domingo, 4 de abril de 2021

Solo uno dijo adiós

Mario olvidó el motivo que había encendido ese sentimiento tan oscuro en su interior. Entendió que ya no le apetecía estar tan apagado y comenzó a sonreír. Quizás todo haya sido una tontería. 

Salió de la habitación dejando atrás tanta mala energía y sintió un nuevo amanecer en su rostro, en su mirada. Una ducha aclaró su mente de malos pensamientos y una sensación de apremio empezó a gestarse en su interior. Quería volver a hablar con ella. Decirle que habían sido dos niños estúpidos por haber estado tantos meses sin hablar. Que era tanto lo que les unía que daba igual lo que les había separado. Pensó en llamarla por teléfono, pero seguro que era mejor presentarse por sorpresa en su casa.

Compró un llavero con forma de una preciosa llave, ella sabría lo que significaba, y llamó al timbre con una enorme sonrisa dibujando su cara. La puerta enseguida se abrió y pudo ver la tristeza más absoluta dibujada en el rostro de un familiar de ella. Enseguida supo que algo grave había ocurrido.  Su mejor amiga había salido tarde de trabajar después de una jornada agotadora, como siempre. Cogió el coche y condujo por la carretera estrecha y oscura, como siempre. Pensó en llamar a Mario para poder engañar al cansancio  como siempre, pero esta vez no lo hizo porque estaban cabreados y se durmió al volante. Murió entre agónicos gritos de dolor y asfixiada por su propia sangre. Él sintió como si un cristal se rompiese en su cabeza y los pedazos pinchasen su corazón al conocer la noticia. Tardaron demasiado en pedirse perdón, tardaron demasiado en vencer al orgullo.  Mario guardo el llavero de la llave junto a su corazón, quiso que le trajera suerte en el despertar de esta vida. Estaba tan guapa que no parecía que hubiese muerto.  Se despidió de ella dejándola en su arca de madera y sintiendo el frío de su piel en sus labios. Y así acabó una amistad profunda con años de historia. Sin poder decirse adiós, con unos gritos como últimos recuerdos. La oscuridad volvió a su rostro. 

Moraleja: aprecia las cosas que realmente importan de la vida porque solo hay una y no sabes dónde está el final. 




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