viernes, 2 de abril de 2021

Guerra en la guerra

 La guerra había convertido en monstruo al hombre. Lo más insignificante era motivo de riña y casi siempre, la disputa acababa con muerte. La violencia inundaba los ojos de los niños que aprendieron a no llorar. A tragar para intentar olvidar con un silencio que ahogaba sonrisas para siempre. 

Lucas era un niño nacido en la guerra que luchaba contra su entendimiento. No comprendía porqué la vida eran tan complicada cuando todo podía ser muy sencillo. Siempre intentaba mediar en las discusiones. Quería que hubiese un ambiente de armonía y paz entre los vecinos que sufrían aquella guerra. Pero el hambre es una ramera que hace florecer los instintos más oscuros.

Un día, sin saber de dónde, apareció un enorme paquete de deliciosa carne fresca en mitad de la plaza. Un hombre joven y con varios hijos la cogió y una sonrisa se dibujó en su cara imaginando lo feliz que sería su familia comiendo aquella carne. Un hombre de más edad pero muy corpulento que lo vio todo, le gritó al joven que esa carne debería ser repartida entre todos ya que era cantidad suficiente. Una fuerte discusión empezó llegando casi a las manos cuando una bomba explotó dos calles más abajo. 

Todos corrieron al búnker donde la discusión continuó a los pocos minutos de entrar. El joven había perdido la carne en la carrera por llegar al búnker pero seguía hablando como si fuese suya. Lucas intentó poner paz como siempre, pero la tensión era demasiado alta. La pelea no tardó en empezar y los golpes eran cada vez más salvajes. Desesperado, Lucas abrió la puerta del búnker y salió corriendo. Todos se quedaron en silencio al ver cómo corría entre los escombros, pero nadie tuvo valor de salir a buscarlo.

Lucas nunca volvió al búnker. Las bombas habían cesado y los vecinos se preguntaban qué había sido de él. Encontraron su cuerpo desfigurado a pocos metros de la entrada con el paquete de carne en la mano. Intentaba que volviese a haber paz entre sus vecinos  y perdió la vida en el intento. Desde aquel día, los vecinos no volvieron a pelear y siempre hablaron con amabilidad y coherencia. La guerra acabó y a aquella plaza del centro del barrio la llamaron plaza Lucas, en memoria de aquel niño que dio su vida por la paz.



No hay comentarios:

Publicar un comentario