sábado, 28 de noviembre de 2020

Pobre oscuridad

 Una estrella nació en el firmamento y comenzó a brillar. Tan fuerte y tan intenso que todo a su alrededor quedaba iluminado. Alegre y risueña, cada día regalaba lo mejor de sí sin pedir nada a cambio. 

Pero la estrella estaba rodeada de pérfida oscuridad que envidiaba su alegría. Nunca intento contagiarse de su luz, nunca intentó aprender de ella. Su única intención era destruirla, acabar con ella. Malas palabras vertidas desde la oscuridad. 

La estrella, cansada de tanta ruina en el corazón de la oscuridad comenzó a brillar muy intensamente. Tanto, que la oscuridad empezó a ver lo que en ella se ocultaba. En su interior solo había dolor, complejos e injusticias. La estrella comprendió que la oscuridad no la atacaba porque tuviese algo en contra de ella, sino que lo hacía porque era su forma de luchar contra sus miedos. 

La estrella cesó en su intensidad y la oscuridad volvió a esconder sus defectos. Nunca hablaron del tema. Jamás se volvió a defender la estrella de un ataque de la oscuridad. 

Moraleja: hay palabras heridas que sirven para aliviar un dolor desconocido. Déjalas pasar, a ti no te harán daño pues están vacías de razón; pero a su dueño le servirá para aliviar su cargado corazón. 



Mi miedo favorito

Cada día, al salir el sol, se sentía temeroso. Un profundo miedo lo perseguía por cada rincón que visitaba y lo único que sabía hacer era correr y correr. 

Cada vez que no lo tenía delante, respiraba hondo e intentaba bañarse en las aguas de la serenidad. Pero tan pronto aparecía el miedo, salía corriendo sin pensar en mirar atrás. 

Un día en el que no pudo más, se quedó tirado con sus lágrimas apoyadas en un rincón y gritó al miedo 

- ¿Por qué quieres hacerme daño?

- ¿Daño? No busco hacerte daño. 

- Entonces ¿Por qué me persigues? ¿Por qué me asustas de esta manera?

- Me tienes miedo porque soy una verdad que no quieres conocer. No pretendo asustarte, pretendo que aprendas y consigas ser mejor. 

Hablaron durante horas sobre errores y condenas. Sobre tropiezos y sendas. Y lo que era un miedo atroz de acabó convirtiendo en una preciosa lección que nunca olvidaría. 

Moraleja: no tengas miedo a aprender, por mucho que duela. No tengas miedo a convertirte en mejor persona. 


viernes, 27 de noviembre de 2020

Maldito piano

 En el campo de concentración, miles de niños temerosos dormían abrazados unos junto a otros para darse calor y quitarse el miedo. Hombres gigantes entraban dando golpes y patadas y se llevaban a un niño al azar que nunca regresaba. 

Unas pocas horas al día, los dejaban salir a una explanada para coger pesadas rocas. A lo lejos podían ver a los mayores y todos, con la desesperación en la mirada, intentaban adivinar si eran sus padres y poder saber que estaban bien. Pero tenían prohibido saludar y hablar.

Una vez al mes, los sacaban de noche a la calle y los ponían en fila mirando hacia un edificio enorme de donde los hombres gigantes salían y entraban. El frío y el miedo los atenazaba. Una preciosa melodía tocada al piano empezaba a sonar y todos los niños empezaron a reprimir unas lágrimas que no paraban de brotar. Qué insolentes lágrimas.

Por encima de aquella melodía, se podía escuchar los gritos desgarradores de alguien sin rostro que estaba siendo torturado hasta la muerte. Todos deseaban que muriese rápido, pero aquellos hombres sabían hacer su trabajo. 

Muchos años han pasado y pocos sobrevivieron a aquel campo de concentración, aunque todos siguen viéndose. Nunca hablan de lo que ocurrió aquellos años, pero siempre hay un poso de tristeza en sus ancianas palabras. Un rato cada día, se vuelven a poner la melodía que les hace llorar. La escuchan en silencio y con el dolor como testigo, es un pequeño sacrificio que hacen para así recordar a los que murieron aquellos días y saber que su recuerdo no murió con ellos. 



Una piedra en el camino

En su camino encontró una piedra de difícil solución. Miró, miró y volvió a mirar pero no encontraba una respuesta. 

Se sentó y la observó, no parecía que tuviese un punto débil. La tocó, la pisó, la insultó; intentó todo lo que a su inocente imaginación se le ocurría, pero sin resultado. 

Empezó a imaginar qué había al otro lado. Quizás hubiese un enorme precipicio que acabase con sus sueños y esperanzas. O quizás había un tesoro que solucionase sus problemas para siempre. El miedo y la esperanza se disputaban los sueños.

