miércoles, 19 de febrero de 2020

Escapada

Y de entre todos los focos de colores que adornaban la oscuridad de aquel local, emergieron los más intensos, tus ojos.

Mirada penetrante pidiendo empezar una guerra en la que sólo habrá vencedores.  Tu cuerpo serpenteante se acercó cada vez más a mi hasta que sólo quedó  la mínima expresión de distancia entre tu y yo.  

Labios color sangre, ojos verdes penetrantes y tu cuerpo elevado al cielo mientras te levantaba la falda en aquel baño que se convirtió en la trinchera de nuestros besos salvajes. 

Pude entrar en ti sin guardar ni un centímetro de energía, tu labio mordido pedía más y nuestros músculos se tensaron.  Gemidos ahogados para oídos ajenos,  arañazos en la espalda cargados de pasión. 

Minutos con sabor a gloria pusieron punto y final a un baile sin pasos pero con mucho ritmo.  Tu ropa vistió el sentido de mi pecado.  Cara de disimulo y manos que se rozan acompañaron nuestra huida.  

Juntos abrimos la puerta de la morada donde dormían nuestros hijos.  Los años casados son la gasolina que prende nuestras miradas cada vez que se cruzan

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