Dos ángeles se quedaron atrapados en el cielo. No podían salir.
Veían como en la distancia el mundo se movía, sentía, vivía... Pero no podían ir.
Cerraban los ojos e imaginaban abrazos y risas, besos y caricias... Pero no podían salir.
Nada les faltaba, todo lo tenían. Pero entre preciosos barrotes de oro se veían.... Pero no podían ir.
Pobres ángeles a los que tanto rezo. Siento vuestras lágrimas gotear sobre mi agrietada piel. Sobre mi alma vacía. Sobre mi desesperación adornada con vuestros nombres.
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