miércoles, 7 de abril de 2021

Las dos caras de la realidad

 Como cada mañana, el guerrero salía a la puerta de su casa y desayunaba mirando al cielo. Nadie lo sabía, pero hablaba con sus antepasados y les pedía consejo. Luego comenzaba a entrenar muy duro, hasta que el cuerpo fallaba. Y por último limpiaba su armadura y sus armas que relucían radiantes ante los rayos del sol. 

En la casa de al lado, vivía un viejo gruñón que se levantaba temprano para mirar al guerrero en su rutina diaria y refunfuñar por algo que no le molestaba. Una mañana cualquiera, el viejo decidió dar un paseo, se acercó al guerrero mientras limpiaba sus armas y le dijo en tono grosero. 

- ¿Por qué cada día entrenas tan duro y limpias tus armas si hace años que no estamos en guerra? Es una pérdida de tiempo y asustas a las mujeres y niños - el guerrero, siguió con su tarea y le contestó.

- Usted puede no pensar en la muerte, incluso negar su existencia, pero eso no quiere decir que vaya a vivir eternamente. Lo mismo pasa con las batallas. Podría vivir tranquilo en mi casa sin nada que hacer, pero si mañana llegase una batalla no estaría preparado. Disfruto de la vida y sus placeres. Pero no olvido que el día menos pensado, la paz se volverá guerra y será entonces cuándo tendré que aprovechar lo aprendido durante la paz. 

Moraleja:  hay realidades que pinchan. Las podemos disfrazar de amabilidad o negarlas, pero seguirán siendo duras realidades que pinchan y la única solución es afrontarlas y pelear.



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