martes, 12 de enero de 2021

Autismo

María solía reír en la soledad de su castillo imaginario. Ese que nadie veía, ese al que nadie sabría llegar. 

Miraba al vacío y le hablaba al cuento que sólo existía en su cabeza. Olvidaba que a su lado hubiese alguien más. 

Oía palabras tan lejanas que apenas comprendía. Un segundo de atención y miles de horas exiliada en su obsesión. 

Empezaron a tratarla de forma distinta a los demás. Nunca supo qué significaba algunos insultos que le dedicaban. Seguía siendo feliz en el universo que solo ella veía. 

María vivió feliz rodeada de preocupación. María nunca tuvo nada que decir pues su lenguaje era desconocido. María no supo despedirse pues su mente nunca había estado. 



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