lunes, 31 de agosto de 2020

Jugando con los sueños

 Anoche soñé. Soñé con una princesa, de cabellos oscuros como la noche, sentirse oprimida y querer escapar de las cadenas que la perseguían. Encontró un Pegaso que la llevaría más allá de su torre maldita, de esos muros infitos, de las normas y las leyes que cortaban sus alas. Apunto de escapar, sacrificó a Pegaso, bebió su sangre y se convirtió en la reina más cruel y ausente de sentimientos que jamás conoció el reino. Se había cansado de no ser mala.

Anoche soñé. Soñé que el hambre secuestraba mi atención y buscaba con desesperación comida. Encontraba una cesta con brillante fruta y pelaba una naranja. No tenía gajos, solo avispas que metía en mi boca a cada bocado. Masticando sin parar notaba miles de agujas clavadas en el paladar. Pero el hambre seguía siendo más grande que mi coherencia. Y así acababa mi vida, intentando saciar un hambre que me acabó matando. 

Anoche soñé. Soñé con un perro que no quería ladrar, que no quería oler, que no quería jugar. Día tras día miraba desde el sofá una estrella ocultarse más allá de las montañas. Llorando en soledad suspiraba con su nariz pegada a la ventana y la tristeza empujaba su alma hacia el suelo. Un día, se encontró la ventana abierta y saltó al vacío. No era un acto de suicidio, solo era un ave que había nacido en el cuerpo equivocado y el momento que pasó hasta caer al suelo fue el más feliz de su vida. Mereció la pena.

Anoche soñé. Soñé  que todo era del color claro de la verdad y vomité todo lo nocivo que habitaba dentro de mí. Ensucié todo con un áspero color oscuro y sonreí, ya que prefería tener el color puro en mi interior que en el exterior. 





Las llaves de rocío

 A Rocío le gustaba pasear por los confines de la imaginación. Alegre y coqueta siempre una sonrisa maquillaba su estilo. Distraída en su armonía un día decidió cambiar de camino. 

Mirando al cielo y jugando con las nubes, le dio una patada a unas llaves que las hojas había enterrado volviéndola invisibles. Enseguida se agachó a cogerlas y pensó en la crueldad del destino que dejó sin algo tan importante a alguien que estaría bailando con la desesperación.

Con un paso alegre y desenfadado emprendió la búsqueda del dueño de las llaves. En una enorme cueva acabó despertando al enorme dragón que descansaba tras una larga noche. Le mostró las llaves y el dragón negó que fuesen suyas. Luego la amenazó con destruirla si no se marchaba de su vista. Rocío se sintió atropellada por el mal genio del dragón y un par de lágrimas temerosas se esparcieron por el suelo. 

Pero Rocío prosiguió su camino guardando en una caja el mal que había sentido. Se tropezó con un gnomo sabelotodo que discutía con las flores cómo debían producir polen. Ella le preguntó con la dulzura envolviendo sus palabras, el gnomo la miró cómo el que roba en su casa. Le dijo tras observar las llaves unos cuantos segundos que esas no eran las suyas y que se metiese en sus asuntos. Desprecio enmarcado en una cara tan diminuta. Rocío quiso gritar, pero aún podía tragar más dolor y prosiguió su camino. 

El camino de Rocío se volvió oscuro y resbaladizo. No sabía por qué seguía buscando al dueño de las llaves, pero ya no podía parar. Empapada, mojada y desorientada por fin se pudo refugiar entre dos rocas que la abrigaron de la furia de aquella tormenta. Cuando todo había pasado, Rocío se dio cuenta de que no había avanzado. Su camino fue andar en círculos, el más cruel de los senderos. 

Llorando se la encontró un viejo búho. Con sus enormes ojos sinceros la miró y sin presentación le dijo al oído: "he visto todo. Deberías dejar de buscar al dueño de las llaves pues esas llaves son tuyas". Rocío lo miro entendiendo el lenguaje pero no el contenido.  Pronto reaccionó y se dio cuenta de que esas llaves le eran muy conocidas. Se palpó en la zona del corazón herido y encontró una oxidada cerradura. Introdujo las llaves en su pecho y giró. La coraza olvidada que envolvía su cuerpo se calló dejando al descubierto unas enormes alas blancas que los rayos del sol añoraban y que solo podía acariciar. Rocío no recordaba que podía volar. Entonces la realidad recuperó la consciencia y se dio cuenta que había estado toda su vida divagando por senderos ajenos buscando un destino, cuando su camino lo podía dibujar entre las nubes con las que podía jugar. Rocío tiró a un lado todo su dolor enmarcado en obligación y emprendió el vuelo hacia su felicidad. Lo único puro de su vida.



viernes, 28 de agosto de 2020

Soberbia

 La joven princesa, empujada por su naturaleza rebelde, quiso salir de palacio sola. Odiaba sentirse perseguida por su escolta y criadas. Quería demostrar que era mayor y totalmente autosuficiente, así que ordenó que nadie la siguiera, que nadie la ayudará y sobre todo, que nadie la esperara. Y con una mueca del que se siente con todo el poder salió del castillo. 

Su paso ligero y decidido pronto se convirtió en torpe y lento. Descubrió que los zapatos con altos tacones no estaban preparados para andar por los bacheados caminos del bosque, pero llevaba con orgullo el fiel sello de la terquedad que definía a la perfección el carácter de su familia.

Con la excusa de disfrutar de unas vistas sin interés, se paró a descansar. Sintió los latidos de su corazón en los pies, pero ni un gesto de dolor o cansancio asomaba en su real rostro. Imaginando lo sorprendida que estaría la corte al contar cuán lejos había llegado, prosiguió su camino. 

Un chasquido en mitad de la nada, acompañado de un grito de dolor, retumbó en el bosque. El tobillo de la princesa se había quebrado y enseguida una inflamación hizo imposible sacar el zapato del aprisionado pie. Intentó andar, pero el dolor paralizaba su avance y sin más solución a la vista, se sentó en una roca a esperar que alguien pasase a recogerla.

El primero en aparecer fue un campesino con una carreta cargada de estiércol para su huerto tirada por un viejo burro. "Buenas princesa, ¿Quiere que la acerque a algún sitio?" Preguntó el campesino con voz desagradable. La princesa no pudo esconder el asco que el estiércol le producía y no paraba de imaginarse las risas de la corte al verla llegar en semejante carruaje y el olor que se le quedaría impregnado en su vestido. Declinó la oferta del campesino y siguió esperando. 

Pasaron las horas y un carro enorme con rejas, una puerta trasera con cerradura y tirado por dos yeguas, se paró delante suya. Dos personas con uniforme real se bajaron y le preguntaron "¿Princesa, que hace tan lejos del castillo? Si quiere la podemos llevar hasta palacio." La princesa miró al interior del carro y pudo ver que estaba lleno de gente cuya mente no estaba en este mundo, muy sucios y sin saber mantener dentro del organismo la saliva o los mocos. Fingió estar perfectamente y declinó la oferta.

La princesa empezó a soñar con la llegada de un príncipe a lomos de un enorme corcel y que la rescataría de aquella roca. Por contra, apareció un anciano agarrado a un bastón para no caerse, totalmente desaliñado y con aspecto de no haberse duchado en semanas. Se paró  delante de la princesa, la cuál no quiso ni mirar y después de obsérvala durante unos minutos dijo:

 - Normal que te hayas hecho daño en el tobillo, esos zapatos no sirven para andar en el bosque. - la princesa hizo un gesto de desagrado con la cabeza y se tapó el tobillo con la falda de su vestido. El anciano sonrió y prosiguió - No puedes volver a Palacio en ese estado, lo entiendo. Si quiere puedo acompañarla, le puedo servir de apoyo.

- No gracias - dijo la princesa mientras miraba el hombro mugriento del anciano y un escalofrío recorrió su espalda mientras se imaginaba apoyada en él. 

- Ya veo. Le desagrada mi aspecto . Prefiere quedarse ahí sentada sin poder moverse antes que recibir la ayuda de un viejo arapiento como yo. No lo entiendo pero lo respeto. Yo preferiría que me ayudasen antes de quedarme en esa roca y que los lobos me devoren al caer la noche - La princesa dio una carcajada de incredulidad y siguió ignorando al anciano el cual prosiguió su camino con su paso lento y su respiración profunda.

Pasaron las horas y la noche empezó a asomar por el horizonte. La princesa sintió la bajada de la temperatura en su piel y a lo lejos, escuchó el aullido de un lobo. El miedo se adueñó de ella y en ese momento aceptaría la ayuda de cualquiera que pasase. Pero nadie pasaba. La princesa intentó andar pero el dolor la tenía secuestrada. Siguió mirando el camino con miedo y la noche siguió avanzando.

A la mañana siguiente, una patrulla de soldados, salió en busca de la princesa. Solo encontraron restos de su vestido manchados con sangre.

Moraleja:  El destino intenta arreglar los errores que cometemos en la vida. Que la venda de los prejuicios no te impida enderezar tu destino 



jueves, 27 de agosto de 2020

Luna

 La luna le pidió permiso al agua para mirar en su reflejo. El agua, sorprendida por tal petición aceptó. La luna, con un hechizo en la mirada observó durante horas su silueta. El agua, incómoda por sentirte altamente observada removió su superficie sacando a la luna de su trance. La luna, radiante y brillante como pocas veces al año salió de su letargo y pidió disculpas. El agua, plácida y calmada como tantas veces preguntó a la luna.


 - Luna, tú que eres el referente en el cielo nocturno. Madre de todas las estrellas que bailan a tu alrededor sin miedo ninguno. Sueño e inspiración de artistas y soñadores, princesas y faraones. ¿Por qué quieres mirarte en mi superficie?

- Agua. Tú que eres trasparente al sentido más primario, no sientes la presión de las miles de preguntas, los hechizos que me adjuntan y los deseos que me abruman. Siempre rodeada de miradas, busco una explicación a la más infinita de las preguntas.

 - Luna, tu cuerpo refleja la luz de una estrella. Eres referente entre la bruma y la tiniebla y haces que tiemblen mis mareas. Cómo dudas de tu magia infinita si hasta el ser más poderoso de la tierra sueña con poder vivir refugiado en tus laderas.

- Agua. Tú que albergas vida en tu existencia. Que cambias de estado según tú inercia y que eres fuente de deseo sin distinción de inteligencia. ¿Cómo puedo sentir consuelo si veo almas en la distancia y solo puedo anhelar lo que nunca voy a poder atesorar porque soledad es lo que  siempre voy a abrazar?

 - Luna. Miles de civilizaciones has inspirado. Todas te han rezado y miles de esperanzas has albergado. Tu sola presencia nos seducen y miles de estrofas te bendicen. No sientas envidia ni soledad pues tienes lo más importante que siempre ha movido a la humanidad. Sus sueños. 



miércoles, 26 de agosto de 2020

Reclamo

Solo fue un segundo, pero lo recordaría toda la vida. Impregnado de sacrificio y mucha confusión, intentó conquistar una victoria en lo que dura un parpadeo. Maldijo su suerte y respiró. Poco más podía hacer.

Se lamentó de las heridas y se planteó si había merecido la pena. Pero la realidad le golpeó con insistencia para que viese que no había mas salidas.

Le robó la coherencia a la locura y contuvo la crueldad de la felicidad. Solo fue un acto bienintencionado con resultado dispar. Le costó quitarse el disfraz de maldad, ese que su mente había inventado, ese que nadie podía tocar.

Poco a poco la piedra se desintegra al contacto con el martillo. Poco a poco vencedor destruye al vencido. Poco a poco mi alma se deshace con tu imagen. Poco a poco dejo de ser cobarde.  

Y como le pides al viento un deseo infinito. Entre sus sueños favoritos he guardado una canción, para que la escuche mientras viaja y la guarde en tu corazón. 


martes, 25 de agosto de 2020

Víctima

Tony se cansó de luchar durante toda una vida plagada de adversidad. Miraba sus manos y no las podía recordar sin callos ni heridas. Buscando una vida mejor volvió a encontrarse con el estruendo del silencio. 

Tony volvió a su casa obligado por una crisis ajena. Nunca había dudado de las normas que habían guiado su vida por los raíles fijados y desamparado por la costumbre no supo escoger rumbo. 

Tony se sintió torpe la primera vez que pidió ayuda. Necesitaba hacer lo único que había hecho durante tantos años, sacrificarse. Pasaban los días y los amigos iban desapareciendo dejando solo una traición como despedida.

Tony acudió al último recurso al que podía aspirar. Luchó contra molinos de vientos que se contradecían entre sí y no comprendía como tenía más valor un papel que el hambre de sus hijos. Firme defensor de lo correcto, empezó a dudar de todo. 

Tony se cansó de tener que hacer lo simple complicado. De intentar empatizar con las piedras y de ver a sus hijos pasar necesidades porque  un folio tiránico sentencia que no le pueden ayudar. Gritó, claro que gritó. Rompió normas y directrices, escupió sobre las leyes y acabó con sus huesos sobre el duro cemento custodiado por rejas. 

Tony sirvió como ejemplo con un castigo desproporcionado. No volvió a ver sus hijos durante mucho tiempo. Reconocieron que una tecla cometió el error y que era merecedor de todo lo negado, pero su pena prosiguió por no ser educado. Sus hijos continuaron sometidos a la tiranía del hambre y él solo pudo aullar a la luna. 

El único pecado de Tony fue creer en el sistema. Seguir fielmente los imposibles caminos establecido y no tener un padrino que mirase más allá de un papel, allí donde se encuentra el alma.

