jueves, 8 de julio de 2021

La mejor de las tormentas

 Con la mirada cargada de ilusión y felicidad no disimulada, miras lo que debe ser una enorme piscina a tus ojos. Los nervios te invitan a danzar sin ritmo. Una sonrisa nerviosa sale de lo más profundo de tu diminuto cuerpo mientras te quito la ropa a duras penas. 

Por fin pisas aquella agua que a duras penas roza tus rodillas y con mucha cautela empiezas a elegir el juguete con el que disfrutar del baño. Lo levantas, lo tiras y lo vuelves a levantar. Una forma inconsciente pero efectiva de mojar tu piel con olor a canela. 

Pero pronto la paz se convierte en tormenta. Tormenta sin truenos ni rayos, pero que me va empapando de forma inevitable. No calculo tus movimientos, apenas veo tus brazos moverse cuando ya siento el agua recorrer mi espalda. Decido descubrir mi torso, pero ya es tarde. No consigo frenarte y cada vez estoy más empapado. Intento regañarte pero tu risa apaga mi fuego. Río contigo y me da igual romper la eterna norma del "no eches agua fuera".

Los dos reímos y jugamos sin darnos cuenta que el tiempo ha acelerado su ritmo. El cansancio hace mella en ti y prefieres seguir jugando fuera. Siento mi ropa empapada y empiezo a ser consciente de la magnitud del desastre. Mi cerebro elabora un plan para exculparme... Lógicamente infructuoso. 

Abrazados en un rincón del enorme sofá sentimos cómo la energía se evapora, dejando cerrados nuestros ojos y así viajar a la eternidad de un sueño junto a ti. ¿Puede haber algo más maravilloso?



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