Has acabado con la vida de la alegría, con una tierna sonrisa, con la fantasía en la mirada. Has arruinado tu vida en un segundo donde espero que cuatro paredes sean tu futuro lejano y así poder arrepentirte eternamente de la vida que has arrebatado por querer ser más hombre que nadie.
Solo espero que el pobre Samuel pueda descansar eternamente con tantas lágrimas goteando encima de él.
Cuatro paredes, y una culpa que día a día te haga llorar como lo que ya les espera a su familia y a la tuya... No somos más que nadie, acabamos todos en el mismo cajón...
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