lunes, 10 de mayo de 2021

Feroz

 Todo cambió la mañana que decidió cambiar lo imposible por lo difícil. Le iba a doler y aún así supo que no le queda otra alternativa.

Comenzó su angustioso caminar cargado de dudas y con la vista puesta en un posible retroceso que lo pudiese salvar. Maldita zona de confort que tanto nos atrapa. 

Cada paso cambiaba el prisma de su entorno, distinta percepción de sus logros. Caminando cada vez más y más erguido olvidó el color del barro que ocultaba sus pies y comenzó a distraerse con la extraña danza de las estrellas. 

Necesitaba parar y sin darse cuenta, miró atrás. Miró su lejano origen y supo que no quería volver. Pero le venía bien saber de dónde venía. Era tan solo un cachorro cuando partió y ahora sentía feroces sus garras. Siguió caminando. 

Un día sin fecha ni horario llegó a su destino. Lo había perdido todo y sin embargo se sentía vencedor. Valiosas lecciones como medallas adornaban su pecho y ahora sabía lo que no quería. Pero no se detuvo ahí, ya no podía parar; no quería construir una nueva zona de confort y siguió caminando allí donde las estrellas siguen danzando. 



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