Con los ojos cerrados

 Cansado de escuchar al miedo empezó a jugar con la imaginación. Dudas tenebrosas formaban imponentes  muros de humo y decidió cerrar los ojos y andar. 

En su mundo ideal imaginario no había dragones ni monstruos en cavernas. No había oscuridad enrarecida y la noche siempre estaba acompañada con la luna más llena sonriendo a las divertidas estrellas que siempre le hacían reír.

Cada mañana una sonrisa dulce y cálida despertaba a todas las criaturas. Una brisa suave  regalaba felicidad a todos los que acariciaba y el dolor era un mito antiguo que murió hace mil años. 

El silencio solo se usaba para armonizar almas, nunca como arma de incomodidad arrojadiza y siempre había alguien dispuesto a cantar mientras todos bailaban. Corazones repletos de amor sintiendo la misma canción. 

Desayunaban deseo y  la pasión adornaba su cuerpo. Nunca hubo un abismo insalvable y las palabras cuidaban sentimientos sin necesidad de usarlas como armas blancas.

Volvió a abrir los ojos y el mundo imaginario no desapareció. Solo estaba oculto en los ojos del amor de su vida, aquel que lo esperaba tras los imponentes muros de humo


lunes, 24 de agosto de 2020

La gran batalla

Había una vez un soldado que desde muy joven tenía claro cuál era el sentido de su vida. Prepararse para la batalla. Se levantaba con la llamada de los primeros rayos de sol y no paraba de entrenar hasta que sus ojos solo veían oscuridad. 

Con su mente siempre centrada en su único objetivo, cuidaba su cuerpo con una severa dieta que lo haría más fuerte y rápido. No le importaba el sabor. Solo que cubriese las necesidades que su cuerpo tenía.  

Los años pasaban y esa gran batalla nunca llegaba. Perdió al amor de su vida, se cansó de  esperarlo, agotada de compartir su vida con la soledad. Perdió a los amigos, que un día lo dejaron de saludar. Perdió su juventud, divino tesoro que nunca es apreciado hasta que desaparece. 

Los habitantes de su aldea le empezaron a perder el respeto a las arrugas que surcaban su rostro. El soldado quería cicatrices de una gran batalla, sin embargo solo tenía cicatrices producidas por el tiempo. Pero el viejo soldado seguía firme en su rutina de alimentación y de entrenamiento.

Un día, sin previo aviso, su cuerpo se rindió. Cayó al suelo sin remedio y se golpeó fuerte en la cabeza volviéndose todo de un mismo color. Despertó en una cama donde un médico no dejaba de mirarle la herida en la cabeza. 

 - No necesito sus cuidados doctor. Debo seguir entrenando. 
 - ¿Entrenando para qué?
 - Debo estar listo para la gran batalla. 
 - ¿Cómo es esa batalla?
 - Será una batalla dura en la que no habrá piedad. No hay lugar para el miedo porque es mucho lo que hay en juego. No hay que mirar atrás, pues eso solo puede distraer los sentidos hacia el único objetivo, la victoria. 
 - ¿Y si nunca llega esa batalla?
 - ¡Todo el mundo me dice lo mismo! Habría sacrificado mi vida para nada. He perdido a mi familia, amigos y el amor. Lo he dado todo por un sentimiento muy profundo. Debe haber batalla, ¡Tiene que haber batalla! - gritó el viejo soldado mientras una insolente lágrima cargada de impotencia mojaba las arrugas de su cara. 
 - No se preocupe, le contaré un secreto que solo sabemos usted y yo. El golpe en la cabeza ha sido muy grave, no puede mover sus extremidades y ha perdido mucha sangre... Enhorabuena soldado, está usted ante su gran batalla.

domingo, 23 de agosto de 2020

Un rey hueco

 Había una vez un Rey sin corazón, con la piedad distraída y aconsejado por la arrogancia. Todo un mar de súbditos rendidos a su voluntad, nadie hablaba más alto del susurro para no despertar al monstruo que llevaba dentro. 

Mirando siempre a través del desprecio, el rey paseaba su poder por las calles, disfrutando como miles de miradas se enmarcaban en el suelo y no se levantaban hasta que hubiese pasado. 

No sabía lo que era la amistad y tampoco la quería. Firme creyente de que los amigos, el amor y la bondad te hacen más débiles. Pasaba la mayor parte del tiempo solo, desconocedor de una sana conversación, nadie lo había escuchado reír nunca. 

Un día, el reino entró en guerra con un viejo enemigo. Todo preparado para la batalla, el arrogante rey no preparó el combate. No sabía de estrategias, no estudió al enemigo, nunca habló con sus generales. Aún así, confiaba en la victoria, cegado por su propia vanidad. 

Rodeado de enemigos y con su ejército rendido, el Rey sintió miedo por primera vez. Suplicó por su vida y sus rodillas sintieron el peso de su cuerpo. El rey enemigo, sabedor de su carácter, tomó una sorprendente decisión.  Llevaría al Rey a su reino y sus propios súbditos decidirían si lo ejecutaba o si lo dejaba vivir. 

Amordazado en mitad de la plaza. El Rey enemigo invitó al pueblo derrotado decidir sobre la vida de su Rey. El recuerdo de su tiranía recorrió la mente de todos los que presenciaban la escena. El Rey derrotado suplicaba con la mirada y una sensación de arrepentimiento inundaba su corazón. Si alguna vez hubiese imaginado que su vida iba a depender de sus súbditos, nunca los hubiese tratado mal. 

"Deja que viva" dijo una lejana voz entre el pueblo. Todos empezaron a buscar el origen de aquella frase, y un viejo aldeano se acercó apoyado en su bastón.  "Conozco a este nefasto Rey desde que era un bebé y siempre ha sido ruin y rencoroso. El peor Rey que nunca podríamos tener. Pero está hundido y derrotado, si lo ejecutamos ahora, seríamos igual que él y yo no podría vivir con el recuerdo del rencor en mi alma. Así que yo voto porque viva, porque sé que soy mejor persona que él" 

Todos lo que estaban allí aplaudieron las palabras del anciano y votaron que lo liberasen. Con lágrimas en los ojos, el Rey vencido se levantó ya sin ataduras y corrió para refugiarse en su castillo. No dijo gracias pues nunca aprendió a decirlas. 

Pocos días después paseó como siempre por las calles de su reino y pudo observar como nadie le hacía una reverencia. Miradas de pena lo acompañaban y el Rey sabía que le debía la vida a toda aquella gente. Ahora era él quien agachaba la mirada al paso de sus súbditos. Sin saber cómo actuar, volvió al castillo. 

