viernes, 14 de febrero de 2020

Venda

Solo hacía falta una palabra para que todo se derrumbase.  Cuánto miedo a algo tan intangible como son las palabras. Respiré hondo, muy hondo, y mi corazón movió mis labios sabiendo que apuntaba al centro de la diana.  Abrazado por la culpabilidad de estar haciendo un dolor infinito me senté y lloré. Lo siento.
Pero miro atrás y hablo con mi yo adolescente. Me dice que lo he decepcionado, que no he conseguido los sueños que atesoraban y sí los miedos de los que huía. ¿Dónde he perdido esa energía que tenía? ¿En que momento borré mis valores de mi lista de prioridades?  Recuerdo que podía volar...  Ahora mis pesados pies de barro me lo impiden.
Siento la punta de la espada en el pecho y el frío de la pared en la espalda. Sé que voy a tener que morir apuñalado para poder renacer y poder vivir la vida que merezco.
Soñé que andaba por un camino sin ver nada, andaba y andaba y no podía parar. Escuchaba mis pasos resonar en el suelo, estiraba mis manos sintiendo el vacío entre mis dedos. Un minuto, una hora, un año...  y mis pies seguían andando sin tener una brújula ni conocer la meta.  Una voz en mi interior me susurró "por qué me has olvidado", me detuve a escuchar.  "por que me has olvidado" volví a escuchar en mi cabeza.
  -  ¿quién eres? -  pregunté en voz alta.
  -  Soy tu intuición.  Quiero saber por qué me has olvidado.  Por qué has ahogado mi voz.
  -  No sé de qué  me hablas.
  -  llevo años avisándote, pero no me quieres oír.  Quítate la venda.
Toqué con la punta de los dedos mis ojos y pude palpar como una venda los cubría.  Rabia, desesperación, nervios....  No sabría definir con una sola palabra todo lo que sentí.  Arranqué la venda sin comprender que había sido yo quien me la había puesto.  Tardé un poco en poder volver a ver y cuando lo hice, un escalofrío recorrió mi espalda.  Ante mi se abría un enorme precipicio oscuro y me había quedado a un solo paso de caer...
De un saltó me levanté de la cama. Gracias a dios todo había sido un sueño.  Pero la inquietud se había apoderado de mi.  Algo no iba bien.  Un susurro en mi cabeza retumbaba una y otra vez.  Corrí al baño y me miré  en el espejo ¡¿Que ocurre, no veo nada?!
  -  ¡¡¡QUÍTATE LA VENDA!!!

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