelos y jugando con las nubes. Intentaba no acercarse a las zonas pobladas pues era conocedor del miedo que generaba con su sola presencia. Le gustaba escuchar el lenguaje de la naturaleza y cómo el sonido del agua rompía el silencio de la noche. 

Un día, mientras descansaba plácidamente encima de su roca favorita, una enorme red lo cubrió destruyendo su libertad y convirtiendo en efímeros sus sueños más valiosos. Intentó luchar y escapar, pero apenas podía mover su cuerpo. Así que se centró  en seguir respirando. 

Lo llevaron a una enorme explanada donde miles de animales de todo tipo morían lentamente en diminutas jaulas mientras los humanos miraban asombrados y con miedo la majestuosidad de lo que nunca llegarían a ser. 

Al dragón lo situaron al lado de un enorme elefante que estaba atado con una diminuta cadena al tobillo. El dragón, sorprendido por la escena, le preguntó.

- Amigo elefante. ¿Por qué no intentas romper la cadena con tu fuerza y escapar de aquí?

- Amigo dragón. Me trajeron aquí siendo muy pequeño y me ataron a esta cadena. Luché y luché y nunca conseguí soltarme. Así que es imposible seguir intentándolo. 

- Amigo elefante. El tiempo ha pasado y ya no eres el mismo. Tienes la fuerza necesaria para escapar pero el recuerdo de un fracaso está alimentando tu miedo. Créeme, puedes escapar cuando quieras. 

El elefante dio una fuerte patada rompiendo la cadena y corrió durante días. Nunca lo volverían a encontrar. Está vez colocaron al lado del dragón un enorme León con una descomunal melena que dormía plácidamente sobre un montón de hierba seca. El dragón pudo ver como la puerta de la jaula estaba abierta y le dijo. 

- Amigo León, tu jaula está abierta. Solo tienes que empujarla y escapar.

- Amigo dragón, esa puerta lleva abierta muchos años. Una vez escapé y tuve que enfrentarme a la crueldad de la vida. Estuve días sin beber agua y semanas sin comer. Enfermé gravemente y casi muero. Lo hubiese hecho en libertad, pero estaría muerto. Aquí me dan de comer cada día, me dan de beber y me cuida. ¿Dónde voy a estar mejor que aquí?

El dragón guardó silencio comprendiendo que lo que para algunos es el sentido de la vida, para otros es una maldición sin sentido. 

Mirando la gente pasar al otro lado de los barrotes, vio como un niño lo miraba fijamente y le dijo. 

- Hola amigo dragón. ¿Por qué estás ahí encerrado?

- Hola pequeño humano. Un hombre me ha encerrado para que gente como tú pueda verme de cerca. 

- ¿Y por qué estás triste?

- Porque ya no puedo ir donde quiera ni volver a volar. Ahora mi vida depende de un humano que me quiera cuidar.

- ¿Te gustaría que te cuidase yo? No te encerraría nunca. Podrías ir donde quisieras y podrías volver a ser feliz. 

- ¿Y qué quieres a cambio?

- Soy el príncipe heredero al trono del reino más grande jamás conocido. Quiero aprender de tu sabiduría para así poder llegar a ser el mejor Rey de la historia. 

El dragón aceptó el ofrecimiento comprendiendo que los peores momentos de la vida pueden traer oportunidades únicas. 


miércoles, 23 de septiembre de 2020

Libre de pecado

Destrozado en su inmensidad se plantó ante la catedral y miró al cielo. Quiso gritar y maldecir pero sabía que llovería sobre el suelo en un día despejado. Con pausa y sin razón cruzó las enormes puertas del magestuoso edificio y un fuerte olor a incienso lo recibió. 

El silencio sepulcral rondaba cada esquina y unos leves susurros pronunciaban palabras sagradas con promesas de abrir las puertas del cielo. Cortos fueron sus pasos, pero su eco fue inmenso. Rostros pintados por artistas, tallas que representa miles de años de historia adornaban cada rincón sagrado. Con el corazón sobrecogido no quiso molestar y en una esquina se sentó.

Miradas cargadas de prejuicios lo sentenciaron. Avergonzado agachó la cabeza pero siguió pétreo en su banco. Sintió el ambiente enrarecido a su alrededor y sabía que su sola presencia había molestado. Pero no se levantó. Miró sus ropas roidas, su piel ensuciada por la ausencia de agua durante tantos días, su barba desaliñada por no tener con qué cortarla. Pronto entendió el problema.

Un hombre con largo atuendo se acercó con sigilo y sin mirarle a los ojos le susurró al oído "aquí no tenemos nada para ti". 

- Yo creo que sí.

- No quiero una polémica. Esta es la casa del señor, debería salir sin montar un espectáculo. 

- Efectivamente, es la casa del señor. Ese señor que me ha abandonado, que no escucha mis plegarias, que no cuida de su rebaño. 

- Dios está en todos y cada uno de nosotros. Usted está aquí gracias a él.

- ¿Es usted el representante de Dios en la tierra?

- Así es hermano. 

- Entonces es Dios el que me dice a través de sus labios que no me quiere en su casa por mi aspecto. Sin ni siquiera saber el motivo que me hizo entrar.