Miró a su alrededor y vio como los demás seguían su camino, incluso superaban piedras tan difíciles como la suya y seguían avanzando. Así que sin pensar, escaló la enorme piedra y pasó al otro lado. No había precipicio, tampoco tesoros. Tan solo era su camino que seguía por dónde lo había dejado. Pero ahora sabía que no volvería a dejar que una piedra así lo frenarse en su camino. 


Luna oscura

Siempre recordaba que su abuela le decía que había nacido con una luna oscura en la mirada. No era mala persona, pero no aprendió a medir con calma las palabras que vertía. 

Nunca fue amante de las peleas, pero tampoco las huía. La mala fama cayó sobre él como un contaminado manto que con los años fue pesando. 

No le gustaba hablar de mala suerte. Se imaginó siendo positivo y buscando remedios a los imposibles que la vida le entregaba. Era su forma de sanar las heridas que le producía saber que la vida no es justa. 

La vida pasó y pasó y nunca se detuvo. No fue consciente de lo lejos que llegó hasta que fue demasiado tarde. Unos cuantos barrotes se convirtieron en su cuarta pared siendo guiado por infames normas contra las que siempre se había revelado.

Todo acabó con unos minutos de profunda agonía mientras una soga lo estrangulaba. Una diminuta ventana fue su última visión, y por ella escapó su alma para por fin ser libre. Para convertirse en el ángel que nunca pudo ser. Para volver a ver a su abuela pero está vez sin una luna oscura en la mirada.


jueves, 26 de noviembre de 2020

Ojos

 Había una vez, un hombre con un terrible hechizo. Su ojo derecho siempre veía la bondad, su izquierdo siempre veía la maldad.

Si le hacía caso a su ojo derecho, confiaba en todo el mundo y tarde o temprano, terminaban por aprovecharse de él.

Si le hacía caso a su ojo izquierdo, todo el mundo era malo y nefasto. Se convertía en un muro de desconfianza y se perdía momentos irrepetibles.

Destrozado por esta dualidad, recorrió un largo camino en busca de respuestas para acabar con el hechizo, pero nunca llegaban.

Un día de larga caminata, se vio sorprendido por una inmensa tormenta, provocando que tuviese que buscar refugio en una enorme cueva que ante sus pies apareció. Entró asustado y cabreado buscando un sitio donde sentarse a secar sus ropajes. No se percató de la presencia de un viejo desaliñado que habitaba en esa cueva.

- Hola joven amigo. Ponte cómodo en mi lujosa morada - dijo con ironía el viejo. Asustado, el joven no sabía con qué ojo mirar, si con el derecho o con el izquierdo. 

- Perdone señor, no lo había visto. 

- No te preocupes. ¿Qué te trae por estos confines? - preguntó el viejo. El joven le puso al corriente de su problema, a lo que viejo respondió con una interminable carcajada.

- ¿Se ríe de mi problema?

- No amigo mío. Me río de tu ignorancia. No tienes una maldición, tienes un gran don. Puedes ver la más profunda bondad en las personas, pero también puedes ver su lado más oscuro. No te das cuenta, nadie podrá engañarte a no ser que tú quieras. Tu error reside en que a una persona la miras siempre con un ojo en todo momento. Debes aprender a mirar a esa misma persona con el ojo que corresponda dependiendo del momento.

El joven comprendió lo que aquel anciano le explicaba. No todos actúan igual durante toda su vida, son secuestrados por sus circunstancias. Debía aprender a mirar a la persona dependiendo del momento en el viva. Por fin el joven se sintió feliz consigo mismo.  



miércoles, 25 de noviembre de 2020

En mi camino


 Se construyó una sonrisa con los recuerdos más preciosos que había encontrado. Entonó una canción  de acordes alegres para subir a lo más alto del ánimo. Eligió las cosas que más feliz le hacía y se vistió con ellas. 

Pero un segundo de un recuerdo involuntario sacrificaba todo un día de duro olvido. Un pasado tan cercano que aún lo podía saborear en sus labios. Rompió a llorar. 

Pero miró a sus pies y tenía claro su camino. Sus pasos calmaron su agonía, sabiendo que estaba justo en el punto en el que debía estar. Miró a su meta, su sueño dorado, y se dio cuenta que siempre había sido su destino, aún cuando no sabía que existía, aún cuando no encontraba el sentido. Así que hizo lo único que pudo hacer, siguió caminando.


lunes, 23 de noviembre de 2020

Tu sonrisa,mi bandera

 Me encontré con la desesperación de la ilusión que no llega. Con las nubes de la realidad que presagian tormenta. Con un profundo vacío que lleva tu nombre.

