Tu olor conmovió mis sentidos. Tu sabor adormeció mis pensamientos. Y con toda mi vida para entregar cada latido de mi corazón a un ángel de color rosado.
Una y otra vez mis ojos vuelven a buscarte. Minuto tras minuto bailando con el más profundo estado de babia. Un alma que se oprime en el pecho. Mira mis enormes alas, las mismas con las que voy a protegerte. Mira mis lágrimas vestidas de orgullo, mi dolor escondido en tu diminuto pecho.
No tengo nada más que pedir al dios que todo lo puede, pues en tu cuerpo he guardado la llave de mi felicidad y yo solo soy un padre que no conoce el límite de su amor hacia ti.
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