- Yo...

- No diga nada. Ya lo ha dicho todo. Ofrecen ayuda a quien no lo necesita. Hablan de evitar el pecado en el que ustedes habitan. Predican el amor que ustedes no son capaces de dar. No se preocupe, me voy a marchar porque me ha ayudado ha entender que he perdido mi religión. 

Con la puerta cerrada a su espalda, miró al cielo y comprendió que no necesitaba una misa que guiase su vida. Entendió que el único dogma que necesitaba era el de las aguas puras de pecado de su corazón. Y después de tantos días, sonrió sabiendo que estaba más cerca de Dios que cualquiera que rezaba dentro de aquella catedral.



martes, 22 de septiembre de 2020

Las líneas de mis manos

 Encontró una disculpa entre una maraña de arrepentimiento. Una tristeza tan grande como su corazón oprimió su conciencia y sin margen de error tomó la única decisión, la más dolorosa. 

Aliviada su carga, sus sueños se atrevieron a volar. Había perdido mucho pero nada tan importante como abrazar de nuevo la paz y gritó. Gritó en un segundo todo lo oscuro que sus ojos veían. Gritó todas las ocasiones en las que no se atrevió a pedir ayuda. Gritó la eterna frustración de haber dejado de ser él mismo. 

Sorpresa al volver a escucha una tímida sonrisa que apenas se atrevía a abrir los ojos a lo  que había sido un cruel mundo. Música olvidada cantada sin saber que era la melodía que había añorado.

Escarbó tan profundo que descubrió rincones en los que nunca había estado. Encontró el baúl con todas sus cualidades impregnadas del polvo del olvido. Miró sus ojos en el reflejo del lago de la seguridad y alimentó los cimientos para que nunca se vuelva a derrumbar lo que un día fue su universo. 

Recogió gracias que había sembrado en el camino, las regó con las lágrimas que el dolor le había producido y las regaló a cada gesto que lo ayudó a encontrar ese frasco donde guardaba toda la esencia que su alma había generado desde el día en el que nació.

Cerró unas puertas, abrió otras y fue feliz. 



lunes, 21 de septiembre de 2020

El cometa y la lágrima

 Una luz intensa surcaba el cielo sobre la constelación de Orión. Un lágrima la acompañó en su recorrido sintiendo la belleza de su lucha ante toda la oscuridad que la rodeaba.  Y sin pensarlo dos veces preguntó:

- Luz que surcas el cielo luchando por brillar contra ese universo oscuro que te quiere apagar. ¿Cómo puedo hacer para ser como tú? Incansable, valiente y admirado por todos los que alguna vez te han visto pasar.

- Querida amiga. Soy yo la que quiere ser como tú. Yo atravieso el cielo en unos segundos malditos. Siento los ojos que me miran y las emociones que despierto. Algún deseo escucho entre mis costuras. Pero estoy vacía de sentimientos. 

- No te entiendo.

-  Mi vida es un acto infinito de lucha contra la oscuridad que oprime mi luz. Tú eres la forma de expresión de un sentimiento. Eres el regalo más profundo que alguien puede hacer. Yo necesito la oscuridad para ser admirada, tú solo necesitas nacer para ser amada.  Alegría o tristeza, ¿Qué más da? La frágil superficie de tu cuerpo guarda en su interior  un fuerte universo.

Las vidas de la intensa luz y de la lágrima fueron fugaces, pero las dos sintieron el enorme respeto que ambas se tenían. Entendieron que siempre admiramos la esencia especial que vemos en los demás, pero pocas veces somos consciente de todo lo bueno que podemos generar en almas ajenas



domingo, 20 de septiembre de 2020

Hoy te volví a ver pasar

Hoy te volví a ver pasar. Como siempre resaltabas entre un mar de almas apagadas y notaba cómo mi corazón se desbocaba y no lo podía controlar. 

Hoy te volví a ver pasar. Con tu pelo dibujando figuras imposible en el viento. Con tus gesto hablando de una elegancia infinita y haciendo de lo sencillo la mejor obra de arte que he visto. 

Hoy te volví a ver pasar. Y te dediqué mis mejores sueños. Abrazos sin descanso miraríamos el cielo estrellado de una playa escondida. Nos daríamos besos furtivos, fugaces como las estrellas pero que vacían una ansiedad de no poder más.

Hoy te volví a ver pasar. El viento jugaba con tu vestido floreado y dibujaba tu silueta, desatando los caballos de mi deseo y provocando la efervescencia de mis instintos. 

Hoy te volví a ver pasar. Y maldije no ver tus ojos tras esas oscuras gafas de sol. Privado del universo que escondes en cada mirada y al que me gusta asomarme sin que te des cuenta. 

Hoy te volví a ver pasar. Y sigues sin darte cuenta de que existo, que cada día alegras mi momento, que protagonizas mis sueños y que esperaré como un cobarde a que vuelvas a pasar.


sábado, 19 de septiembre de 2020

La verdad

Siempre supuso que el camino hacia  la verdad era línea recta, todo lo sencillo que se podía imaginar. Pero no fue así. 