Con un conflicto infinito en su interior, el Rey no pudo aguantar y se suicidó. Había recibido mayor castigo que la ejecución. Había recibido una dosis demasiado grande de humildad y la vanidad le impidió aprender. Y ese fue el fin de la arrogancia en ese reino. Los siguientes mandatarios cuidaron y respetaron al pueblo pues todo se sustenta en ellos, y el reino vivió una etapa nunca conocida de prosperidad y riqueza, pero sobre todo, de felicidad.



viernes, 21 de agosto de 2020

Tragando saliva

El tiempo se fijó en mí y yo no supe que decir. Murió entre mis manos aquel instante regalado y de nuevo lo despedí en la distancia. Entre lunas nace un anhelo y lo guardo entre mis tesoros esperando que la realidad lo reclame.

En algún Dios me he inspirado pero lo acabo sacrificando ante mí necesidad. Nunca he viajado a lomos de la incoherencia que se enfrenta a la verdad de mis sentidos.

Limpiando la alacena de viejos sentimientos, escucho la voz de un desconsuelo suplicar un oído al que llorarle. Eran las certezas de un adolescente valiente que simplemente se durmió. Despertando en un mundo desconocido y con la sonrisa de la ironía en la cara de la sabiduría.

Resaca de la verdad que cansada de gritar se ha dado por vencida. Ya no hay nada que perder, solo una vida desganada. Ensuciada en mil batallas nadie se fijará en la derrota que siente en su interior el gran vencedor. 

Gotas de realidad ocultadas para seguir creyendo en preciosas mentiras. La normalidad nunca fue llevada a juicio y tan solo el premio de una vida que no será peor es bien recibido. 

Pero nunca fue suficiente tener mucho pero si no cubre necesidades. Agonía del sabio que desesperado no sabe cómo decir que es tu vida la que estás viviendo, no dejes que otros la gobiernen.

El temor del fantasma

De nuevo el mismo sueño. La misma escena familiar en un sitio desconocido. La misma sonrisa entrañable dibujada en un rostro querido y la sensación de plenitud contrastaba con el vacío diario. Las mismas palabras de siempre y de nuevo las ganas encadenadas sin motivo aparente de querer abrazarte, pero nunca llega. Los años han caído sin descanso desde tu accidente y solo en mis sueños puedo volver a verte. Maldito despertador que arruinas mi momento. 

Me levanto y ahí está mi imagen en el espejo hablando de cansancio, suplicando cuidado. Pero mis ojos no dejan de recordar el sueño que cada noche regresa a mí. Te miro y suspiro. Te hablo y me vacío, pero nunca llego al momento en el que me quiero despedir de ti. Tan rápida fue tu partida. Tan injusta fue la vida que solo quiero regresar y acabar diciéndote lo que nunca pude.

Ahogado en la desesperación, otra noche más en la que el sueño me visita. No sé cuánto más puedo aguantar, sin duda es la perversión del destino. Antes de mirarte a los ojos y despedirte hacia lo eterno todo se rompe en mil pedazos y vuelvo a no poder volcar mi cariño en tu alma. 

Sin meditarlo dos veces me dejo seducir por la radicalidad. Varias pastillas se alojan en mi estómago y esta vez no me voy a despertar tan fácilmente. De nuevo el mismo escenario y tu imagen inunda mis ojos, pero esta vez tu mirada es diferente.

 - ¿Qué has hecho hijo mío?
 - Me he tomado unas pastillas para poder dormir y así no despertar antes de tiempo. 
 - Tu ansiedad se ha convertido en locura. Has ingerido demasiadas pastillas y puede que tu sueño sea demasiado profundo. 
 - Pero yo solo quería dormir lo suficiente como para poder despedirme de ti. Para poder abrazarte y decirte que nunca te voy a olvidar.
 - Hijo mío, no eras tú el que se despertaba, era yo el que se iba. No quiero escuchar tu despedida pues yo también siento miedo de no volver a verte. Así cada noche tengo una excusa para que me recibas en tus sueños. Yo también deseo tus abrazos y volverte a sentir. Pero que no me puedas ver no quiere decir que no esté a cada minuto contigo, cuidándote, queriéndote. 

Nos abrazamos entre una lluvia de lágrimas y nos intercambiamos el cariño que nos debíamos. Esta vez sí pude decirte "te quiero" pero no me despedí porque así volvería a verte. 


jueves, 20 de agosto de 2020

El último truco de magia

 Había una vez un mago que iba de pueblo en pueblo presentando su espectáculo. No llevaba escenario ni conejos en la chistera. No utilizaba aros ni Barajas de cartas encantadas. Solo una vieja bolsa de cuero en la que guardaba todo lo que necesitaba.


Entró a la plaza de aquel desconocido pueblo y se acercó a una anciana que permanecía sentada en un banco. Se presentó como el mejor mago del mundo y la incredulidad volvió a responderle. "Señora, puedo conseguir lo que más desee con solo pedirlo". Dijo el mago mientras miraba en lo más profundo de los ojos de la anciana. "Quiero volver a tener 25 años" contestó sin pensar.


 - Cierra los ojos y respira muy profundo - el mago colocó una venda en los ojos de la anciana - solo ves oscuridad, todo está negro. Pero ¿Qué es eso? Una pequeña luz se acerca a ti y te toca la mano, es calentita y agradable. Poco a poco se hace más grande, no tengas miedo. De pronto, se ha hecho tan grande que ocupa todo el espacio y te encuentras en la plaza del pueblo y tienes 25 años. ¿Qué ves?

 - No, no puede ser - balbuceó la anciana- allí está la vieja tienda de Pepe... Y mira, es el tendero con esas pipas que tanto me gustaban y.... ¡Oh Dios mío! Allí está mi familia. Mi padre, mi madre, mis hermanas y mi abuela. Había olvidado sus rostros y puedo verlos - un incesante río salado brotó de los ojos de la anciana - Dios mío, los estoy abrazando y recuerdo su olor, ¡Sus voces, vuelvo a oír sus voces! 

La anciana no podía ser más feliz. Se quitó la venda, miró al mago con toda la gratitud que podía albergar en sus ojos y le preguntó "¿Quién eres?" 

- Soy la muerte. Tu tiempo en la tierra se ha acabado y he venido para mostrarte dónde vas a ir y toda la gente que te está esperando. No tengas miedo, te prometo que todo será rápido.

La anciana miró a su alrededor y solo vio soledad. Ya no le quedaba nadie en esta vida y sabía que este día tenía que llegar.

- Te he estado esperando - dijo la anciana con su dulce sonrisa de siempre.

Ambos entraron  en la casa de la anciana cogidos del brazo. Solo el mago salió...



martes, 18 de agosto de 2020

Anclado a tus ojos

Entre las sombras se movía la memoria de Marcos. Esquiva e irrespetuosa nunca estaba ahí cuando más la necesitaba y la desesperación brotaba como llamas en una gigantesca lumbre en la indignación de Marcos, pero no recordaba cómo cabrearse. 

