jueves, 31 de diciembre de 2020

Faro

 De tu sonrisa nació un "te quiero" que inundó mi boca, no pudiendo albergar todo lo que mi corazón sentía.

De tus manos brotaron caricias que inundaron de bondad mi piel curando las heridas que a simple vista no se ven. 

De tus labios afloró un universo con matices divinos que envuelve y deshace mis peores miedos.

De tu alma procede un sol que alumbra mis sentidos, calienta mis entresijos y siento que no merezco recibir más. 

Y yo solo puedo agradecer haber seguido en mi camino pues en él ha sido donde te he vuelto a encontrar.



miércoles, 30 de diciembre de 2020

Sé feliz

Había una vez un joven con una dolencia tan única que apenas supieron ponerle nombre. No sabían ni como, ni cuando, ni por qué; lo único que tenían claro era que le quedaba apenas un mes de vida. Sintió como el mundo se derrumbó a sus pies. 

Quiso correr y aliviar su dolor en brazos de algún ser querido. Pero pronto pensó que sería un acto sumamente egoísta. Le quedaba tan solo un mes de vida y no quería que nadie estuviese un mes compadeciéndose de él. Así que tomó una valiente decisión, intentaría hacer a todo el mundo lo más feliz posible durante el tiempo que le quedaba sin contar nada de su enfermedad.

Día tras día, recibía a todo el mundo con una sonrisa. Intentó recuperar los abrazos que no había dado a sus seres más queridos. Escuchó cada palabra de dolor que volcaban sobre él. Sin darse cuenta, había mejorado la vida de los que le rodeaban, pero sobre todo la suya. "Qué pena que todo vaya a acabar tan pronto" pensó. 

Pero pasó un mes, mes y medio, dos y nada ocurría. Se sentía igual que cada día, pero el miedo empezó a apoderarse de sus actos. Cada minuto sentía que era el último. Cada segundo lo vivía en alerta. Pronto desapareció su sonrisa. Ya no le aprecia abrazar y dejó de escuchar los problemas ajenos.

Sin pensarlo dos veces, fue a la consulta de su médico para recibir explicaciones. Todo quedó en un error a la hora de leer unos resultados. Llegando a la conclusión de que su salud era perfectamente normal. 

Moraleja: el miedo es un egoísta que secuestrará tu vida encerrándola en una burbuja a la que nadie podrá acceder. Vive cada día como si fuese el último. Regala tu mejor esencia, te convertirás en mejor persona.



martes, 29 de diciembre de 2020

Locuaz

 En las aguas de la certeza dejé de sentir la pereza de volverme a equivocar. En el último aliento de un segundo que no volverá siento un abismo que me pide regresar. Negación de una realidad que se marchita, morir tan solo una vez para dejar de creer lo que en una eternidad me fue ocultado. 

Soporte de un valioso tesoro. Sentimiento que me aborda en cada uno de tus abrazos. Lejos de la tristeza encontré algo que no me atreví a nombrar mi hogar.

 No es la ausencia del valor, es la conquista del miedo. No fue un momento de enajenación, fue el llorar con desconsuelo. No te miento si te pido perdón, es que no sé ni dónde me encuentro. 

Y en la llanura de una fantasía sueño con verte llegar. Todo ha acabado descansando entre nubes, todo llega antes de morir en paz. 



lunes, 28 de diciembre de 2020

Vi morir un dragón

 Vi morir un dragón, ese que convertía mis sueños en pesadillas. Ese que con su fuego apagaba mis ilusiones. Ese que con sus alas cerraba mis caminos dejándome ocultas las salidas. 

Vi morir un dragón, aquel que con su indómita fiereza asustaba mi porvenir sin poder elegir. Aquel que nubló el sol cuando más cerca estaba del cielo. Aquel que convirtió mis sueños en cementerios. 

Vi morir un dragón, y todo acabó iluminado. Murió también el miedo y el letargo. Sufrió la soledad viendo cómo todo acababa en una fuente de felicidad. 

Vi morir un dragón...



Paloma

 Paloma siempre soñó con príncipes azules, con inmensos castillos y con un festín de perdices. Cada noche se acostaba sintiéndose una dulce princesa que tendría una vida de ensueño y que todo sería fácil y entrañable. 

Los años pasaron y en el precioso oleo que era su vida, unos nubarrones negros empezaron a aparecer. Alguna injusticia disfrazada de costumbre la maltrató por su género y comenzó a no comprender. 

La infancia empezaba a ser un bonito recuerdo de la ignorancia extrema. Paloma se encontró con el hastío hacia una sociedad que la menospreciaba, que la infravaloraba por su condición de mujer.

Hacía mucho tiempo que dejó de creer en príncipes azules; ella era su principal amor. Hacía lustros que dejó de soñar con castillos precioso; prefería construir su propia morada sin ningún lujo, pero fabricada con su propio esfuerzo. Dejó de esperar a que la rescatasen y pidiese matrimonio rodeada de felices animales del bosque; ahora era ella la que salía en busca de aventuras para así convertirse en su propio héroe. 