Se encontró con espejos que distorsionaban las realidad. No todos los ojos podrían ver la misma verdad. Sorprendido por la fina piel camaleónica, siempre defendió su verdad.

Se encontró con intereses dominadores que usurpaban palabras definitorias. Con los escrúpulos tejiendo una maraña de enredos y mentiras, cambiaban el camino para apartar de forma descarada el camino hacia la verdad.

Se encontró con el miedo levantando un muro enorme difícil de escalar. Siempre con una sonrisa encantadora y preciosos números de distracción, intentaba cautivar los sentidos para lograr que olvidases que ese era el camino de la verdad y tomases otra dirección. Maldita cautivadora.
 
No fue fácil llegar a la verdad. No pocas heridas tuvieron que ser curadas. Pero siempre le quedará la satisfacción de haber peleado y conseguido lo que era suyo por derecho. La verdad.


viernes, 18 de septiembre de 2020

Felicidad profunda

 Eduardo era un chico alegre y consentido. Sin nada material que anhelar, siempre buscaba más. Cada día necesitaba lo más nuevo que se pudiese comprar con el dinero sabiendo que despertaría miradas cargadas de envidia y deseos ajenos. 

Pero cada noche, un sueño hueco de sentimientos le oprimía el corazón. Una sensación de vacío se apoderaba de él y no entendía por qué se había escondido la felicidad. Durante un tiempo tapaba su anhelo con todo su dinero, pero el vacío cada día era más grande, más demandante.  

Pronto no pudo más y solo sentía vacío. Cargando con todo lo material que antaño le producía tanto placer, se fue a pasear por dónde nunca había ido. Buscando algo que no sabía si existía, se sintió empujado por la necesidad de respuestas. Pasos largos con decisión pero sin rumbo. No tardó en sentirse perdido. 

En una calle sin asfaltar, sin iluminar y sin nadie a quien preguntar se encontró Eduardo. Tanta inteligencia en un bolsillo y su esperanza radicaba en poder ver iluminada una raya en una pantalla que le comunicase con el mundo. Se encontró sorprendentemente tranquilo y empezó a contemplar lo que le rodeaba. 

- Se nota que no eres de aquí - dijo una voz anciana escondida en el porche de una casa ligeramente iluminada pero con preciosas plantas adornando la entrada. Eduardo se asomó y vio a una mujer envuelta en arrugas que lo miraba a través de sus diminutos ojos. 

- No, no lo soy. Creo que me he perdido, o quizás no. La verdad es que no lo sé. 

- Que te hayas perdido dependerá de si has encontrado lo que buscabas. 

- Pues la verdad es que no he encontrado lo que buscaba porque no sé lo que estoy buscando - dijo Eduardo mientras se sentaba en una silla que la anciana le ofreció gentilmente. 

- ¿Entonces por qué has emprendido un viaje sin saber el destino?

- Porque siento un vacío muy grande en mi interior. Tengo todo lo que puedo desear, incluso más. No tengo problemas, no tengo motivos para quejarme y aún así, me siento vacío. Sentí la necesidad de salir donde nunca había estado y bueno, aquí estoy. 

- Entiendo. Si me permites que te haga unas preguntas - Eduardo asintió - ¿Cuántos amigos tienes?

- Ese no es el problema, siempre estoy rodeado de gente. Tengo a mis mayordomos y sirvientas. También tengo a mis amigos del club de campo y a los hijos de los socios de mi padre.

- ¿Y a cuántos de ellos le contarías esto que me estás contando?

- A ninguno. 

- Entonces no tienes amigos. Yo confío en todas y cada una de las personas que me rodea y ellos confían en mí. La alegría es un bien que todos comparten, la tristeza es un mal que nadie quiere, pero si realmente son tus amigos, te ayudarán con tu pesada carga.  Otra pregunta ¿Cuánto hace que no sonríes?

- Siempre que jugamos al Golf o salimos en el yate nos reímos y nos lo pasamos bien. 

- No me refiero a la risa de un día de fiesta. Me refiero la sonrisa sin motivo aparente. A la sonrisa de sentirte pleno, a la sonrisa del corazón plasmada en tu rostro. 

- No lo recuerdo. 

- Yo he sonreído tanto en mi vida que tengo la cara llena de arrugas. Y estoy orgullosa de todas y cada una de mis arrugas de la felicidad. Otra pregunta. ¿Tienes mucho patrimonio?

- Sí. Mi familia es de las más ricas del mundo y la primera del país.

- Yo no tengo de nada. Apenas sé lo que le voy a dar de comer a mis nietos. Y sin embargo aquí me tienes, siendo más feliz que tú. Sin tener nada, tengo más que tú. 

Eduardo se miró de arriba abajo y entendió que estaba adornado con miles de objetos muy valiosos con los que había intentado rellenar el vacío que le dejaba el ser superficial. 

- Me ha ayudado usted mucho - dijo Eduardo mientras le cogía la mano a la anciana con toda la ternura que podía trasmitir - quiero regalarle mi coche, aquí tiene las llaves. Pueden venderlo y no tendrá que preocuparse de qué le va a dar de comer a sus nietos durante una temporada. Espero volver a verla pronto. Al final parece que sí he encontrado lo que estaba buscando - y se despidió dándole un beso en la mejilla. 