Un día vio una película en la que el amor impregnaba las miradas de sus protagonistas. Marcos no recordaba lo que era el amor y salió a buscarlo. Miles de personas ante una misma pregunta y ninguna respuesta con certeza. Titubeos, contradicciones, palabras vacías usadas para no decir nada. Marcos pensó que no era el único que no sabía lo que era el amor. 

Marcos leyó en un anuncio la frase "sé libre" Así que salió a preguntar qué era la libertad. Unos dijeron que no trabajar, otros que tener dinero pero para eso hay que trabajar, hubo quien dijo que la libertad está en los pequeños detalles de la vida cotidiana. Marcos sintió que habia hablado de libertad a un grupo de reclusos que solo sueñan con ella. 

Durante un paseo, Marcos vio a un grupo de amigos reír y divertirse y quiso saber qué era la felicidad. Le preguntó al grupo de amigos y unos dijeron que no tener problemas, uno que sonreír mucho, otros ser positivos, algunos que saber mucho y otros que saber muy poco. Marcos sonrió y no sintió nada diferente. Reflexionando en un largo paseo, pensó que la felicidad es algo  que dura lo mismo que una estrella fugaz en el firmamento y que estamos más tiempo añorándola que disfrutándola.

Marcos dejó de recordar lo que era la amistad y llamó a los contactos de su agenda para preguntar si eran amigos. Muchos se alegraron de escucharlo y le hicieron promesas que nunca cumplirían. Otros olvidaron a Marcos justo en el momento en el que más ayuda necesitaba. Otros encontraron tiempo entre sus costuras para visitarle y darle un abrazo. Marcos supo que la amistad es una joya envuelta con muchas capas. Puedes rodearla con toda la gente que quieras, pero al final, lo más valioso es pequeño y no todos pueden formar parte de ella. 

La mujer de Marcos se acercó a él entre un mar de rostros y le preguntó "¿Sabes quién soy?" Marcos, asintió, la abrazó entre una cortina de lágrimas y la besó vaciando un dolor profundo. "Claro que sé quién eres. Nunca podré olvidar la parte de mí que vive en ti" En ese momento Marcos supo lo que era el amor, lo que era sentirse libre de poder amar incondicionalmente, se sintió feliz al rodearla entre sus brazos y reafirmó que su gran amor también era su mejor amiga. 

lunes, 17 de agosto de 2020

Disipar

Contó hasta tres y no fue bastante. Se sentó para descansar y las algas adornaron sus esperanzas. La electricidad recorrió su boca y sintió dormida la lengua. La misma excusa de siempre pero con distinta máscara, no llames tranquilidad a la soledad, no ocultes a la cobardía en el laberinto del que no quiere salir. 

Y lo mejor que hiciste fue no pensar. Arrancar al miedo de tu mente y abandonar escenarios que se esfumaron tras tus primeras palabras. Una tras otra cayeron como pesados sentimientos que no te dejaban volar. Sin querer nada a cambio, ya estabas aliviado. 

Esperaste la visita de miles de lágrimas que no aparecieron. Quizás tus lagunas se secaron en pasados inciertos. Crees que el camino se despeja, pero sigue sin ser fácil caminar entre la niebla. 

Montado en la montaña rusa de tus sentimientos recuerdas la paz que una estabilidad incierta te proporcionó. Sabes que todo lo que venga será mejor, te lo dijo tu intuición ciega. 

Manos al cielo implorando una señal que te envía en forma de sonrisa. Susurros del alma adornando tus cicatrices y por fin consigues la verdad encontrada en abrazos insolentes.  No te asustes, solo es paz lo que sientes en tus latidos, no huyas, es solo la bondad que te besa aunque no tenga sentido. 


domingo, 16 de agosto de 2020

El puzzle de Álvaro

 Álvaro encontró una pieza de su puzzle en la cara oculta de la luna. La guardó sabiendo que la volvería a perder y sin duda la aventura sería maravillosa, pero no exenta de mucho dolor. 


Álvaro buscó en el fondo de un lago respuestas que solo el viento le podría contestar. Empujado por el presentimiento actuó y creyó que su intuición le había fallado. Pero ella nunca falla, solo supo que Álvaro necesitaba una experiencia que poder contar. 


Álvaro se sintió derrotado cuando no tuvo fuerzas para seguir buscando y en casa se resguardó. Entre miles de pliegues de sus recuerdos encontró una pieza olvidada pero sumamente importante. Cómo es el destino, a veces nos hace sentir frustrados para luego regalarnos una gran victoria.


Álvaro siempre supo que los sentidos son superticiosos y no creen en las esencias más allá de lo carnal. Álvaro discute y discute pero nada consigue con quién no quiere saber. Concentrando su energía más allá de su cuerpo, encuentra verdades escondidas más allá de los sentidos. 


Álvaro creyó que el corazón se le iba a quebrar cuando encontró la última de sus piezas. Escondidas en los ojos de su amor desconocido habló con el alma y le pidió que nunca se la entregase. Así nunca dejaría de verla y siempre se sentiría completo abrazado a ella. 


viernes, 14 de agosto de 2020

Mi medio pistacho

 Ella, dulce deseo de la esperanza más ancestral escondida en un envoltorio perfecto solo buscaba la verdad y escribirla en lo más profundo de sus anhelos. 


Él, enjambre de nervios previos a la locura que escondía sus ojos, usó el timbre grave de su voz intermitente para desgranar cada una de las gotas que de su alma brotaban y con el inherente miedo a una oscura reacción que nunca se produjo. Solo percibió libertad 


Ella, energía ausente de maldad, pura y brillante solo quería complementar lo que algún día soñó que sería la felicidad. Rebosante de amor solo deseaba un alma gemela donde depositarlo. 


Él, humillado en una mentira disfrazada de verdad, aguantando golpes llamados caricias, aprendiendo a andar por dónde antes se arrastraba. Sintió las caricias donde solo había soldados, desterró los complejos y los cambió por su besos. Ayudó a la estima a ver amaneceres.


Ella, condenada a pagar una condena ajena, a cargar con el peso de una cruz con otro nombre, a seguir un camino que le lleva por el dolor de siempre. Pudo correr y no quiso, se convirtió en un faro de inagotable paciencia con la única esperanza inquebrantable de que todo habrá merecido la pena.


Él, cobarde en su baile, ansioso ante la verdad y seductor de las madrigueras. No tuvo más remedio que salir del laberinto y abrazarse a la bondad. Escuchar un sin fin de quejidos y coger la mano que siempre le quiso ayudar.


Ellos, dos mitades que no se buscaron pero que se encontraron. Locos profundos que se abrazaron sin importar los nombres. Suspiros nocturnos que acarician sentidos embriagados de pasión.


Ellos, que nunca habían sido separados y juntos volvieron a nacer. Que mostraron sentimientos ante las ventanas que no parpadeaban. Que mezclan al ángel y a la bestia en una misma cama. 


Ellos, encantados de dar por fin consiguen recibir. Recargan besos en un instante sin fin. Sonríen con lágrimas cuando las palabras estorban. 


Ambos son dos mitades de una verdad que solo ven cuando miran al espejo. Ambos encontraron un sueño y lo convirtieron en real. Ambos se quieren y nada ni nadie lo podrá cambiar.



jueves, 13 de agosto de 2020

El fin de lo eterno

 Siéntate a mi lado, en el sitio de siempre, y descarga la pena que tú rostro arrastra, que mi fuente está lista para llenarse de tus lágrimas.  Suelta el pesado equipaje que el destino ha depositado en tu dolorida espalda y por un segundo siente la ingravidez de mis palabras.


Deja de mirar eternos fantasmas que amenazan tu vida y mira tú presente dolorido. Que él te está gritando que necesita tu ayuda y tú solo piensas en lo eternidad de lo divino. Regresa de tu viaje por las estrellas que el suelo es tu destino y acumula disfraces en la alacena que solo con tu piel serás bien recibido.


Una tras otra las defensas van cayendo. Aquellas que servían a una derrota programada, aquellas que saben que se han equivocado. No debes nada a nadie pues nadie hizo nada. Siéntete orgulloso de tus logros pues murieron con la ausencia de ayuda y vuelve a empezar a caminar de cero que solo es el barro el que te ralentiza. 


Cierra los ojos y traga el veneno. Que ya eres inmune a la traición del universo y aún no has descubierto cual es tu mayor fortaleza. Aplica tus sabios consejos en tus profundas heridas que las lágrimas se secan al sol de la esperanza y tu sonrisa marca mi nuevo amanecer.


miércoles, 12 de agosto de 2020

Insolente reverencia

 De nuevo has llegado aquí, a la soledad del jardín olvidado, a la transición del silencio en melancolía, a la locura convertida en arrepentimiento. Sal de la frontera que oculta tus más profundos sentimientos y abre tu baúl donde guardas todo aquello que se ha vuelto tóxico. 


Mira mis labios queriéndote hablar. Mira mi corazón como se oculta entre nubes. Lucha de titanes en mi cabeza donde solo puede reinar la verdad, aquella que antaño fue desterrada. 


Que profunda danza triste has conseguido inventar. Lamento tus sentimientos. Ni en un rincón a solas podrás llorar y eterno será tu sufrimiento. Y qué culpa tendrá nadie de que en tu pecho habite un corazón. Sin maldad ni  armas ha salido a pasear, pero alguien lo ha debido secuestrar. 


Deja tu alma apollada en aquella silla. Conmigo no la vas a necesitar, pues ya me siento muerto en vida y vacío me vas a encontrar. Luna creciente que siempre traes bonitos recuerdos, esta vez no preguntes por mí, pues me pierdo en la noche. Pienso en la soledad oscura y siniestra abordando mis sueños y solo acepto mi castigo pues de errores he empedrado mi camino y por ahí debo volver a pasar. 


Maldita la hora divina que un sueño me viniste a regalar. Ahora que todo ha acabado, ahora que ya no puedo jugar. Silencia los llantos de una cruel traición y entona lo que siempre has sido, un vulgar ilusión. 


martes, 11 de agosto de 2020

Mi muro

Con mi muro me encuentro y le hablo de sentimientos. Dibujo su contorno de increíbles colores que visten mis pupilas y hacen más alegre su presencia. Pero no deja de ser el eterno muro que corta mi camino. Miles de macetas, miles de flores, cada vez más alegre en su apariencia. Pero continúa siendo mi muro. Quiero saltar, ver qué hay al otro lado, quiero seguir viviendo, pero no me deja pasar. Le he insultado, le he golpeado, lo he ignorado... Pero sigue siendo mi muro. 

Olvidando que yo lo construí, comienzo a buscar respuesta en el tiempo, en el universo, en la experiencia. 

El tiempo me habla del pasado. Me muestra un camino despejado y me da clases de sensatez en momentos de nerviosismo. Miles de horas acumuladas para hablar de lo que debía. Clases magistrales de lo hipotético y lo auténtico... Pero ahí sigue mi muro.

El universo me muestra lo insignificante que es mi vida. Grandiosas constelaciones repletas de océanos de estrellas que disminuyen con su belleza la importancia de lo relativo... Pero ahí sigue mi muro. 

La experiencia es la más sabía de todos. Con mirada cansada habla de lo bueno y de lo malo. Señala lo que siempre ha estado oculto y adivina pasos que jamás habría visto. Consejos que llenan mis bolsillos y enciende una pequeña luz en mi niebla... Pero ahí sigue mi muro.

Sin nada más que hacer ni qué decir me arrodillo ante él. Suspiro con todo el sufrimiento que mis pulmones pueden albergar y comienzo a llorar. Mis manos cubren mi rostro y se mojan con un ritmo incesante de gotas saladas. Agacho la mirada y la veo aparecer. La llave que abre el muro. Ha estado en mi durante todo este tiempo. He sufrido y he llorado por algo que siempre ha estado en mí mientras yo buscaba lejos.  Sé que ahora puedo salir, sé que aún no es tarde. Voy a vencer a mi muro. Miles de miedos, dudas e ilusiones luchan por un puesto en mi cabeza. Introduzco la llave, giro la cerradura y...


lunes, 10 de agosto de 2020

Confío en ti

 - ¿Por qué lloras? 
 
 - Tengo miedo de la verdad. Me hace daño.

 - Es que la verdad tiene que hacer daño. Porque siempre va a explotar la mentira en la que vives. Cada charla con ella te mostrará rincones que nunca habías imaginado. Sentirás como completas tu lista de conquistas y sabrás que ha merecido la pena. Al final de un duro día de batalla, mirarás a la verdad a los ojos y le darás las gracias.

 - ¿Por qué no caminas?

 - Porque confié en quien me debía cuidar y me he perdido.

 - No todos los caminantes son guías, y no todos los mayores son sabios. Pero que no reconozcas tu camino no quiere decir que debas dejar de andar. Tu destino te está esperando, él sabrá mandarte las señales para que reconozcas su esencia. Pero si te sientas y lamentas, el destino se marchita y muere a otro día. No pienses en las cosas que no volverán, no mires las heridas que ya han cicatrizado, mira al cielo y deja que tus pies se muevan. Sólo así podrás volver a ser quién eras.

 - ¿Por qué te lamentas?

 - No quiero hacerle daño a nadie y por eso siempre estoy solo.

 - Deja de vivir tu vida a través del miedo. Actúa siempre con bondad y evitando la maldad. Es inevitable hacer sentir dolor, sobre todo a quien quieres, pero tus actos son un fiel reflejo de tu alma. Nunca te escondas, que la verdad sea tu bandera. Que el dolor es un arma que muchos arrojan para vivir tu vida mejor que tú mismo. Habla a cada momento con la conciencia, que ella esté feliz y contenta. Y olvida lo que ocurrirá, porque el futuro es un final que siempre sorprende.