Paloma cambió empujada por la injusticia. Paloma se sintió humillada por el menosprecio de unos pocos. Paloma se reveló y luchó contra unos estereotipos injustos que la lastraban. Paloma es un ejemplo para aquellas mujeres que no se rinden. 



sábado, 26 de diciembre de 2020

Disyuntiva

 Nunca se vistió de siempre con la triste esencia de  una despedida. Sostuvo cuanto pudo una tristeza profunda. Pero un rayo de sol residía en él. Nunca estuvo agusto en la oscuridad. Pronto volvió a florecer. 

Ni quería ni podía. Y claro que se dejó llevar. Palabras al cielo con entonación de imploración. Poco es mucho cuando no hay nada. No pidió perdón, no entendió el error. Solo hubo un dolor agudo que no quiso evitar. 

Y una mañana lo saludó con una sonrisa sincera. Abrazó ese momento pues supo que era el fin y el principio al mismo tiempo. Ya nunca volvería a ser como antes.



viernes, 25 de diciembre de 2020

Vuelta al amor

  En la ventana con vistas a un lejano recuerdo encontró todos los errores que en su día parecían ocultos. 

Manos doloridas tras un arduo trabajo y le puso de nombre "satisfacción" al sentimiento tan profundo que sentía.

Nunca se arrepintió de mostrar el dolor que sentía. Señalados como síntomas de debilidad, él creía que lo hacía más fuerte. 

No supo la verdad que él mismo se ocultó. Quiso ir a favor de corriente sin darse cuenta que iba contracorriente, volviendo donde se perdió. 

Solo quería volver a ver sus ojos una vez más. Y que sólo fuese para siempre.



miércoles, 23 de diciembre de 2020

El lago

 Un hombre partió, lejos de sus burbuja, para conseguir ser más sabio. Sediento de saber, viajó por innumerables caminos en busca del conocimiento que tan vacío lo hacía sentir. No dudó que iba a ser tortuoso. No ahorró ni un gramo de esfuerzo. Pero nunca había estado tan decidido. 

En una diminuta aldea, escondida entre un mar de árboles, escuchó hablar de las mágicas aguas de un cercano lago. La leyenda decía que aquel que se bañase en ellas, obtendría la sabiduría absoluta, pero no sería capaz de recordar a ningún ser querido, olvidándose de padres y madres, hermanos y abuelos, de los hijos. Por eso nadie quería bañarse en aquellas aguas. 

Aquel hombre llegó hasta el lago y disfrutó de las preciosas vistas de aquel inóspito paraje. 

- Buenos días - escuchó una voz a su espalda. Se giró y pudo ver a un anciano vestido con una larga túnica y una barba blanca casi tan larga como su túnica mirarlo por encima del humo de la diminuta pipa por la que fumaba un tabaco de olor espantoso. 

- Buenos días buen hombre. 

- ¿Has venido ha bañarte en las aguas de la sabiduría?

- Efectivamente, ¿Usted ya lo hizo? - dijo el hombre expectante. El anciano cambió la postura y miró fijamente al recuerdo con añoranza antes de contestar. 

- Vine con esa intención. El saber era algo que me obsesionaba y, cuando oí hablar de este sitio hace décadas, no dudé en dejarlo todo atrás y venir a este lugar. Cada mañana me siento aquí y observo estas aguas. Mi mente empieza a luchar con mis recuerdos y una cruenta batalla entre el querer conocer y los maravillosos recuerdos junto a mis seres más queridos empieza en mi interior. Los años han pasado tan rápido que ni me he dado cuenta. He recibido noticias de que todos mis seres queridos ya no están en esta tierra, ya no tengo a nada ni a nadie.

- Entonces ¿Por qué no se baña usted en estas aguas? Ya no tiene nada que perder.

- Al contrario joven amigo. Perdería lo único que me queda, mis recuerdos. Olvidaría mi primer beso, el que siempre me produce una sonrisa. Olvidaría los dulces besos de mi madre cuando me hacía daño. Olvidaría los paseos por el bosque con mi padre enseñándome todo lo que era desconocido a mis ojos. Olvidaría al amor de mi vida, incondicional y puro. Ahora, este sitio es mi hogar. Para todos, es el lugar del nacimiento de la sabiduría, para mí sería la tumba de mis recuerdos. 

