No supo decir sí, no estaba preparado para el no. Y aún así mantuvo la cordura.
Conociendo el plan disfrutó del silencio antes de la tormenta. Encías ensangrentadas por aguantar. Aprendió a reventar en soledad.
Acarició sueños maravillosos que aumentan la tristeza de la realidad. Expulsó la desesperación vestida con la piel de una lágrima y aprendió a sufrir para ser feliz.
Encontró el sentido de la brújula en una mirada rebosante de dulzura. Ahora es tiempo de descansar.
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