Mi tiempo se ha detenido y busco tus ojos, me tranquilizan. Te vas convirtiendo en humo lentamente y una despedida suena en nuestros corazones. "Espérame en el lugar del que siempre hemos hablado" te oigo decir. "No lo dudes" susurro débilmente, mientras dejo de poseer mi cuerpo. Profundo pesar por dejar algo tan bonito.
Mis ojos se tiñen de rojo al ver aquella vegetación. Fue lo primero que vi en el primer día de mi estancia en nuestro cielo. Cada rincón fue meticulosamente planeado. Todo es perfecto, nada me falta. Solo dejar de pensarte, dejar de añorarte. Mil veces cierro mis ojos y siento tu tacto en mi mano, en mi cuerpo, en mi alma. Vive lo que tengas que vivir, es tu deber. Que yo mientras estaré aquí en nuestro paraiso desde el que siempre podré ver el sendero en el que nos despedimos mientras escucho una dulce melodía a piano.
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