Eduardo cambió su estilo de vida y dejó de buscar en lo material la felicidad. Encontró gente que le ofreció su amistad sincera y pronto empezó a sentirse mejor. 

Un día, sin saber por qué, Eduardo empezó a sonreír. Comprendió que era feliz.



jueves, 17 de septiembre de 2020

En mi glacial

 Exigí al silencio que dejase de hablar de mí. Sílabas que juegan entre sus labios e intentan perderse en un lejano olvido. Supuse que la verdad llevaría el estandarte de mi bando. Pero tan famélica se encontraba que jamás volvió a esbozar su sincera sonrisa.

Hubo un albor en el que no estabas tú y con indignante estupor me rendí a la traición. Con la saliva aún sin tragar no supe hacia donde guiar mis pasos. En una roca me senté a llorar esperando el milagro que nunca llega. 

Nada aprendí de la sabiduría. Distraído en el egoísmo de mi propio dolor, nunca atisbé la tiranía de mis actos. Quizás sea demasiado tarde cuando aprenda a pedir perdón. Pero más sinceros serán mis abrazos. 

Golpeado por el recuerdo que se convierte en tormenta glacial. Helado en mis deseos intento encontrar la salida que me lleva a tus labios y reconozco que no puedo más. Sitúa tu sacrificio en la casilla de salida, entona la triste  melodía de una realidad y acepta que cada instante con la distancia asfixiada es maravilloso 



miércoles, 16 de septiembre de 2020

Seleccionando errores

Entre sus melodías encontró una nota que no le gustaba. No disfrutaba con sus anhelos y pronto dejó de saborear los ritmos ocultos entre sus latidos. Así que construyó una máquina del tiempo y viajó entre sus recuerdos.

Su primera parada fue en la lejanía de su niñez. Vio un niño sonriente, feliz y juguetón al que le habían robado la seguridad a través de señalar defectos inventados. Miró en lo más profundo de sus ojos y le dijo desde lo más sincero de la verdad: "no eres tú, son solo miedos ajenos".

Su siguiente parada fue en la cruel adolescencia. Con las hormonas provocando incendios en la coherencia, intentaba ver el mundo a través de un telón que lo distorsionaba todo. Con la mente entre las nubes de lo irreal, jugaba distraído con el destino. Consciente de la locura pasajera de una etapa sin control, no dijo nada, solo se marchó, entendiendo que debía respetar los errores de esa época.

Su siguiente parada fue en la madurez de los primeros años. Con todo un futuro presentándose ante él, se quedó impresionado y carente de todo movimiento. Intentaba todo sin concretar nada, y el miedo a lo incierto lo secuestró. Escribió una nota que le decía: "puedes, te lo mereces y lo conseguirás. Céntrate en tu sueño"

Sin más dilación, viajó al futuro y vio su lecho de muerte. Rodeado de gente que lo quería, su vida se iba apagando entre lágrimas ajenas. Lo miró desde la cama y lo reconoció al instante. Con la armonía en el rostro que solo da la satisfacción de una vida plena le dijo en un susurro: "gracias"



lunes, 14 de septiembre de 2020

Secuestrados por el deseo

Tomó su piel como referencia, tragó la saliva necesaria y emprendió un ataque que sería determinante. Brazos rodeando su cintura, pupilas dilatadas y el deseo exprimiendo cada uno de sus sentidos. 

Avalancha de besos impregnados por el veneno del deseo. Cuántos más daba, más necesitaba y no querían parar. La ropa empezó a ser una visita incómoda y sin pestañear la hicieron jirones. 

La respiración se acelera y el corazón no entiende de calma. Cuerpos desnudos frente a frente deseando poseer, deseando ser poseído. Canto de sirena arrojado al aire. 

La incertidumbre ha desaparecido. Se han entregado con todo lo que tenían y el ritmo de un jadeo deja un sabor dulce entre sus recuerdos. La vulgaridad retoma su trono pero saben que pronto volverán a ser secuestrados por el deseo. 


En nuestros universos

 Él nunca quiso una tormenta, mirando las estrellas podía pasar tardes enteras. Ella siempre quiso conocer límites peligrosos con sabor a victoria y vestirse con un bonito color a adrenalina. 


Él buscó en el baúl de la pasión un bonito conjunto con el que remover universos y derrotar a la coherencia durante un rato eterno. Ella cegó su sentido con una bruma de lo exquisito, escuchando poesía sobre lo ideal, nunca necesitó depender del tacto.


Él escribió cuentos de batallas, guerreros y proezas. Nunca quiso ser el héroe de lo imposible. Solo conseguir un refugio en el que nada ni nadie lo pudiera encontrar. Ella viajó lejos, donde el universo se pliega y los planetas entonan la canción más bonita jamás escuchada. No supo regresar.


Él, encontró al miedo escondido entre sus venas y secuestro la coherencia de sus palabras. Sin saber escoger momentos, dejó al tiempo manejar su vida y siempre supo que viajaba a la deriva. Ella vivió en una burbuja con un único sentido, ignorando  los demás. Aferrada a una realidad maquillada nunca quiso más cambio que el necesario.