El hombre se despidió del anciano y se paseó por la orilla del lago con sus palabras retumbando en su memoria. Una profunda tristeza inundó su conciencia al pensar en él. No sabía qué hacer, lo que sí sabía era que no quería acabar como el pobre anciano. De pronto, un recuerdo golpeó sus sentidos y empezó a llorar. Su mente empezó a revivir la primera vez que cogió a su hijo en brazos y entendió que no quería deshacerse de ese maravilloso recuerdo. Recogió su equipaje, enterró su necesidad de sabiduría y decidió seguir creando recuerdos de una vida plagada de felicidad. 




martes, 22 de diciembre de 2020

Su estrella

 Miró al cielo y no reconoció a su estrella. Primero sintió miedo, luego tristeza. Durante años había sido su guía, su confidente. Pero ya no era la misma; sentía que era un recipiente cerrado con candado donde había guardado miles de secretos ahora expuestos. 

Sintió el frío que solo la soledad es capaz de hacer sentir. Le habló del pasado, le devolvió algunos recuerdos, le entregó algunos secretos nuevos. Pero la estrella no volvió a cambiar. Cansado y derrotado, solo supo alejarse de aquel sitio que tanto dolor le producía por traerle tantos recuerdos felices. 

De entre la nada encontró un llanto que hablaba de lamentos. La cautela lo acompañó y encontró una estrella desconocida desangrando sentimientos de dolor. No dijo nada, solo la acompañó. No buscó consuelo, solo la acompañó. Compartió sus lágrimas con más lágrimas y solo la acompañó.

Y aquella forma tan íntima de sentir el dolor fue el nacimiento de una nueva amistad irrompible basada en la sinceridad incondicional y el cariño extremo. 



Ángel caído

 Aquel ángel que había caído del cielo, se sentó sobre una milenaria roca y lloró. Sus lágrimas del color del oro dibujó un charco brillante sobre la superficie de aquella tierra baldía. Sus alas, antaño magestuosas, descansaron sobre el polvo borrando el deslumbrante color blanco con el que se vestían. Y su túnica impoluta ya no disfrutaba del viento mientras volaba entre nubes.

De pronto, el ángel sintió cómo la roca donde se había sentado vibraba. Sorprendido y asombrado, se levantó observando fijamente aquel material que suponía inerte. Pronto pudo adivinar un rostro, unas manos, un cuerpo... Raudo, prestó su ayuda, pero no pudo mover aquel cuerpo petrificado.

- Perdone mi mala educación, señor. Le había confundido con una roca.

- No te preocupes joven. No eres al primero que le ocurre - dijo una voz anciana y quebradiza como el cristal. 

- Pero ¿Qué hace usted ahí, sin moverse, lleno de polvo y totalmente inmóvil?

- Hijo mío, antaño yo fui un ángel caído como tú. El enfado y el cabreo me inundó y sólo veía un acto de injusticia en mi caída. No me paré a pensar en la parte de culpa que yo tenía. Así que me quedé aquí, sentado y cabreado y me negué a moverme hasta que el universo me pidiera perdón. Y al final, pasé de ser un precioso ángel a convertirme en una roca inmóvil. 

Moraleja:  lucha por cumplir tus sueños porque al final tus actos sentenciarán lo que eres. Podrás caer mil veces, podrás llorarle al cielo, pero si sigues creyendo que eres un ángel, podrás usar tus alas para retomar el vuelo. 



domingo, 20 de diciembre de 2020

¿Qué es ser padre?

 Es regalarte mis alas para que puedas volar más allá de mis sueños.

 Olvidar mis banderas para encontrarte en mis anhelos. 

Descubrir que se siente más dolor en cuerpo ajeno. 

Entregar en cada abrazo mi corazón entero. 

Encontrar mis sueños entre tus sueños. 

Desperdiciar el tiempo mientras no te veo. 

Sentir algo tan grande que no cabe en el universo. 



En tu sexo

 Pudo leer el veneno en su mirada, la picardía en su sonrisa y el vicio en sus curvas. Ella se acercó con decisión sabiéndose deseada. Bailó con los segundos volviéndolos interminables y empezó a pasar su mano suavemente por aquella piel ajena. 

Sus labios se acercaron, haciendo sentir su aliento en el cuello. Sus dedos tranquilos iniciaron un juego malvado con el botón del pantalón y bajó levemente la cremallera. Unos gemidos inocentes empezaron a nacer.

Su mano acarició su sexo notando como la erección se volvía irresistible, y empezó a acariciar. Sus labios color rojo dibujaron un camino sin sentido con un rastro de saliva que llegaba hasta su sexo. Éxtasis que secuestra los sentidos, rezos a un Dios desconocido. 

Sin poder contener el instinto. Navegó hasta lo más profundo. Empujó hasta sus límites y compartieron flujos cálidos. Arañazos en la espalda, puñetazos al viento, maldiciones con sentido. Pruebas irrefutables de un orgasmo que parece eterno. 

Despedida sin nombre de dos desconocidos íntimos que nunca se olvidarán.



sábado, 19 de diciembre de 2020

La gota

 Se levantó con el frío en el cuerpo, pero con el corazón ardiendo. Miró por la ventana, aún era de noche, y vio una gota de la intensa lluvia recorrer el cristal. Dibujando un camino sin sentido, sin retorno. Olvidó la fuente de su alegría, el pozo de su desgracia. Solo estaba ese instante, esa gota y él.

