En el aroma de una distorsión, en la energía de algo que se rompió. En la imagen de la primera vez.
Sacudido el polvo de una antigua ignorancia solo queda admirar la brillante realidad. Puede ser que duela, lo más seguro es que escueza, pero una verdad no se escoge, se acepta. No se oculta, se muestra. No se entierra, se eleva.
Y me hago pequeñito, como la ilusión que distorsiona la realidad que un día fue, que ya no volverá. Me vuelvo grande ante la aceptación de una canción que cantaré mientras dure mi eternidad.
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