En el corazón, donde antaño residía la locura, ahora solo hay una soledad okupa que no entiende de razones. 

Y con aquel sabor a dulce amanecer en tu mirada. Con un desayuno sentado al borde de tu alma. Me consuelo con mi estrella y le pido perdón. 

Cómo demonios apago una llama eterna, que no entiende de condenas, que mira los siglos pasar. En mi caverna, donde la luz del sol no llega, espero tu sonrisa imperecedera y solo rezaré a un dios. 



domingo, 22 de noviembre de 2020

Los sueños de Juan

Juan quiso fabricar un sueño y, armado de todo el valor que fue sembrando durante años, se dispuso a viajar y no parar hasta haberlo conseguido. 

Pero el camino se empedró y pronto las caídas fueron continuadas. Mucho de su equipaje se rompió y los huesos empezaron a dolerle. Pero la constancia era una de sus virtudes y siguió adelante. 

Las primeras gotas empezaron a caer y Juan se temió lo peor. Sus ropas se empaparon y los primeros temblores hicieron su aparición. Sus manos amoratadas dejaron caer otra parte de su equipaje imprescindible. Lamentó ser tan débil. 

La tormenta pasó y un sol radiante bañó su cuerpo. Pero todo en exceso es malo. El calor lo sofocaba, el aire caliente lo ahogaba. Su piel roja le hacía sentir dolor y sin fuerzas para arrastras su alma, dejó atrás todo el equipaje que le quedaba. 

Pero cuando todo parecía perdido, Juan encontró un oasis entre la nada y el olvido. Se zambulló en las cristalinas aguas y por fin pudo reponer fuerzas de los deliciosos frutos que allí crecían. Y de entre las aguas que le dieron la vida, una sirena emergió. Juan la miró como el que mira un sueño. La sirena le dijo:

- Hola Juan. Llevaba tiempo esperándote. 

- Hola... ¿Eres real? ¿Cómo sabes mi nombre?

- Soy tan real como tú - dijo la sirena mientras reía -  Sé tu nombre porque tú me has creado. Tú me has dado la vida. 

- ¿Yo te he creado? ¿Cómo?

- Saliste de tu burbuja confortable para fabricar un sueño. Tu camino no ha sido fácil; has sentido mucho dolor y has perdido mucho durante el camino. Pero gracias a todo eso, has conseguido crear este oasis, estos frutos... A mí. 

- ¿Gracias a haber sufrido y haber perdido he conseguido todo esto?

- Así es. El equipaje te lastraba, eran prejuicios de toda una vida que te mordían como cadenas. Tus caídas sobre las rocas te hicieron recordar que siempre hay que avanzar, siempre hay que levantarse por mucho que duela. El frío y el calor extremo te hicieron darle valor a lo que realmente importa; a todo aquello que realmente te nutre y te hace seguir adelante en tu camino. Así que sí, has perdido para ganar. 

- ¿Y qué he conseguido gracias a todo eso?

- Estás preparado para soñar y hacer realidad tu sueño. Has vaciado tus prejuicios y tus costumbres y ahora sabes qué deseas por encima de todo y tienes la experiencia para conseguirlo. 

Juan se sintió libre por primera vez en muchos años. Miró al infinito sabiendo que aquel era su destino. Miró a la sirena a los ojos y desplegó unas enormes alas que agitó con todas sus fuerzas para elevar su cuerpo del suelo. 

- Ya no hay infierno que me pueda quemar. Y sólo el cielo es mi meta. Gracias sirena por abrir mis alas. Gracias por ser mis ojos en la oscuridad. 

Juan voló tan alto como se merecía. Siempre creyó que sus límites eran los que le imponían y hasta que no se deshizo de ellos, no pudo volar.



sábado, 21 de noviembre de 2020

Adiós viejo amigo

 Me gustaba sentir tu roce en mi nuca, tan plácido, tan auténtico. El viento jugaba con nosotros y le gustaba darte formas imposibles, de lejanos matices. 

El agua se escurría por tu superficie dejando que cayese sobre mi piel. Los tres nos juntábamos en un abrazo cálido, de esos que no quieres que acaben. 

Me encantaba como me abrigabas en invierno. Adoraba cómo te sacrificabas en verano. Siempre a mi lado, a veces no te valoraba lo suficiente hasta que te empezaste a ir. 

Y ahora que no estás, te echo tanto de menos. Tu ausencia me define y me marca. El frío es más frío sin tí. El sol calienta más cuando no estás. 