Lamentó el breve instante que estarían juntos, de lo efímero del camino, de lo poco que iba durar la andadura de aquella gota por el cristal. 

- ¿Por qué en tu cara se dibuja la tristeza? - preguntó la gota 

- Porque disfruto viendo tu camino, contigo regresa el olvido de cosas que debo olvidar. Relajas mis sentidos y niño me vuelvo a encontrar. Pero tú vida será corta, serás un instante en la mía que pronto pasará.

- Sin embargo. Yo siento tristeza por ti. Observas como pasa la vida de los demás olvidando vivir la tuya. Tu vida será más longeva, pero no he dejado que la vulgaridad habitase ni un segundo en la mía. Y al llegar al duro y frío suelo, no habrá acabado todo, simplemente me convertiré en todo aquello para lo que estoy destinado ser. Y tú ¿Te has parado a pensar en lo efímera que es tu vida para aquel árbol milenario que te observa desde la colina?

Moraleja: vive








viernes, 18 de diciembre de 2020

El faro al que seguir

El amanecer desnudó sus sueños y un nuevo día se abría paso, jugando a colarse entre unas cortinas tímidamente cerradas. La rutina de echarla de menos lo golpeó al mirarse fijamente al espejo. Miró sus labios, los mismos donde horas antes había descansado sus anhelos. Miró su cuerpo, que se sentía desnudo sin el roce de su piel. 

Las energías positivas se diluyeron y una conquista real por el cambio soñado empezó a resonar en su cabeza como el alegre canto de un ave. 

No conocía el nuevo camino que había empezado, pero sentía que era lo correcto. Dudas de sus dudas, dolor en la alegría. Nunca tan poco hizo tanto daño a algo tan grande.

¿Y cómo se lucha contra algo que no se ve? ¿Cómo acabar con un enemigo que vive en ti? Solo una porción de absoluto convencimiento puede abatir sus alas para despejar la bruma que anochece su alma y poder seguir siendo alumbrado por su faro, su guía, sus ojos.


Promesa de arena

El viejo pescador miraba al horizonte como si su añorada juventud residiese allí. Pensó en todas las veces que había visto morir el sol engullido por aquellas aguas. Preciosa despedida que se escondió tras unas leves nubes añorando protagonismo. La arena envolvió sus pies que acabaron por acostumbrarse al desgarrador frío que excitaba sus sentidos. 

El viejo pescador recordó la primera vez que pisó aquella playa con su precioso tesoro, de apenas unas semanas de vida, en brazos. Los días se escurrieron por el calendario, poco a poco, apenas imperceptible el juego del tiempo. También recordó sus primeros pasos en aquella arena, sus primeras carreras y sus primeros juegos interminables. 

Pero los recuerdos se volvieron oscuros y enturbiaron su agrietado rostro con lágrimas. Volvió a vivir el último día que lo vio con vida. El viejo pescador se hacía a la mar y en aquella misma arena, le prometió a su tesoro que pronto se volverían a ver justo en aquel punto. 

Pero al regresar el viejo pescador, solo le esperaba la atroz soledad. Supo que día a día, su tesoro lo estuvo esperando incansable. Pero su vida se apagó tan rápido como había vivido y su cuerpo no pudo aguantar hasta que llegase. Y desde ese mismo día, el pescador vuelve al mismo punto donde su tesoro lo esperó, deseando volver a verlo, deseando poder cumplir la irrompible promesa de las que aquella arena fue testigo. 


Y llegó Alicia

 Alicia nació arropada por un manto de la luna más llena que se recordaba en años. Abrigada por el dulce cantar de dos estrellas risueñas y mecida por la fina piel de una brisa de primavera. 

Alicia no sabía que era amor lo que sentía en cada uno de los abrazos en los que se dormía. Desconocía que las gotas que adornaban su espalda eran lágrimas de una felicidad que llevaba años soñándola. Ignoraba que era su olor a estar libre de pecado lo que alimentaba el amor de su viejo guardián. 

Alicia viajaba en cada sueño impulsada por las alas de un viejo deseo. Acariciaba con sus diminutas manos las largas barbas del primario sentimiento que despertaba y los mejores deseos procesionaron para aullar al infinito que jamás la dejaría sola. 



miércoles, 16 de diciembre de 2020

El nacimiento de las alas

 Con la saliva cargada de verdad, midió la realidad y valoró sus opciones. Sacudió el polvo que la indiferencia le había regalado y por fin dejó de escuchar. 

Endulzó todo lo que pudo la espada afilada  que penetraba en mantequilla. Sintió el deseo de correr, de huir más allá del lejano horizonte. Pero sus pies convertidos en anclas no se movieron. 