Y de pronto, todo explotó. Ya solo quedan lágrimas.




domingo, 13 de septiembre de 2020

El pasado

 El pasado se cabreó de escuchar hablar siempre del futuro. Sentía que nadie le daba la importancia que se merecía y decidió huir donde nadie lo encontrase. Duro fue el camino del olvido pero el pasado tenía la firme convicción de que el destino merecía la pena. 


En mitad de la nada plantó su esencia y la dejó crecer. Nadie lo iba a molestar y tan solo sus pensamientos se escuchaban en aquel rincón. Empezó a creer que la paz absoluta existía.


Un día escuchó una voz que no sabía de donde provenía. Donde se esconde algo cuando no hay sitios donde esconderse. Ansiedad creciente ante la ausencia de respuestas. Ojos mudos de respuestas y la locura sentada en una esquina. 


 - ¿Quién eres? - gritó desde lo más profundo 

 - ¿Enserio no me reconoces? Soy el presente. Vengo para entregarte un poco de cordura.

 - No necesito nada de nadie. Estoy muy bien solo. Márchate.

 - No dudo que no necesites a nadie. Pero ¿Tan mal se ha portado el futuro contigo para que te portes así?

 - El futuro no me hizo nada. Siempre nos hemos llevado bien. 

 - El futuro está agonizando, estáis ligados de por vida y si te marchas él desaparece. Sin pasado, no existe el futuro. 

El pasado nunca quiso hacerle daño a nadie. Así que volvió salvándole la vida al futuro. Ambos se fundieron en un abrazo al que se unió el presente. El cuál le susurró al oído:


- No te sientas olvidado, yo siempre pienso en ti y escucho tu sabiduría. Porque sin tu experiencia nunca sabría llegar al futuro.



viernes, 11 de septiembre de 2020

En mis historias

Qué decir cuando las palabras estorban, cuando los ojos se conocen, cuando las almas hablan el mismo lenguaje. Sabe el corazón exactamente lo que quiere. Enterrado en el más olvidado cajón, siempre te gritará verdades.

Miro el frágil vuelo de una mariposa que me recuerda a mí. Incesante en su lucha, la más simple bruma la puede partir. Pero siempre lo intentará y aunque muera, lo hará luchando.

Sacudo el polvo de los recuerdos oxidados. Ya sé lo que he olvidado y con pinturas de guerra me he levantado. Odio el sabor del fango, ya queda menos para perseguir sueños. Salgo del peligro y vuelvo a empezar.

Una vez más suplico a la coherencia. Una vez más estudio tu esencia. Una vez más la lluvia borra mis pasos. Una vez más me arrepiento de mis actos.

Y nunca olvides que todo fue sincero. Era yo quien te acariciaba, solo que me dejé vestir con el oscuro manto del miedo. 


jueves, 10 de septiembre de 2020

Confianza

 Encontró en el silencio la mejor canción. Marcaba ritmos sin entonar una melodía y sin que nadie entendiese lo profundo que era su prisma, volvió a tomar la vieja decisión con un envoltorio nuevo. 

Nadie le creía capaz y sin embargo lo logró. No lo hizo por él, ni por los elogios de los labios desagradecidos. Lo hizo por callar murmullos que pesan como losas infinitas. Dejad de hablar de magnitud, solo era el deber que llegó tarde, pero no defraudó. 

Las aguas se calman en un mar inconformista. Demasiadas palabras tragadas que pinchan al pasar por una mente cansada de batallar. Nunca fue tu corazón el que tuvo miedo. Secuestrada la valentía ya solo te queda la cueva donde habitas. 

Una vez más, la luna te despista. Una vez más tienes que plantar el aroma que tanto te ilusiona pero que tanto pavor te hizo sudar. Y en el golpe de gracia el miedo te arrestará, pero recuerda que sufriste la huida de la elección.

Y deja pensar que tu mente está agotada de tanta presión inventada y la realidad nunca ha sido una vieja enemiga que te busca con maldad. Es una brisa que despeja el viciado reflejo de tu miedo y te vuelve a mostrar la fortaleza de tu reflejo en el espejo. Confía en ti. 



Curando al corazón

Los habitantes de un pequeño poblado perdido entre dos montañas, solo conocían la bondad, la empatía y la felicidad. Todos eran amables y se ayudaban unos a otros sin exigir nada a cambio. Los momentos buenos, pero sobre todo los malos, los pasaban juntos como una gran familia. 

Pero había un habitante que no era así. Odiaba la bondad con la que lo trataban. Odiaba las sonrisas que le dedicaban. Odiaba no ser como ellos. Un día le preguntó a su familia ¿Por qué no era como ellos y poder ser feliz? Su familia no tenían las herramientas suficientes para contestar esa pregunta. Así que hicieron lo único que sabían hacer. Abrazarlo y darle su apoyo incondicional. Pero él quería respuestas. 

Fue a hablar con sus amigos de la infancia, los cuales veía de tarde en tarde pues odiaba lo bien que se llevaban. Les comentó el dolor que le afligía y les pidió ayuda. Ellos le prometieron que nunca estaría solo y que cada tarde irían a visitarlo. Pero esos actos altruistas no contestaban sus preguntas. Su problema no era dejar de sentirse solo, su problema era sentir que no encajaba en ningún. 

Sin pensarlo dos veces fue a hablar con el alcalde de aquel pequeño poblado. Como siempre, fue recibido con la mejor de la sonrisas y un abrazo sincero lo acompañó. El habitante le expuso su problema al alcalde que, sin dejar de sonreír, le dijo que el pueblo entero estará junto a él y no se sentirá solo en este duro momento para él. A cada persona que le pedía ayuda lo dejaba más vacío de respuestas y el odio no dejaba de llamar a su puerta. 

Sin nada más que perder, el habitante fue a hablar con la persona más sabía del pequeño poblado. Llamó a su puerta y ninguna sonrisa o abrazo lo recibió. Fue invitado a pasar y se sentó en una mesa con una sola taza de café. El habitante esperó en todo momento que le ofreciese otra, pero esa invitación nunca llegó. Empezó a sentirse cómodo. Sin ninguna palabra previa, el sabio preguntó. 

 - ¿Qué te ocurre joven? - mientras lo miraba atentamente, casi sin pestañear. 
 - Quiero respuestas. No soy feliz como el resto de la gente, siento odio hacia todo lo que me rodea sin motivo y no encajo en ningún sitio. Quiero saber qué me pasa.
 - Lo siento, no te puedo ayudar.
 -¿Cómo? Pero ¿No es usted el más sabio del lugar?
 - Soy el más sabio porque sé más, no porque tenga poderes. No puedo responder a preguntas cuyas respuestas solo tienes tú. 
 - ¿Que yo tengo las respuestas?
 - Así es mi triste amigo. Estás buscando respuestas en corazones ajenos cuando es el tuyo el que te está gritando que necesita ayuda. Sin motivo aparente, odias lo que te rodea. Quizás sea porque te gustaría ser como todo lo tienes a tu alrededor y no puedes. El problema está en ti. Tienes una herida sin sanar que te pide atención solo entonces podrás amar sin condición y llegar a ser feliz. No es que odies a los demás, es que te odias a ti mismo por no ser como ellos.

El habitante salió de casa del sabio con la mente golpeada por la realidad. Comprendió que la solución a su problema debía dejar de buscarla en ojos ajenos, debía buscarla más allá de la superficie y sentarse a hablar con su herido corazón. No fue fácil comprender que el problema a sus males no era nadie más que él. Y tras un profundo y doloroso ejercicio de sinceridad, consiguió dejar de odiarse a sí mismo, por lo que dejó de odiar a los demás.


miércoles, 9 de septiembre de 2020

Recordarás

 La vida lo rodeó y no tuvo escapatoria. Enseguida sonrió pero la verdad es caprichosa y exigió lágrimas saladas como pago por su dolor. Nunca una defensa fue tan exacta. Oídos sordos que la evidencia no comprende.


Escuchando siempre el mismo lamento que se repite agotando al eco. Un golpe en la mesa demasiado tardío y poco valorado. Esencia de una circunstancia que no cualquier paladar sabrá degustar. 


Y en las brasas de una discusión agoniza la coherencia. Siempre supo que ese sería su final y aún así siguió creyendo en imposibles. No te das cuenta que el dolor es una bestia sin complejos y a base de extremos te va utilizar.


Guardó su rescate bajo la alfombra del olvido. Siempre fue nunca y sintió alivio. Que vacío se debió encontrar para no enfrentar la verdad con el exilio. Agotado de tanto llorar, sus lágrimas se convirtieron en escarcha y el hielo recubrió su piel dejando morir a la memoria que llevaba toda una vida adornando sus miserias.



martes, 8 de septiembre de 2020

El jazmín de Pedro

Con pico pero sin pala, Pedro subió a lo más alto de la montaña. Todos le preguntaban por que quería subir hasta allí, un pico helado en una montaña sin fin, él no contestaba porque no sabía qué contestar. Solo sabía que debía subir, era su destino. 

El primer día fue muy doloroso. Las piernas le dolían, la espalda se atenazaba. Pero lo que más le dolía a Pedro era el corazón. No dejaba de mirar atrás y pensaba en todo lo que había dejado y siempre hubo una inercia a dejarlo todo y volver atrás. Pero no lo hizo y siguió adelante.

El segundo día Pedro vio salir el sol entre un colchón de nubes y sintió que el universo se conjuraba para que fuese un gran día. Y así fue. Subió con energía y buen ritmo. Zancadas largas y respiración profunda. Nada ni nadie lo podría parar en su camino hacia la cima. 

Los siguientes días fueron una lucha incesante entre cuerpo y alma. La mente arrastraba al cuerpo a seguir subiendo, a no escuchar esos dolores que tan profundo sentía. La mente también tenía momentos en los que no veía otra salida que la rendición, quería sentarse en una milenaria roca y asumir que todo había sido un fracaso. Pedro aprendió a no escuchar ni al cuerpo ni a la mente y solo se centró en el siguiente paso. Uno más, tan solo uno más. Y así pasaron los días.