 - ¿Qué haces aquí, en estas montañas tan alejadas?

 - He venido a olvidar mis fantasmas.

- Nunca podrás huir de lo que forma parte de ti. Ellos están en tu interior y son tu equipaje. No podrás disfrutar del aire fresco si tus pulmones están contaminados. Cierra tus ojos, siente lo que te rodea, saborea el aroma de la naturaleza, siente que formas parte de ella. Relativiza todo lo que te aflija y ahora conviértelo en algo tan chico que puedas eliminarlo para siempre de tu vida.... Y disfruta de esta maravilla que es tu vida. 



domingo, 9 de agosto de 2020

Mi querido monstruo

 Un manto invisible ocultó al monstruo que vivía en ti. O quizás mis ojos de madre no quisieron ver que mi hijo podía ser imperfecto.  

Cada vez que te veía llegar a casa sin apenas poder moverte y hablando un lenguaje que solo tú entendías, pensaba que era una inocente borrachera espontánea y que la juventud era sinónimo de locura. 

Pero se empezó a volver cada vez más frecuente, cada vez más fuerte. El recuerdo de mi precioso hijo susurraba que eras perfecto y mi ayuda necesaria llegó tarde. Incluso cuando tus ojos gritaban que no podía más, me quedé sin hacer nada.

Marcas rojas en los brazos, extrañas bolsas con restos de un polvo blanco y tú, hijo mío, durmiendo en un charco de tu propio vómito. Era el mejor momento del día. Tu despertar era el preludio del terremoto. Con los ojos inyectados en sangre me pedías un dinero que yo necesitaba para poder comprar comida, no quise contar los kilos que perdí por no tener nada que comer. La vergüenza me impedía pedir ayuda.

Las lágrimas eran toda la compañía que tenía a diario. Te habías llevado todo lo que tenía algo de valor para venderlo y mi cuerpo cada vez estaba más lleno de moratones ya que tu ira era infinita cada vez que no conseguías algo con lo que comprar dinero. El día que me quedé desnuda ante ti para mostrarte que ya no tenía nada más que darte, vi una chispa de pena en tu mirada, pero pronto tu necesidad la borró.

Cada día me preguntaba cómo me verías a través del monstruo. Si me reconocerías, si aún sentirías cariño por mí.  Cada día me preguntaba si aún me seguías queriendo, si recordabas nuestros juegos de cuando eras niño. Cada día, suplicaba que entrases por esa puerta volviendo a ser quién eras. Cada día, me arrepentía de desear que te encerrasen de por vida en una cárcel y no te dejasen salir.

La policía ya te conocía y siempre intentaba convencerles de que eras un buen chico. Pero el robo con fuerza empezaba a ser tú única fuente de ingreso y la familia, amigos y vecinos nos habían dado la espalda.

Mi infierno empezaba en el momento que abrías los ojos, pero no te iba a abandonar pues eras mi hijo. Quise ver la luz del túnel cuando, después de pasar un tiempo en la cárcel, saliste listo para cambiar. Mi orgullo te abrazó y creí ciegamente en tu cambio. Hablamos con médicos y psicólogos y todos los días seguías una pautas que se te hacían muy difíciles seguir. Quise ayudarte con mis gestos de cariño

Pero el infierno más cruel empezó el día que volvió a llamar la policía a mi puerta. De nuevo le ha vencido ese maldito monstruo, pensé, y habías vuelto a robar a una pobre chica abrigado por la noche. Pero esta vez volviste a atravesar tu vena  por última vez. Tu cuerpo no pudo soportar la mezcla de droga y fármacos que tomabas y el monstruo por fin venció.

Y ahora veo el alivio en los ojos de los que me dan el pésame. Y yo pienso ¿Que hago ahora, muerta en vida, sin mi hijo al que abrazaba? Pocos eran los segundos en los que el monstruo me lo devolvía, pero cada uno de ellos merecía la pena.


viernes, 7 de agosto de 2020

Hoy lo sentí

 Discutí con el pasado, que no deja de arrojarme errores sin piedad. Da igual lo mucho que corra, lo mucho que me esconda, siempre me encuentra y cada vez grita más. Discutí con el presente por no querer mirar. Olvida el camino trazado y siempre duda al caminar. Tiempo perdido hipnotizado por las musarañas o carreras vertiginosas cuando más despacio se debe respirar. Discutí con el futuro que siempre se burla de mi. Me muestra sueños de fácil conquista para luego empinar el camino y hacer más dura la caída.


Perdoné al viento que se llevó tus palabras y solo me dejó silencio. Me arropó en un abrazo sin cuerpo y comprendí que vivía en el recuerdo. Perdoné a la ironía por usarme como juguete. Siempre mostrando las dos caras de la moneda que sin vehemencia hace estragos en mi agitada paciencia. Perdoné a la mentira, que entierra a la verdad silenciando sus latidos. Pero nunca más volverá a tener tanto poder como para poder reinar.


Saludé a la victoria de una dura batalla en la que mis miedos por fin perdieron terreno ante el deseo. Glorioso triunfo bañado con la alegría de la ilusión. Saludé a las heridas que la satisfacción cura cerrando las puertas a un dolor que no es bien recibido. Saludé a mi reflejo en el espejo al que por fin reconozco. Dejo de preguntarle sin respuestas y solo asiento convencido que se va a quedar mucho tiempo. 



jueves, 6 de agosto de 2020

Rendido a la tormenta

Sucedió hace tanto tiempo que la memoria debe recorrer un largo viaje entre las brumas que la estela de los recuerdos deja. Tan larga es la distancia y tan grande es el olvido que solo el vértigo es capaz de recorrer la distancia que el abismo sin ti produce en mi alma. 

Suave parece la brisa que predice la llegada del huracán. Sentado en el centro de la tormenta veo tu recuerdo pasar. No puedo controlar mis movimientos y alargo mi mano en busca de tu esencia. Solo encuentro el humo que desaparece al soplar tu nombre. 

Ya está bien porque no puedo más. Estoy cansado de tapar mis alas, estoy harto de cubrir mi cara con velos que me ocultan la verdad. Vuelvo a decir basta sin que el miedo engrillete mis sentidos. Ahora mis lágrimas serán de orgullo.

Siento como mi piel se desprende de la dura armadura que la ha estado cubriendo. Sabor amargo que recuerda la dulzura de tus besos y dejo de recordar cómo era el camino para descubrirlo caminando.

Rendido a los pies de tu mirada, siento tu caricia aletear en mi cara. Cierro los ojos y nada enturbia tu sonrisa. Dibujas un arcoiris en mis pupilas y sé que la tormenta ha pasado, he llegado al destino, que son tus abrazos que curan mis pesadillas.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Desenterrando sueños

Sin volver a crecer en una orilla abandonada, mi flor se seca. Sin un aliento que le susurre a lo eterno que fue bendecido por tu aliento, esbozo una sonrisa. Encuentro cuentos de hadas oscuras en los posos de una copa de vino y ensalzo la vehemencia de una locura marchita que sin duda nadie se explica cómo ha llegado hasta aquí. 