No quiso recoger los cristales rotos. Tampoco hubo saltos de alegría. Solo buscaba una cueva en la que adormecer una herida que llevaba demasiado tiempo queriendo romper. 

Al fin descubrió que esa herida tan dolorosa era el nacimiento de las alas que le permitirían volar. Ahora su brújula apunta directa al sentido. 


lunes, 14 de diciembre de 2020

Trocito de cielo

 Se asomó a la ventana que eran sus ojos y no pudo evitar que la añoranza lo abrazase. Reconoció cada uno de los rincones de aquel mundo tan maravilloso pues había estado en cada uno de ellos. 

El viento y la marea se convirtieron en duros enemigos con los que bailar una dolorosa danza. Sus puntos débiles expuestos encallaron hasta convertirse en duros como el metal. 

La locura razonó con la coherencia enturbiado la mirada del miedo. Difícil consenso que sólo pudo rozar cuando decidió arrasar todo lo que había construido. 

Dudas de mis dudas. Miedo de mis miedos. Espiral infinita para solo escuchar el crujido del alma mil recuerdos. 



domingo, 13 de diciembre de 2020

En su tormenta

 Alberto sintió como crecía la tormenta en su interior. Ni quiso ni pudo contenerla y entregó sus sentidos al fuerte viento. 

Alberto se disfrazó de monstruo y empezó a romper lo que durante años fue construyendo en cimientos inciertos. Vio el miedo dibujado en ojos ajenos, pero no supo cómo parar.

Alberto sintió un telón oscuro ocultar la razón. Todo el miedo lo guardó en un oscuro rincón dejando de escuchar su voz. De nada sirvieron las súplicas. 

Alberto llegó a un punto sin retorno, no podía volver atrás. Enemigo del movimiento, solo encontró refugio en los ojos del amor. Desarmado en su totalidad, se abrazó al arrepentimiento volviendo al monstruo en niño. Solo supo llorar.










Y el mundo se paró

 Y el mundo se paró, con tu frente en mi cuello, con tu aliento en mi pecho y con nuestras almas entonando una misma canción. 

Y el mundo se paró, con tus sueños danzando, con mis miedos descansando y mis besos en tu piel. 

Y el mundo se paró, con tus brazos rodeando mi cuerpo, con mis sentidos extasiados porque eres lo que más deseo y el fin del mundo esperando nuestro aterrizar. 

Y el mundo se paró...



viernes, 11 de diciembre de 2020

Tras el desierto

 La voz se quebró y quiso esconder tras la falsa entereza los millones de trozos de su alma rota lanzados al espacio. Convertido en maniquí sin alma al que nunca le enseñaron sonreír. Ahora sabe cuánto duele que te arranquen un corazón. Ya no tiene sentido escarbar en vacío. 

Una oración sin destino. Un infinito que nunca llega. Subió a los confines del deseo y el más absoluto desierto lo recibió, ahogándose en recuerdos. Malditos gusanos que rebuscan entre las grietas de la piel seca de lágrimas. Intenta no caer en la misma piedra, intenta no soñar con lo eterno. 

Una vez más te sientes cada vez menos. Tanto en lo que dudar y tu mente se abona al blanco. Quizás haya luz tras la eternidad de un dolor intenso. ¿Y si lo comprobamos?



jueves, 10 de diciembre de 2020

Tesoro

 En los albores de la humanidad, un grupo de hombres y mujeres encontraron, asomando tímidamente del suelo, algo que les llamó poderosamente la atención. Raudos empezaron a desenterrarlo y pronto se dieron cuenta que era algo nunca visto. 

El primer hombre cogió aquel objeto y sintió una infinita  sensación de confortable calor en su corazón. Pronto empezó a alabar aquel maravilloso sentimiento y una mujer se lo arrebató de las manos. 

Ella empezó a sentir miedo. Vio como todo su mundo interior quedaba expuesto y la vulnerabilidad lanzó inseguridades ocultas que hasta ella desconocía. Descubrió una cara oculta dentro de ella.

El siguiente hombre le quitó aquel objeto y empezó a sentir euforia. Se vio capaz de volar, de mover montañas, de gritar al viento lo que sentía. Cuando le quitaron el objeto de las manos sintió como algo dentro de él se rompía y sintió morir. No podía pasar ni un segundo sin él.

Decidieron hacer una reunión y hablar sobre aquel descubrimiento. Llegaron a la real conclusión de que no sabían cómo llamarlo. Después de mucho analizar, y mucho debatir, decidieron llamarlo AMOR. 



miércoles, 9 de diciembre de 2020

Lágrimas

 En el alma de una profunda lágrima, un sentimiento se escondió. Cansado de huir, agotado de sufrir, sintió el calor de aquellas paredes y allí mismo anidó.

La lágrima, cansada de sentirse vacía, de no encontrar un sentido, de ver siempre el mismo reflejo triste en el el espejo, no dijo nada. Dejó que el sentimiento anidara y así desterrar al exilio la palabra soledad. 

Un día normal en un mes típico, algo inusual llamó su atención. Un profundo dolor se rompió a sus pies y la lágrima decidió acudir rauda. El dolor ocultó su mirada al verla llegar, y sin dejar de gritar dijo. 

- No quiero que vengas a consolarme. Quiero esparcirme en la soledad - la lágrima lo miró con eterna compasión. Se acercó lentamente y le susurró al oído.

- Entiendo lo mal que te encuentras, pero seguro que gracias a mí te sientes mejor.

- ¿Por qué estás tan segura? Solo eres una gota de agua salada. Vas a acabar con tu vida derramándote en mí.

- Porque en mí reside un bonito sentimiento que te demostrará que no estás solo, que a alguien le importas. Moriré en tu superficie para aliviar toda la presión que sientes sobre tus hombros y podrás volver a sonreír. 

 El dolor sintió a la lágrima abrazar su piel y como el sentimiento se alojaba en él. No curó sus heridas, no resolvió problemas, pero pronto empezó a ver que todo camino tiene su bache y que él había caído en uno muy profundo. Ya solo le quedaba la difícil tarea de  salir para volver a avanzar. 






martes, 8 de diciembre de 2020

Luce la oscuridad

 La sonrisa evolucionó y se sintió vacía, sin sentido. Las lágrimas lucharon por un motivo y se sintieron orgullosas de tener un significado, de poder expresar tanto en una vida tan corta. Orgullosas de saber que ellas nunca mienten. 

Un tacto distinto que produce desconfianza. Que abre un hueco en la memoria para no olvidar nunca un sentimiento vivido por primera vez. Desempolvar otras primeras veces y sonreír ante la dulce mirada de la inocencia. 

Saliva contra saliva, miedo frente a miedo. Un primer paso temeroso que es seguido y admirado. Unos nervios malintencionados que el tiempo convertirá en adorables. Luces en la más absoluta oscuridad, es tu mirada que me inunda. Almas que beben de su intensidad, necesidad de convertirse en un todo. 



lunes, 7 de diciembre de 2020

La mejor carcajada

 Había una vez un Rey malvado y apático que prohibió la risa en su reino. Cualquiera que riese abiertamente sería azotado públicamente y sus vienes serían requisados. 

Pasaron los años, los lustros, las décadas y a la población se le olvidó lo que era la risa. La tristeza se había extendido por todos los rincones y la oscuridad habitaba en cada uno de los corazones. 

El Rey, ruin en su ineptitud, sentía como un triunfo el haber sometido de una forma tan firme a todos sus habitantes. Pero seguía sin ser feliz y el mal humor lo cautivaba. 

Un día, un comerciante de lejanas tierras trajo un novedoso artilugio que quería vender al reino. Con su carro repleto con su importante mercancía, se dirigió a las puertas del castillo. Por el camino se percató de la oscuridad en la mirada de aquellas personas. Sin alma ni brillo se arrastraban por las calles como sombras permanentes.

El comerciante preguntó por la puerta que debía utilizar para entrar a un viejo soldado. Tras las indicaciones el comerciante preguntó. 

- Soldado, me he dado cuenta que todos estáis tristes y nunca reís. ¿Por qué?

- Comerciante, un buen día, el Rey prohibió la risa tras una tragedia que nadie conoce. Han pasado tantos años que nadie recuerda cómo se hace. Y las nuevas generaciones ni siquiera saben qué es.

El comerciante pidió audiencia con el Rey. Fue recibido en un enorme y frío salón. Nada adornaba las paredes, solo había oscuridad y tristeza que se acumulaban en las esquinas de la cansada mirada del Rey. Sin medir sus palabras y empujado por la valentía de la juventud, el comerciante preguntó.

- Majestad, venía a presentarle un maravilloso artilugio que creo que puede cambiar su vida y la de sus súbditos. Pero no puedo dejar de preguntarme el motivo del porqué prohibió la risa - el Rey, malhumorado por la pregunta, se removió en su trono y dijo con gran disgusto. 

- Porque hace muchos años, iba paseando distraído por los jardines de palacio y sin darme cuenta, pisé un puñado de estiércol, empezé a andar a la pata coja buscando un banco en el que sentarme con tan mala suerte que me resbalé al tomar asiento y empecé a tambalearme hasta que caí de culo en una fuente poco profunda. Esa caída provocó que el zapato manchado con estiércol saliese disparado de mi pie y se alojase en mi cabeza. Así que me vi con la cabeza llena de estiércol y el culo mojado. Cuando me levanté, un jardinero que había visto todo se empezó a reír de mi torpeza y desde entonces impuse la ley que prohibía reír. 