El séptimo día, Pedro no podía ver nada. Una intensa niebla cubría todo y una fina lluvia empapaba sus ilusiones. Con la inercia del día a día prosiguió su camino que cada vez se hacía más complicado. Ya no podía andar erguido y debía usar sus manos como piernas. El suelo se resbalaba y sentía miedo de caer al vacío, así que se aferró con toda la adrenalina que pudo generar y siguió avanzando en busca de un refugio seguro. Y cuando pensaba que ya no podía más y que todo iba a acabar ahí, sintió un poco de calor en su rostro. Miró hacia arriba y vio que el cielo estaba despejado, las nubes habían desaparecido. Se puso en pie, miró a su alrededor y vio que estaba en la cima de la montaña. Había atravesado la tormenta que podía ver bajo sus pies y sintió una sensación de libertad indescriptible. Lo había logrado, lo había conseguido no sin esfuerzo. Sentía que había perdido mucho en su ascenso a la montaña, pero también sabía que había ganado mucho más. 

Y cuando iba a proceder al descenso, pudo ver en un extremo de la cima una planta que no debía estar allí. Se acercó impregnado por el inconfundible olor y se dio cuenta de que era un jazmín, su planta favorita, que luchaba contra el viento por seguir en pie. No tenía lógica que esa planta hubiese nacido allí, donde la vegetación no llega. Pedro entendió que lo estaba esperando, así que con mucho cuidado se la llevó. Pedro subió una montaña siguiendo su destino y bajó siendo más fuerte, más sabio y con un milagro que le recordaría para siempre que había merecido la pena.


lunes, 7 de septiembre de 2020

Cansado de luchar

 La sangre empezó a hervir en mis venas y pronto supe que iba a perder el control sobre el dragón. Pupilas dilatadas, dientes apretados y otra vez listo para una batalla que acaba de terminar.

Inequívoco sabor a sangre que moja mis encías. Cansado de siempre pelear añoro el abrazo de lo eterno. Aún cuando todo sea igual, siempre que sea sincero. Mi mano empieza a temblar, mal presagio. De que sirvió tanto pelear si pierdo todo aunque gane. 

Golpes sin corazón, armadura sin vida. A veces pienso en la derrota y deseo que todo acabe. Me siento en una roca que recoge mis lágrimas. Una nueva victoria que me aporta vacío. Vuelvo a sentir ese frío que nace dentro. 

Prosigo mi camino arrastrando el alma. No miro al horizonte porque a cada segundo cambia. La calma ha regresado en mi ilustrada mañana y tengo muy presente que he elegido mi camino. Frases vacías de apoyo ante la última gran victoria. Te cedo mi sitio en el trono y te entrego mi corazón helado. Dejadme de hablar, solo quiero escuchar al silencio. 



sábado, 5 de septiembre de 2020

Y al final

 El miedo pasó de puntillas dejando tras de sí una estela de escalofríos imposibles de obviar. Lentamente la vida fue cambiando de rumbo, rápidamente la meta se acerca y el camino se termina. 

Cuando crees que ya no puedes más, un nuevo estímulo hace que vuelvan las fuerzas. Adrenalina en dosis cada vez más grandes hacen que sepas que puedes más, que quieres más. 

El sabor de un beso que te encanta. El límite inexistente de una caricia. Una dulce canción que no para de sonar en tu cabeza y que habla sobre ti. Todo esto te devuelve a la locura que se había marchitado y que ahora sonríe por fin.

Felicidades por haber muerto. Sé que era lo que necesitabas. Siento no estar triste, pero siempre quise que fueses feliz. Claro que te echaré de menos, eso no puede evitarse. Pero mi vida continúa aunque a partir de ahora sea sin ti. 

Mira el viento como se levanta, preludio de una fuerte tempestad. Sin embargo yo pienso en la calma que volverá y todo será un calco del sueño que he estado dibujando. No tengo miedo por mi, siempre he sufrido por ti.



viernes, 4 de septiembre de 2020

El minero

 Había un vez un minero que no veía la luz del sol. Mañana y tarde picaba una dura piedra que le estaba arrebatando la energía, la juventud y su vida. Encerrado en un diminuto espacio sin apenas oxígeno, los años iban pasando. 

Un día cualquiera, ocurrió algo atípico. La tierra empezó a temblar y el minero escuchó que todo se derrumbaba a su alrededor. Con reflejos felinos se aferró al suelo con manos y piernas. Solo fueron unos segundos que se disfrazaron de eternidad. 

Cuando todo había pasado, el minero se dio cuenta de que se había quedado encerrado. Gritó y golpeó pero parecía que nada salía de aquella prisión natural. La oscuridad más absoluta cegaba sus ojos y sin saber qué hacer, el minero empezó a palpar a su alrededor. 

Pronto tocó su pico, que cogió como si hubiese encontrado a su salvador. Pensó en empezar a cavar, pero no sabía por dónde empezar, ni siquiera sabía si estaba bocarriba o bocabajo. Sin nada que perder, soltó el primer golpe, luego otro, otro más... Pero el minero no sabía si estaba dando en la misma roca todas las veces. Pero ¿Qué otra cosa podía hacer?

