viernes, 8 de enero de 2021

Lástima del miedo

 Allí, a lo lejos, vislumbró un miedo que no conocía. Se acercó curioso pero con cautela. El miedo, débil y tembloroso lo miró con lágrimas en los ojos y con evidentes síntomas de inocencia. Pronto, lo acunó entre sus brazos; le dio un poco de calor y se lo llevó a casa donde lo cuidaría.

No pasó mucho tiempo y el miedo se hizo grande, fuerte e inestable. Exigía atención permanente y todo había que hacerlo dependiendo de él. La vida se había convertido en un suplicio, una terrible pesadilla que empezó con un noble gesto de bondad. 

Mucho le costó, infinidad de tiempo malgastó, pero al final consiguió dejar al terrible miedo en el mismo rincón donde lo encontró. Esperando a  que alguna alma bondadosa lo volviese a cuidar.

Moraleja: el miedo tiene la cualidad de parecer indefenso. Pero cuanto más lo alimentes, más oscuridad albergará en tu interior. 





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