Y ahora solo me queda recordar, en viejas fotos de otra vida, como adornabas mi cabeza. Y ahora que te has ido para no volver, quiero que sepas de una vez, que te quiero pelo mío.



Locura sin maestro

Había una vez un sueño sin dueño. Un letargo sin descanso. Un miedo alegre. 


Las nubes miraban al cielo. Los susurros eran duraderos. Las oraciones carecían de dios. 


Mis caricias no tenían acompañante. La soledad era un bien preciado. El sexo adormecía. 


El hambre no mataba. El alcohol no abrumaba. El rencor no cabreaba.


En mi mundo ideal, los deseos se volvieron del revés. Te necesito en este instante para que la locura siga reinando 



jueves, 19 de noviembre de 2020

En nuestra libertad

Dejó que los labios se humedeciesen y suspiró al viento lo que no podía albergar. Lo que no quería guardar.

La brisa le estorbaba, no quería que nada se interpusiera entre ellos. Dulce muerte de la distancia que acabó cuando sus cuerpos se fundieron en uno. 

Los susurros goteaban por las paredes. Dulces aullidos lanzados al universo con un suave envoltorio de amor. Rivales íntimos en una dura batalla con los labios como única arma. 

Los párpados se convierten en telones que ocultan lo que será un dulce sueño de dos amantes enamorados. 


miércoles, 18 de noviembre de 2020

Mi trocito de cielo

Ladrona sin piedad que me has robado el corazón que te regalaba, me dejas tembloroso y pensativo, aún sin haber nacido. Tu piel me atormenta, tus ojos me secuestran; aún sin haber nacido. 


Te has convertido en mi trocito de cielo, el que mejoras con solo imaginarte. Al que me abandono con tan solo susurrarte. Te hago entrega de todas mis armas, indefenso me presento ante la reina de corazones, sobre todo del mío.


Un escalofrío que lleva tu desconocido nombre recorre mi espalda cuando imagino tus ojos. Sin duda serás la mujer de mi vida, sin duda moriría por tu sonrisa ausente de dientes. 


Jamás hubo un devoción tan grande. Jamás hubo un deseo tan puro. Y cuento las horas para besarte, a ti, mi trocito de cielo. 



martes, 17 de noviembre de 2020

Asesina invisible

Cada día salía de mi dormitorio y allí me esperaba, mirándome fijamente y sin piedad, sin tregua.

Nuestra historia empezó sin quererlo. Siempre pensé que había sido sobrevalorada y sin darme cuenta se instaló en mi vida. No luché por echarla. 

Tengo la firme creencia que vive sin sentimientos. No se inmuta cuando me ve llorar. Cada noche sueño con despedirme de ella, pero me vuelvo a despertar y su mirada me taladra haciendo que salga para no querer regresar. 

Me vacía cada día, me enferma cada segundo con ella, pero se ha pegado a mi piel y envuelve mi presente borrando mi futuro de mi mente. 

Adiós a todo lo que he conocido, mil gracias al mundo que me acogió lo mejor que supo. Pero no puedo más y me marcho sin carta de despedida rendido a mi enemiga invisible sin poder luchar. Mi vida está acabada, he llegado al final. Vencido y entregado a la injusta mano de lo que no vi. LA SOLEDAD.



lunes, 16 de noviembre de 2020

El náufrago que vive en mi

 No me quedan oraciones para poder agradecer la locura de poder ver el amanecer en tus labios.


Desde antes que los hombres empezasen a mirar a las estrellas, ya sentí el bendito letargo que tu sola presencia provoca en mi corazón.


En los más profundo del mar de mis emociones busqué una sola que no llevase tu nombre. Consciente de lo imposible, me gustaba sentirme rodeado de ti.


Y ya no dudo de la luna que siempre me quiso ayudar. Ya no busco entre naufragios una escusa para volver a empezar. Ya no necesito nada más que tus labios en los que dejarme secuestrar. 



domingo, 15 de noviembre de 2020

Despídete

 Despídete. Los segundos que volaban libres y despreocupados te han abandonado y ya solo te queda el presente que ya has olvidado.

Despídete. El viejo aroma a agonía desfigura tu esencia, te convierte en un olvidado poema y duele tanto verte así.

Despídete. Que nuestros recuerdos sean eternos, que por fin encuentre los senderos y tras mi muerte volvamos a ser dos. 

Despídete. Ya no tendrás que aullar a una luna de cartón, a un sueño oculto que te traicionó, a un sabio que no te guió.

Despídete. Pero recuerda que aquí siempre serás inmortal. En un recuerdo envuelto en lágrimas habitarás y ahora, por favor, deja de luchar. 

