miércoles, 1 de septiembre de 2021

Mi querido pasado

 Qué lástima es mirar atrás con cariño y pasión, odio y arrepentimiento y sin embargo no poder ni siquiera rozar lo que se hizo en cada momento. 

El pasado es la última demostración de un dios perverso. Nos deja revivir el momento segundo a segundo. Podemos volver a percibir sabores, olores o incluso fuertes sentimientos. Pero no puedes cambiarlo para mejorarlo. 

El pasado es la muerte precisa del presente y vive en las antípodas del futuro. Cada segundo un nuevo pasado nace y permanecerá ahí, para siempre. 

El pasado tiene tres caras bien diferenciadas. El primero es el bueno, aquel al que acudimos con más frecuencia. Nos produce sentimientos positivos y nos gustaría poder vivir en él. Se compone de recuerdos como el primer beso, el nacimiento de un hijo, nuestros logros más preciados.

El segundo es el indiferente. Suelen morir y desaparecer de nuestro recuerdo casi al instante y rara vez suelen ser tan importantes como para poder permanecer demasiado tiempo. Suelen habitar en nuestro subconsciente aunque hay veces que se vuelven rutina. Cómo abrir o cerrar una puerta diariamente, cambiar de marcha en el coche. 

El tercero es el doloroso. Son recuerdos que están conectados con nuestras lágrimas. A veces nos gusta acudir a ellos por puro masoquismo y pueden condicionar una vida entera ya que pueden llegar a ser parásitos para personalidades débiles o que disfrutan viviendo abrazados por el dolor. En él habitan los recuerdos de una muerte, una agresión, un fuerte accidente. 

Así que valora con justicia el presente y disfruta de este escrito, pues total, acaba de convertirse en pasado. 





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