El joven comerciante intentó aguantar todo lo que pudo, pero al final tuvo que dejar escapar una sonora carcajada acompañada de unas enormes lágrimas que bañaban su rostro. Sus rodillas se doblaron y acabó en el suelo siendo su contagiosa risa lo único que se escuchaba en aquella sala.  El Rey, incrédulo ante aquella situación, empezó a sonreír tímidamente, subiendo la intensidad cada vez más hasta acabar riéndose a carcajadas junto con el joven comerciante. Pocos minutos después, todos los sirvientes de la sala empezaron a reír, luego todo el palacio y al final todo el reino rompió en una sonora risa. 

El reino volvió a lucir con la luz de antaño. El Rey se dio cuenta de lo estúpido que había sido durante años y derogó la injusta ley.  Nombró al joven comerciante consejero de fiestas y festejos, el cual creó un pabellón de la risa llamado risódromo, que era donde la gente iba para hacer reír y reírse; y nunca más hubo un rincón en el reino sin una risa de fondo.




domingo, 6 de diciembre de 2020

El osezno

El pequeño osezno abrió sus ojos, un sonido desconocido lo había despertado. Una nueva claridad entraba al interior de su cueva y sin poder ni querer resistirse, decidió investigar. 

Unos minutos tardaron sus ojos en acostumbrarse al intenso sol de una mañana de primavera. Acaba de despertar de su  invernación y sus diminutos ojos no estaban acostumbrados a tal claridad. 

Temerosos fueron sus primeros pasos. Era la primera vez que sentía la hierba entre sus pequeñas garras. Y el cantar alegre de unos pájaros lejanos le enamoró. Excitado por tanta maravillosa novedad, empezó a correr y a saltar. Tenía la firme intención de descubrirlo todo, y cada vez se alejaba más de su cueva. 

Se dejó caer por una ladera poco pronunciada hasta el enorme valle. Qué divertido era todo. Distraído por el inquieto vuelo de unas mariposas, no vio venir un golpe seco que dañó su cabeza. Había sido un árbol que se erguía enorme hacia el cielo. Asustado y dolorido el osezno preguntó. 

- Señor árbol ¿Por qué me ha pegado? No estoy haciendo nada malo

- ¿Te gusta todo lo que ves? - el osezno asintió con la cabeza - ¿Te estás divirtiendo? - el osezno sonrió y volvió a asentir - ¿Y eres consciente de todo el daño que has hecho?

- ¿Daño?

- Debes saber que en este ecosistema vivimos miles de criaturas. Algunas tan grandes y fuertes como tú, el oso. Y otras más diminutas como la hormiga, pero igual de importantes y valiosas que tú. En tu alegre jugar, has aplastado un hormiguero matando a cientos de hormigas. Has pisado a una musaraña, dejando a tres pequeños huérfanos. Has destrozado el hogar de unas libélulas enamoradas... Con esas enormes garras puedes hacer mucho daño. 

El osezno, avergonzado, volvió a su cueva arrastrando la tristeza.

Moraleja: la inocencia de tus actos no exime el dolor que pueden llegar a hacer. Respeta a quien le puedes hacer daño, porque siempre habrá alguien que te lo pueda hacer a ti. 


sábado, 5 de diciembre de 2020

Sentimientos

 En el preciso instante en el que el silencio se convirtió en un incomodo enemigo, comenzó la desesperación. El anhelo de un sueño pasado con matices felices lo comprimió en un segundo y se le atragantó. Lágrimas.

Le preguntó al viento dónde reside la felicidad, robando sus palabras apenas pronunciadas. Formó un castillo con cimientos imaginarios y vivió en él durante años. Tan dura fue la caída. Dolor.

En arenas movedizas descansó sus sueños. Lo sabía, las conocía, y aún así confío que no despararecerían. De nuevo hay que construir. Ni tan puros ni tan eternos. Ya no queda nada en lo que creer. Desesperación. 

Mirada al cielo suplicando clemencia. Realidad que no cambia y vuelta a maldecir realidades provocadas con decisiones equivocadas. En una jaula que te oprime te encontrarás, un duro aprendizaje recibirás. Futuro.




jueves, 3 de diciembre de 2020

La verdad herida

 La verdad paseaba despreocupada por los impresionantes parajes de su vida. Saltó, corrió y sonrió en una mañana perfecta. Pero no vio una enorme roca enterrada de la que sólo podía verse una pequeña porción. La verdad tropezó y cayó al suelo torciendose un tobillo. 

Con un dolor localizado y creciente, la verdad se quedó sentada en el suelo valorando sus opciones. La mentira, que lo había visto todo, se acercó para prestarle su ayuda. Enseguida se ofreció a curarla y vendó el tobillo de la verdad. Cuando hubo terminado, le dijo que ya no le podía doler, que estaba curado y que podía seguir jugando sin problema.

La verdad se puso en pie y sintió alivio en el tobillo, pero ya no quería seguir jugando, así que se marchó a su casa a descansar. Pensaba en el magnífico trabajo de la mentira que le había curado y lo agradecida que estaba. Cuando llegó a su casa, se dispuso a darse un baño y se descubrió el tobillo. Estaba muy inflamado y con un intenso color morado debido al derrame. La verdad tuvo que ir al médico para que le pusieran una escayola y fueron varios los meses que anduvo con muletas. 

Moraleja: puedes tapar una herida con mentiras y convencerte de que no duele, incluso actuar como si no existiese. Pero no va a desaparecer porque la ignores. Una herida dolerá y te hará sentir débil, pero una vez curada, será una prueba de un intenso aprendizaje. 



miércoles, 2 de diciembre de 2020

Para Elisa

 Escuchó la música dulce de un piano lejano. Sus sentidos empezaron a bailar. Hipnotizado por tanta belleza, sus oídos lo guiaron hasta el origen de aquella melodía. Se cruzó con varias personas por aquellos interminables pasillos, totalmente indolentes a aquella música celestial. 

Su camino terminó y ante él se erguía una puerta cerrada que ocultaba el origen de su deseo. Se quedó allí durante unos minutos analizando cada nota, cada compás, cada silencio. Cuando la canción iba a acabar, no pudo reprimir más sus ganas y entró en la habitación encontrándosela totalmente vacía, solo un piano lo recibía. 

Miró por todos lados y no encontró a nadie. Salió al pasillo y un conserje desganado arrastraba su alma y un puñado enorme de llaves. Le preguntó por quién había estado tocando esa dulce melodía en aquella habitación. A lo que el conserje le respondió con una mueca de escepticismo y añadió "esa habitación lleva años cerrada y nadie puede entrar". Al volver la mirada, efectivamente la puerta estaba cerrada y la sorpresa lo inundó. Ambos entraron para comprobar que no todo había sido un sueño.

Una nube de polvo y telarañas los recibieron. Al fondo, en una esquina oscura, un piano se erguía cubierto de años de olvido. Ni una marca de haber sido tocado en años se mostraba en su superficie. No sabía si había sido un sueño, o quizás una alucinación le había arrebatado la realidad. Lo único cierto es que no podía olvidar aquella melodía. 

Sin buscar más explicación, empezó a escribir aquellas notas que tanto lo martilleaban. Sintió un profundo alivio cuando las hubo plasmado todas. Sentado al piano de su casa, la tocó por primera vez y se sorprendió al encontrarse llorando. Años más tarde, descubrió que aquel viejo edificio había sido un gran palacio donde la hija del Conde soñaba con ser una gran pianista, pero nunca la dejaron porque estaba mal visto. Pasó años encerrada en una habitación y solo salía para tocar a escondidas un viejo piano. Se llamaba Elisa.

Presentó su canción a sus viejos maestros y fue un rotundo éxito. Se encontró ante la compleja situación de poner un nombre a una obra de arte ajena. Así que, sin pensarlo la tituló "para Elisa".




martes, 1 de diciembre de 2020

Locura

La locura amenazó con marcharse para no volver. Nadie le hizo caso. Con las maletas preparadas y la firmeza en la mirada, se volvió para despedirse antes de salir. Pero nadie le hizo caso. Un portazo se escuchó a lo lejos. 

El primer día todo parecía igual, pero el ambiente era diferente. El segundo día hizo aparición el cabreo, siempre en crecimiento. El tercer día nadie se hablaba, la guerra era una constante.

Se dieron cuenta que no podían convivir sin la locura. Esa compañía invisible que unía cada una de las costuras del desgarrado día a día. Salieron a buscarla como una necesidad indudable. 

Se la encontraron alegre y risueña, como siempre. Saltando y bailando era ajena al mal que había dejado. Todos hablaron con el arrepentimiento en la mirada. La locura se disfrazó con el orgullo, pero pronto se dio cuenta que quería volver y olvidando lo que había pasado, se abrazó sin rencor.

Todo volvió a ser igual, pero la gran cualidad de la locura era que todo pareciese diferente. 


Encerrado en mi jaula

 En el estupor de una batalla, te escribí un bello poema. Con lágrimas saladas como tinta imborrable. Con mis labios buscando en el horizonte tu dulce piel. 

Sin poder medir cuánto te echo de menos, la inmensidad de un sentimiento vacío nace en mi pecho y se vuelve infinito. Una minúscula chispa de lo que fue una enorme llama no es suficiente para alimentar un corazón herido. 

Mis manos tiemblan sin pedir perdón. Mis sueños despiertan entre lamentos de dolor. Varias son las veces que me lamento. Varias las estrellas que siempre cuento. 

Abandonado en la oscuridad, no me encuentro. No reconozco a quien se presenta al otro lado del espejo. Sentado en mi escombros ya no recuerdo un sol brillante, solo quiero dormir y que todo acabe.