Adiós viejo amigo. Por fin descansas en paz. 



jueves, 12 de noviembre de 2020

Los deseos de Pablo

 Pablo era un niño que siempre quiso ser mayor. Quería dejar de jugar a juegos absurdos y depender de un adulto. Quería ser libre para tomar sus propias decisiones y vivir como le diese la gana. 


Un día se despertó y su deseo se había cumplido. Pablo era un joven con toda la libertad para ir y venir; para decidir y sin restricciones más allá de su imaginación. Pero no tenía dinero, por lo que tenía la libertad pero no los medios. Así que Pablo deseó poder trabajar. 


Un día, Pablo se despertó y era un hombre de mediana edad con trabajo. Por lo que por fin tenía los medios para poder disfrutar de su libertad. Pero el trabajo era muy pesado y cada día acababa agotado para poder hacer otra cosa distinta a descansar. Así que Pablo sentía que de nuevo no tenía la libertad y deseó ser un anciano jubilado y poder tener dinero. 


Un día, Pablo se despertó y era un anciano sin trabajo y una pensión que le permitía vivir sin trabajar. Pero su energía no era la misma de siempre. Le costaba andar sin ahogarse y muchos dolores pinzaban su cuerpo recordando los años de duro trabajo. Ahora tenía la libertad y los medios, pero no tenía la salud. Pablo se sentó en un banco y en un charco miró su reflejo. Una lágrima recorrió su arrugado rostro y recordó cuando era niño y sintió que entonces era totalmente libre. Pudiendo jugar todo el tiempo, sin tener que trabajar y con energía y salud de sobra. En ese momento fue consciente que había desperdiciado su vida no sabiendo valorar lo que tenía en cada momento. Pablo deseó volver a ser un niño...



Orgasmo

 ¿Qué es un gemido?


Es el suspiro del alma que sueña con descansar junto al sol donde los sentidos danzan al son de un grito al viento.  


Es la demostración más incondicional de amor. Es el desinterés convertido en música. Son las alas de un viaje que nunca se olvida. 


Es un baile sin sentido, unos acordes distraídos y un sin fin de "quiero más". Es la relajación más extrema de un cuerpo sin bandera ante una línea que siempre quiere cruzar.


Es un salto al vacío del que se sabe seguro al sentir que muere. Es una caricia del viento que te eleva hacia lo eterno y un retiro hacia lo divino que te invita a regresar. 



Vivir con miedo

Vivir con miedo es cerrar los ojos y poder tocar tus besos, y al abrirlos comprobar que solo el vacío me acompaña y  maldecir los juegos crueles del recuerdo que recuperan los placeres de tu esencia.

Vivir con miedo es sufrir por cada segundo que pasa desde que acaba un abrazo hasta que empieza el siguiente. Sentir que mi cuerpo se convierte en huérfano sin el tuyo y no sé cómo explicarle por qué te necesita.

Vivir con miedo es no poder bañarme en la fuente de tu energía que cada día ilumina los rincones más oscuros de mi desesperación. 

Vivir con miedo es no ver tus ojos de profundo infinito y sentir el goteo inagotable de segundos hasta que los vuelva a ver

Vivir con miedo es vivir sin ti. 




miércoles, 11 de noviembre de 2020

Luchando con sus demonios

Mil veces luchó contra sus demonios, otras tantas perdió. Conocía de memoria los manuales de teoría del deber; pero otra vez los había olvidado. 

Se prometió que ningún cielo en la tierra le volvería a engañar, derritiendo deseos en la hogueras de la realidad. Rompiendo su corazón contra la impenetrable verdad.

Severa armadura que protege contra el más vil de los ataques. Pero su mayor enemigo se escondía detrás de sus ojos. Avergonzado y acorralado solo quiso dormir. 

Mil veces luchó contra sus demonios; jamás se pudo abrigar con las suaves sábanas de la cordura. Se le vio llorar de impotencia, se le vio rendido a la evidencia. Adiós viejo amigo con envidiable talento pero totalmente condenado. Bienvenida nueva leyenda.


martes, 10 de noviembre de 2020

Vive

 Dos hermanos se miraron al nacer. Les entregaron  la misma educación que los arrojó de lleno a jugar en el mundo con las mismas posibilidades. Cada uno con su personalidad, el mismo problema era enfrentado con distinto prisma. 

La vida fue pasando y cada decisión que tomaban les solucionaba algunos problemas y se presentaban otros nuevos. Ambos hermanos siempre estaban en contacto. 

Y la vida pasó y ya no habías más primaveras. En el otoño de su generación se encontraron en camas paralelas esperando lo inevitable. Uno de los hermanos, nervioso porque preveía el final, no entendía cómo su hermano sonreía y veía como la paz residía en sus ojos. Un sin sentido para él que no dudó en recriminarle. 

- ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Acaso no sabes lo que va a pasar?

- Eso mismo te iba a preguntar yo. ¿Por qué estás tan nervioso? Desde siempre hemos sabido que este momento iba a llegar.

- Pero yo no estoy preparado. Tengo muchas cosas que hacer. No quiero dejar de ver a mi mujer, mis hijos y mis nietos. La vida se me ha quedado corta. 

- Yo, sin embargo, he tenido una vida muy plena. A ti te quedan muchas cosas que hacer porque has vivido deprisa. ¿Te has parado a mirar una tarde entera los ojos de tu mujer sintiendo cuanto la amas? ¿Has disfrutado de ver tus hijos crecer dando igual todo lo que te rodeaba? ¿Has dejado atrás muchas horas de trabajo para ver cómo se abre paso una débil flor entre un mar de hierbas? ¿Has sentido que podías hablar contigo mismo viendo como el amanecer inundaba tus pupilas? Querido hermano. Yo he tenido una vida plena y si hoy es mi último día, solo puedo decir gracias por la vida tan fantástica que he conseguido disfrutar.


Moraleja: no sueñes con vivir. VIVE

domingo, 8 de noviembre de 2020

Sentido oculto

En la orilla de la ilusión plantó su bandera. Conquista de dulce pasión e ilusión verdadera. 

Siempre quiso una canción que gritase sus proezas. Notas de triste sabor retumban en su cabeza

Las manos sangrantes sueñan con el viento. Anhelan la libertad más allá de lo eterno.

Sin un sentido que enturbie los sueños, esta es mi canción y sin ti me quedo. 




sábado, 7 de noviembre de 2020

En el ático de mis sentimientos

Subió al ático de sus sentimientos y se sentó a escuchar lo que el silencio le decía. Recorrió caminos ya conocidos, encontró sendas olvidadas y sonrió con la torpeza de sus primeros deseos. 


Sobrevoló la esencia de los momentos más importantes en su vida. Se sorprendió al ver los contenedores de lágrimas derramadas, eran demasiadas, pero todas necesarias. No pudo dejar de reír con sus momentos más felices. Nunca supo qué decir y ahora tampoco se le ocurría nada. 


Volvió al lugar donde encontró esa persona especial. Sin poderlo evitar se volvió a enamorar y comprendió de nuevo a la locura. ¿Dónde reside el sol en un "te quiero" tan profundo? 


Se despidió de su maestro, de quién nunca le exigió que le devolviese el esfuerzo. Por fin soltó las palabras que llevaba arrastrando tantos años y se sintió ligero. "Gracias por todo" fue una preciosa despedida.


Llegó al final del recorrido y un espejo era la salida. Miró su reflejo y el orgullo vistió sus sentimientos. Podía haberlo hecho mejor, pero  no cambiaría ni un segundo de su vida.



Adorado abismo

Amenazados por el silencio solo supieron adornarlo con palabras vacías de lo que un día fue un sentimiento. 

Bailando cerca del abismo para disimular que no existe. Vuelven a mirar un mar de estrellas para distraer miedos. No ver, no sentir. 

Un latido irregular que pronto se olvidará, hace real un pensamiento cierto. Rutina bendecida que pronto borrará amenazas de un doloroso cambio.  Bienvenida amarga normalidad. 

Pagando un precio excesivo por no sentir. Historia de un vida demasiado larga. Un final por escribir que es un viejo amigo. Siempre ignorado con la excusa del presente inerte.



El miedo del corazón

Un día, el corazón paseaba como siempre entre la bruma de la mañana. Confiada y tranquila podía caminar durante horas sin ver el camino, pues no lo necesitaba, lo conocía de memoria. 

De pronto escuchó una voz alarmada que gritaba que tuviese cuidado. Alguien había sembrado el terreno de dolorosas trampas. El corazón, siempre temeroso, no supo qué hacer. La misteriosa voz lo invitó a seguirlo, él sabría cómo ponerlo a salvo. 

Temblando y sin saber qué hacer, el corazón empezó a dejarse guiar. Después de mucho caminar, al corazón le dolían los pies. Agotado y sin aliento, la voz no lo dejaba descansar. Pasaron por terreno escarpado y resbaladizo. Sin poder pensar y a punto de llorar, sintió como algo se quebraba en su interior y cayó al suelo totalmente abatido. Una mano lo acarició y le preguntó.

- ¿Qué te ocurre?

