jueves, 13 de mayo de 2021

Comienza el final

La joven Marta era una joven adolescente a quien los complejos acompañaban a cada paso. No era capaz de levantar su vista del suelo ni para caminar y se veía incapaz de mantener una conversación con un desconocido. Con un círculo muy reducido de amigos, los día de clase en el nuevo instituto se le hacían un infierno en vida. 

En la última clase antes de Navidad los chicos más divertidos de clase decidieron jugar con unas hiervas que uno había traído. Le pidieron a Marta que se quedase a vigilar por si venía alguien y ella sintió por primera vez que existía. No dudó en decir un enorme sí. Poco tardaron en hacerla partícipe y le dieron una calada de un extraño cigarro que olía muy raro. Ella no supo decir que no y probó... Varios minutos estuvo tosiendo pero no dejó de probar. Todos juntos rieron y se sintió parte de un gran grupo de amigos. 

A los pocos días se volvió a repetir y luego empezaron a quedar fuera de clase. Aquel extraño cigarro le hacía sentir mal pero no iba a dejar de fumar y que la echasen del grupo. Así que siguió y siguió y siguió. Poco a poco fue dejando de lado a sus antiguas amigas y empezó a cambiar de ropa y peinado. Un día empezó a notar una sensación extraña. No dejaba de pensar en fumar y en la sensación de relajación tan profunda que notaba con la primera calada. Empezó a comprar por su cuenta y a fumar a solas. Pero aquello era monótono y dónde compraba la marihuana le recomendaron otro tipo de juguetes. Le regalaron un polvo blanco que la hizo subir a las nubes y sentirse la reina del mundo. Pero el efecto duró demasiado poco y ella necesitaba más. Comenzó a comprarlo una vez a la semana pero ella era demasiado atrevida y quería más. Cambió su forma dulce de hablar, cambió el respeto por los demas, cambió la forma de ver a sus padres. 

Empezó a robar en su casa para costear su vicio. Cuando ya no quedaba nada, sus padres la echaron. Sin estudios ni trabajo pero con una necesidad profunda por consumir, decidió alquilar su cuerpo a quien tuviese unas monedas. Pronto se acostumbró y dejó de sentir asco. 

Un día cualquiera en su nueva vida la llevó hasta el barrio donde se encontraba su antiguo instituto. Recordó el primer porro que se fumó y lo buena chica que era. Comenzó a llorar por haber tirado su futuro en un polvo blanco que le estaba destrozando la nariz. En un momento de lucidez profunda decidió dar un paso adelante y acabar con todo. La encontraron en un callejón oscuro tumbada sobre su propia sangre después de haber cortado sus venas. No pudo empezar de cero y el último regalo a su familia fue dejar de ser una carga para toda la vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario