lunes, 19 de abril de 2021

Injusticia

 Había una vez una dulce princesa que pronto quedó huérfana de madre. Fue mimada y cuidada por su padre que volcó en ella todo su amor. Pero la vida volvió a girar y su padre encontró un nuevo pecho en el que guardar su corazón. Pero no fue una buena idea. 

Poco a poco aquella mujer demostró tener sentimientos oscuros que comenzó a ganarle la batalla a la luz de aquel reino. Tal era su poder que el padre que tanto quería a la princesa, comenzó a odiarla. 

Un día en el que la luna más oscura alumbraba los pensamientos del padre, una chispa hizo que su mano golpease el delicado rostro de la princesa. Las lágrimas de ésta no le impidieron ver cómo su padre se arrojaba por la ventana, no pudiendo aguantar el extremo al que había llegado. 

La pareja de su padre se convirtió en la nueva reina y la princesa comenzó a cumplir años encerrada en una torre olvidada. Allí donde sus llantos no se oían. Goteó el tiempo y la gestión de la nueva reina provocó el hambre en su pueblo. Las revueltas no tardaron en producirse y una ola de justicia llevó al derrocamiento de la reina y la liberación de la princesa. Un valiente caballero fue quien la liberó rompiendo las cadenas de sus tobillos y bajándola en brazos hasta la plaza del pueblo, donde todos la aclamaban. 

Con la reina engrilletada a sus pies, la princesa tenía su vida en sus manos. Pero nadie se había dado cuenta de que los ojos de la princesa habían cambiado. Ordenó al caballero que fuese leal a su nueva reina y que se quitase la vida para demostrar a los demás que no se deben sublevar. Le perdonó la vida a la antigua reina que la había hecho presa y la nombró su consejera. Así podría escuchar de cerca al mal y ponerle rostro para superarlo. La nueva reina  había aprendido que la vida no es justa de la forma más cruel. Cristalizó su corazón en una firme forma de hielo y sus sentimientos se apagaron dejando solo un paraje vacío y desolado. La nueva reina fue conocida como la más fría y despiadada que jamás habían conocido. No hubo más hambre, no se volvió a combatir en una guerra, pero la alegría fue exiliada del reino por una reina que aprendió a no sentir por culpa de la injusticia. 



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