- No puedo más. No quiero seguir sintiendo este miedo que me atenaza, no puedo seguir con este dolor que no me deja pensar, necesito volver a ver dónde voy. 

- Eso es algo que sólo puedes hacer tú. Te has dejado guiar por la cruel mentira. Te ha utilizado haciéndote creer que lo necesitas, te ha  inducido un nuevo miedo y ha guiado tus pasos más allá de tu límite. 

- ¿Y ahora qué puedo hacer?

- Este dolor nunca lo vas a olvidar. Pero te debe servir para que no te vuelvan a utilizar. Lucha por recuperar la seguridad que sentías. Y entrega tus pasos solo a aquella persona que te quiera, te ame y te cuide como tú mismo harías.


jueves, 5 de noviembre de 2020

Lo siento

 No hice nada malo. No hice nada que no hiciesen cientos de personas, pero fui uno de los pocos elegidos, desgraciadamente. Unas cervezas con unos amigos en el parque de siempre. Las risas conocidas que llenaban mi necesidad de relacionarme, de conocer, de madurar.

Mil veces había oído las típicas frases vacías de sentido: "ten cuidado", "no hagas el tonto", "no te quites la mascarilla". Pero sentía la inmunidad típica que la inmadurez me regalaba. Una increíble fiesta que no conocía de normas ni leyes me recibió aquel sábado noche. Risas, juegos y unos preciosos ojos negros al otro lado del gentío presagiaban momentos inolvidables. La mañana me saludó en brazos de aquella preciosa joven de nombre desconocido. Sus besos fueron mi desayuno y prometimos volver a vernos más pronto que tarde.

La primera tos de mi madre no tardó en llegar. Oídos sordos fueron mi respuesta. Su deber con su familia no aminoró lo más mínimo, pero cada vez se encontraba peor. Mi hermana pequeña se preocupó y no paraba de abrazarla. ¡Cuánto amor incondicional con un solo gesto! La fiebre se volvió preocupante y enseguida le hicieron una prueba. Nunca ser positivo fue tan negativo. 

Una maldita pandemia ignorada se hizo realidad de la forma más cruel. El viernes por la noche ingresaron a mi madre, nunca la había visto tan mal. Mi hermana pequeña empezó a sentir los síntomas y todo lo que un día había sido mi mundo empezó a tambalearse.

Llevaba varios días sin poder ver a mi madre y con mi hermana encerrada en su cuarto sin poder salir, solo visitada por la fiebre que no la abandonaba. Los médicos me hablaban de un delicado estado de salud de mi madre que no quería entender, no podía entender. Si ella nunca se había puesto mala, era invencible ¿Cómo podía estar en una cama luchando por su vida? Un día cualquiera, los médicos me dejaron verla a través de un fino cristal que se convirtió en mi muro. La alegría e ilusión se congeló al ver la realidad de aquel estado tan demacrado. Apenas podía intuir su rostro con tantos tubos invasores. Noté que intentó simular normalidad cuando apenas podía respirar. Le escribí una carta, le dije que le quería mil veces, pero no podíamos ni escuchar nuestras voces. Acaricié el cristal como si fuese su piel y cinco minutos después, tuve que marcharme sin imaginar que iba a ser la última despedida.

Pocos días después falleció. Sentí cómo arrancaban una parte de mí y se acurrucaba al lado de ella en aquel ataúd. Nunca había llorado tanto. No le dije nada a mi hermana esperando que mejorase, pero nunca ocurrió. Ingresada al día siguiente del entierro me informaron de severos daños neurológicos producidos por el mismo virus. Nunca se recuperaría, nunca volvería. Fui un joven inconsciente que pagó muy caro el error de no saber escuchar. 

Las pruebas fueron irrefutables. Yo fui el portador de una enfermedad que me dejó sin mi madre y solo me dejó el cuerpo  hueco de mi hermana. Ya no tengo a nadie a quien pedir perdón, ya solo puedo cuidar a mi hermana para el resto de mi vida.  



miércoles, 4 de noviembre de 2020

Canción

 Me prometió una luna de papel, un soldado sin cuartel, un verano frío.

Se encogió y ya no supe que más hacer, sin mentiras esta vez, le entregué lo que era mío.

En un rincón, donde nunca llega el sol, escondido del rencor, me vuelvo un pobre crío.

Y en una fracción de segundo eterna, miras a lo lejos y no me encuentras. Siento pavor al darme cuenta que sin ti no soy yo.

Y en una duna de sincera vergüenza, escondo tesoros para que nunca muera. Siento pavor al darme cuenta que sin ti no soy yo. 

Oculto lógicas a la evidencia. Secretos de oscura demencia. Alegrías lejanas con depresión. 