Varios días después, por fin encontraron al minero, aunque ya era demasiado tarde. Tenía el pico en la mano y había conseguido romper la misma piedra de varios golpes. Lo que el minero nunca supo es que una pequeña piedra era la que bloqueaba el acceso a la galería de salida. La hubiese podido mover sin apenas esfuerzo. El minero había muerto haciendo lo único que sabía hacer.

Moraleja. Ante una situación nunca vivida antes, tómate tu tiempo para analizarla, conoce todas tus posibilidades, sé consciente de tu posición ante el problema y plantéate que si has llegado hasta ahí, hacer lo mismo de siempre va a hacer que salgas. 



jueves, 3 de septiembre de 2020

Sin miedo


 Pablo era un muchacho alegre y divertido, pero su principal característica que lo hacía diferente a todos era que no tenía miedo. Nunca lo había sentido y siempre se había preguntado cómo era tener miedo. Preguntando a todos sus amigos y familiares qué se sentía con el miedo, no podía evitar no gritar, no huir, no correr.

Nunca le tuvo miedo a la oscuridad. Mientras otros gritaban y corrían como pollos, él se divertía pensando que era un ninja que acechaba en la oscuridad y nadie podía verlo.  Cuando la luz volvía, era el único que sonreía porque se había divertido. 

Un día fue al zoo en una excursión escolar y toda su clase se detuvo a ver al temido León que dormía plácidamente. Un fuerte sonido producido por la explosión de un foco que alumbraba la jaula, provocó que éste se despertase gruñendo y tirando dentelladas al aire. Todos corriendo despavoridos, menos Pablo que se quedó mirando esos enormes dientes y preguntándose de qué estarían hechos. Lentamente se acercó al temido animal y éste lo olió sabiendo que no sentía miedo. El león se tranquilizó y volvió a tumbarse en su enorme roca mirando a Pablo con el respeto en la mirada. Impresionados por las actitud de Pablo, todos le preguntaron cómo lo había hecho. 

Otro día, salió con sus amigos para dar un paseo por el campo. Una tormenta de verano los sorprendió y rayos y truenos dibujaron un cuadro terrorífico en el oscuro cielo. Todos corrieron a refugiarse en una cueva. Pablo se quedó mirando al cielo disfrutando con el tacto de las frías gotas de agua e imaginando que se movía tan rápido como aquellos rayos que surcaban el cielo.

Pero un día, Pablo estaba paseando con sus pensamientos por la orilla del lago cuando vio a una muchacha tumbada en una toalla disfrutando del precioso paisaje. A Pablo se le aceleró el corazón y sin pensarlo, se arrodilló a la altura de sus ojos. Ambos se miraron pudiendo sentir como un sentimiento calentito y muy agradable nacía en su pecho. Sus manos se tocaron y sintieron que eran dos piezas de un mismo puzzle. No sabían sus nombres, pero sí sabían que empezaban a escribir una preciosa historia de amor que deseaban que nunca acabase. Y por fin, Pablo supo lo que era sentir miedo. Miedo a perderla.


miércoles, 2 de septiembre de 2020

Reencuentro

Nunca creí que perdería la coherencia en ese segundo tan supremo. Ni en las mejores de mis pesadillas entregaba tanto de mí sin pedir nada a cambio. 

Tu mirada vacía de maldad me muestra un mundo de tesoros ocultos que solo tus ojos encuentran. Aprendo de tus descubrimientos y cada segundo a tu lado es un universo en el que solo existimos tú y yo. 

Bendigo cada año que me queda a tu lado. Encuentras el sentido de mi tempestad y solo un abrazo que busca consuelo me hace volar. 

Inicio la marcha por el desierto y sólo tu sacias mi sed. Apenas tengo nada que te pueda entregar, solo mi vida repleta de amor incondicional que nunca te va a faltar.



martes, 1 de septiembre de 2020

Solo es amor

Con la humedad permanente que las olas producían en el ambiente, detuvo su pasos. Necesitaba admirar el paisaje y su belleza que había cobrado perfección con el verde de sus ojos. Envidió la ropa que acariciaba su piel, la brisa que jugaba con su cabello, la arena que se escurría entre sus dedos. Inocente en sus actos, provocó el mayor latido de amor que un corazón puede soportar y, envuelto en las llamas del deseo, corrió para cobrarse el beso que necesitaba.

Envueltos en piel ajena jugaron a devorarse. Insaciable la sed de besos, nunca tienen bastante. Un aliento salido desde lo más profundo del alma expulsa un "te quiero" que ya rebosaba. Pero enseguida vuelve a revosar y miles de caricias no parecen calmar el desafío  de miradas que juntos comparten. Solo es el amor que se divierte con dos valientes sin miedo a exponerse.

Cae la noche y las estrellas los envidian. Eclipsados por su brillo, siempre soñaron con ser eternos como ellos. De nuevo las palabras pierden la batalla ante los abrazos. De nuevo se ven mejor ante la ausencia de luz con solo el tacto. Se echan de menos viéndose todas las horas del día y le piden a Dios que sus almas no se pierdan y se encuentren, como siempre, en otra vida.