miércoles, 15 de septiembre de 2021

No más palabras

El pequeño Alex estaba mirando un maravilloso paisaje a través de la ventana. Era la primera vez que veía un arcoiris; no le buscaba una explicación ni un origen como podían hacer los mayores, solo disfrutaba de lo bello que era.

No se percató que a su espaldas una guerra había comenzado. Gritos e insultos eran lanzados en los puntos débiles de su rival más íntimo. Eran sus padres.

Alex se sentó en el suelo y empezó a jugar con su chupete en la boca. Buscaba una nueva distracción mientras llovían palabras agresivas a su alrededor. Ya estaba acostumbrado. 

Su madre cogió a Álex con energía, una mochila y se fue dando un portazo dejando atrás un pasado doloroso y yendo hacia un futuro cercano repleto de rencor. 

Alex no entendía nada, solo veía a su padre en el marco de la puerta mirándolo. Él no comprendía nada, solo sabía que quería estar con él y jugar como siempre. Sin embargo, lo estaban arrancando de su lado. 

Alex fue víctima de una guerra de dos. Alex fue el que más perdió, el que no tuvo elección. Los dos bandos ganaron y perdieron, pero Alex solo pudo observar y ser el recipiente donde cada parte guardaría el rencor y las heridas de una relación condenada. 

Alex no supo lo que era el amor de dos padres. No vivió el cariño de un hogar. Sintió vértigo porque él quería a los dos pero ambos no se respetaban. ¿Qué hacer cuando quieres a dos enemigos que son irreconciliables? ¿Qué será del pobre Alex?


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