Y esta tierra, regada con risas desiertas. De esperanzas ahogadas a diestra y siniestra. Te espero acogido por la compasión.




martes, 3 de noviembre de 2020

Viajando hacia la vejez

 Pensó que el aire sería un dulce colchón con sabor a recuerdos a los que poder visitar en días de nublados pensamientos. Pero se convirtió en un huracán de oxidadas intenciones que removió el pasado para convertirlo en difuso.


La piel dejó de convertirse en mansas aguas de claras lagunas en el que poder mirarse las estrellas más lejanas del firmamento, para convertirse en crueles olas que desfiguran su superficie convirtiendo en fealdad lo que antes era bello.


El mundo siempre fue su escenario y disfrutaba con cada actuación. Conocía cada detalle del guión que era su vida, no necesitaba guía. Pero el enemigo más oscuro apaga la más brillantes de las luces, sólo necesita al tiempo que convence sin prisa, pero con sigilo. Y ahora el miedo a lo que se oculta en la oscuridad lo persigue por lugares que conocía con los ojos cerrados.


El marco de sus ojos dibujaban confines imposibles. Cada segundo regalaba un detalle que no podía escapar. Sin saber lo valioso que era el infinito, nunca lo volvió a mirar. Pero un fiero telón se dibuja entre sus ojos y el mundo. Ya nada es tan cierto ni rotundo y desearía dejar de  ver solo a través de los recuerdos. 


Movimientos que mueren en su mente antes de hacerse realidad. Sin fronteras ni barreras, siempre quiso más. Y ahora son terremotos los que sacuden sus manos. Ahora es gelatina la que sostiene su peso. Ahora es un sofá el anhelo de sus aventuras. Ahora magnífica sus virtudes moribundas.



lunes, 2 de noviembre de 2020

La espada y el escudo

 Un día más, la espada se volvía a enfrentar al escudo. Una oleada de golpes sin descanso herían sus superficies pero no tenían intención de parar. No podían parar. 


Nada había cambiado, cada día era siamés del pasado y del futuro. Pero un día, sin medir sus palabras, la espada le preguntó al escudo "¿Por qué peleamos?" Un silencio abrupto fue la respuesta de ambos. 


    - Desde que nací me inculcaron que debía atacarte con toda mi furia. Pero me doy cuenta que no tengo nada contra ti - dijo la espada.

  - A mí siempre me han dicho que eres un cruel enemigo sin sentimientos que me atacará e intentará destruirme sin remordimientos. Pero me doy cuenta que quizás la verdad ha sido escondida a mi conocimiento - respondió el escudo.


Empezaron a hablar y las horas volaron envueltas en palabras y profundos sentimientos compartidos por aquellos enemigos íntimos. Descubrieron que era mucho más lo que los unía que lo que los separaban. 


Moraleja: no seas esclavo de miedos ajenos disfrazados de prejuicios. No sientas odio vacío que te consume. Quizás descubras un universo enriquecedor en aquel al que disfrazas de enemigo. 



Amanecer

 Agarro tu recuerdo y mis sentidos se ahogan en la disyuntiva entre la alegría y la tristeza profunda, muy profunda.


Sonrío y tiemblo, acumulo y me vacío, me miento y me reinvento. Y vuelvo a empezar entre la bruma de lo cotidiano. Te convierto en recuerdo. 


Guardo mis besos entre los miles de abrazos que llevan tu nombre. Cada metro alejado de ti es un universo y son kilómetros los que nos separan. Vuelvo a abusar de tus recuerdos. 


Mi ventana a tus ojos es una pantalla de pocas pulgadas. Te veo sonreír y mis ojos se inundan de sentimientos. Mi alma aún huele a ti, nunca dejará de quererte. 


Pero el amanecer es una dulce esperanza que te devolverá a mis brazos justo cuando menos te lo esperes. Justo cuando vuelvas a abrir los ojos. 



domingo, 1 de noviembre de 2020

Mi deseo

 Entro en aquella casa y las paredes no dejan de hablar de ti. Quizás haya sido demasiado fuerte tu esencia, quizás te vestiste con mi piel. 

Escarbando en el vacío de tus besos, encuentro la magia de lo eterno. Un eco que se repite en mi memoria. Un sentimiento simplificado en palabras que repito solo una y otra vez.

Acaricio las sábanas que sirvieron de envoltorio. Tu aroma ha impregnado mi tacto. Gasto mis tres deseos en pedir volverte a ver. Un segundo ya me parece demasiado. La Luna me devuelve los aullidos recordándome que soy dueño de mi destino. Y vuelvo a sonreír. 

La puerta se abre, mi corazón late...