Debo creer que no fue un sueño. Debo creer que todo fue cierto. Debo subir a lo más alto de la cordura y lanzar a los cuatro vientos aquello que multiplica lo ideal de un deseo y acuna a la fantasía para que siga produciendo los más profundos anhelos que en mi vida habita.

Levanto el polvo de un pasado deshecho con cada paso hacia la realidad. Algunas tormentas de lágrimas no me dejan descansar y en un resquicio de la memoria he guardado lo que debía abrazar. 

Cada esencia me exige su permanencia. Abordado por la sensación de que nada va bien, lo único cierto es que tú eres la artista que dibuja sonrisas en mi cara. Fiel pincel de dulce sabor que aguanta un maratón sin doblarse. 

Acuno al ave fénix que quiere dormir en mis brazos. Cómo hacerlo sonreír si nunca ha dejado de ser feliz. Repito frases dictada por el alma famélica que solo se alimenta de miradas en el espejo. 



martes, 4 de agosto de 2020

Adiós mi princesa

Tu mirada inocente, tu cuerpo menudo. Desde el primer día fuiste mi razón, el mayor de mis logros, mis sueños y mis desvelos. Entre mis brazos mil veces te he acunado y nunca te va a faltar un te quiero, una caricia, un beso sincero. 

Pero los años pasan y mi princesa se convierte en reina. Tus ojos me siguen hablando de inocencia, pero tu cuerpo se hizo mujer y aún no me he dado cuenta. Le pregunto al pasado dónde me he perdido y descubro que es solo el amor de un  padre lo que ha cegado mis ojos.

Miradas como hienas secuestran tu silueta. Sangre hirviendo que bombea mi corazón. Ojalá pudiese guardarte en una urna para que nadie te apartase de mi lado. Ojalá el tiempo muriese y alcanzase al pasado para juntos seguir durmiendo nuestras siestas interminables. 

Te encuentro de la mano de un bastardo ladrón. Sonrisas y abrazos que yo no provoco, quiero que mi corazón me abandone, quiero exiliar el dolor. La traición siembra tu nombre y jamás entenderé que has aprendido a seguir tu camino. ¿No te das cuenta que nadie te querrá como yo? ¿Qué nunca te haré sufrir? ¿Qué puedes pedir mi corazón y te lo serviré en bandeja de plata?

 Me siento obligado a protegerte del maldito juego de adultos, que tu piel aún no tiene cicatrices y la mía se volvió dura como el cuero. 

Quiero gritar al que arrebata mi estrella, que no la trate como a una más, pues mi vida se va con ella. Que daría todo por una sonrisa sincera y que sus lágrimas son puñaladas que van directas a mi alma. Hazla feliz porque es el único deseo que le pido a esta vida y no te comportes como si fuese un juego pues lo que yo siento es un amor verdadero que no consigues comprender.  Te llevas lo mejor que hay en mí, te llevas lo único por lo que algún día moriría. 

Mientras seguiré acostado en su cama soñando con los cuentos que le contaba antes de dormir, con sus manos tocando mi nariz y su aliento expulsando la paz que un día me regaló.

lunes, 3 de agosto de 2020

No la escuches

A la sombra de un infierno abría los ojos diariamente. Miedo a respirar más fuerte de lo debido con tal de no despertar al diablo esquizofrénico. Sin saber en qué madriguera esconderme busqué consuelo en una justicia que creí divina.

Inmunidad soberbia que destruía mis capas de inocencia. Palabras que agotan mi enfado pero que no cubren una herida que realmente me hizo daño. La palabra olvido tantas veces repetida. Aquí tienes tu comodidad, sustentada por mis cicatrices.  ¿No te das cuenta que el silencio no es la solución? ¿Acaso no ves que no soy yo quién tiene que pedir perdón?

Odio al odio que nace en mí, pero es solo un sistema de defensa que me has obligado a construir. Jamás quise utilizar la fuerza pero miro mis manos, tiemblan. 

Vuelvo a tus faldas con la maldad  ensañándose con mi rostro. No me duele tanto como tu venda en los ojos. ¿Acaso no ves que soy un títere con sentimientos? Sigo sin comprender que el egoísmo se esconda tan profundo en tu cuerpo. 

Y aquí está, el rencor sin remedio. Ha nacido a la sombra de tu anhelo. Nunca me sentí protegido cuando más débil era. Nunca sentí la justicia mientras me bañaba en las lagunas del dolor. 

Siento que ya nunca seré el que podía haber sido. Tus malas decisiones son una estela que nunca se ha perdido. Notoria es la falta de seguridad, más preocupada en que nadie sacase la cabeza por encima de la tuya, olvidaste un trabajo que nunca realizaste.

Ya no te puedo ver con mirada sincera. Mis palabras serán secuestradas por el rencor que a cada latido mi alma recuerda. Te quiero porque es mi deber, pero no pidas más de lo que la vida me obliga. Intentaste coser heridas con saliva, ahora no te necesito, quédate con tu comodidad que total, es lo único que has buscado toda tu vida.


domingo, 2 de agosto de 2020

Miedo de cartón

El miedo le arrebató la sombra a la noche. Nacho soñaba con la felicidad desde el más absoluto pánico. Incesante era el monstruo que lo perseguía y lo hacía temblar.

De silueta oscura, un gigante de ojos verdes lo acosaba sin cesar. Un día tras otro, no era forma de vivir, no dejaba de sufrir.

Escondido entre los escombros de su soledad, Nacho recordaba la primera vez que lo vio. La negación resonó en su cabeza y la creencia de poder cortar en cualquier momento le sirvió de fantástica ilusión.

Pero Nacho ya no podía más. Quería dejar de temblar, de hablar con voz quebrada, de no ser feliz. La decisión no implica la ausencia de miedo y Nacho tuvo que luchar ferozmente contra sus instinto de salir corriendo. 

Cada vez más grande, cada vez más fiero. El monstruo se dirigió hacia Nacho con terrible estruendo. Solo un paso atrás lo recibió, pero enseguida Nacho golpeó con toda la inferioridad que había sentido durante tantos años...

Y el monstruo se derrumbó. Nacho pudo ver que estaba hecho de cartón, un miedo débil y sin razón lo había estado consumiendo. Un miedo que podría haber derrumbado en cualquier momento. Un miedo que no era para tanto.

Nacho sintió vergüenza de haber estado sometido sin razón. De no haber encontrado la valentía antes.  De haber dejado de ser él. Su vida ha cambiado y por fin ha retornado a la senda de la felicidad.

¿Y tus miedos, de qué están hechos?