martes, 11 de febrero de 2020

Eterna juventud

No recuerdo el día que encontré la lámpara mágica, pero si recuerdo el deseo que le pedí al genio: "tener siempre 27 años". 
Los años han ido cayendo como las hojas del árbol que veo desde la ventana de mi habitación, y yo sigo igual.  Tan guapa y coqueta como siempre. Me gusta pasear y que el sol me abrace.  Tener la sensación de inmortalidad que solo la juventud puede dar.
Pero desde hace un tiempo, noto que algo no va bien.  Muchos rostros desconocidos me hablan muy amablemente y me incomodan.  Veo caras que me son familiares, pero sus nombres son enigmas que guardo bajo llave que nunca aparece.
Periódicamente tengo visitas de gente que no conozco. ¿Acaso se están riendo de mi?  ¿Quienes son esos niños que me abrazan? Mi madre me enseñó a ser educada y no decir cosas inapropiadas. Por cierto ¿Y mi madre?  Hace mucho que no la veo y ya le hecho de menos.  "ahora viene, que ha ido a comprar"  recibo como respuesta....  Pero nunca viene y me empiezo a sentir muy sola.
A veces me sorprendo secándome las lágrimas que mojan mi rostro.  No consigo recordar por qué lloraba. Vuelvo a pasear para que el sol me abrace.
"Maria, Maria ¿Cuantos años tienes? " escucho preguntarme una mujer que podría ser mi madre con tono jocoso." tengo 27" respondo con la educación que tanto escasea.  Risas y más risas que enfurecen mi carácter.  ¿Dónde está mi madre?  Quiero que nos vayamos de allí y volver a pasear mientras comemos un cartucho de pipas,  comprarle al viejo tendero de la esquina y poder visitar a mi novio a escondidas, nadie sabeo nuestro.
"María, tienes visita ".  ¡Por fin alguien que conozco!
  -  hola hija - dije sin pensar....  ¿Cómo, mi hija?  Me sentí aturdida.
  - Mamá, me reconoces.  Que alegría, cada vez son  menos los momentos de lucidez.
  - ¿Que está pasando cariño?
  -  Tienes alzheimer... - Una puñalada helada atravesó mi corazón.  Podía recordar todo con total claridad. Era una anciana de 89 años ingresada en un geriátrico. Viuda y con tres preciosos hijos.  Una enfermedad ramera me estaba robando los recuerdos y no podía hacer nada.
  - ¿os doy mucho la lata cariño?
  -  para nada mamá, eres un encanto.
  - ¿sabéis que os quiero?
  -  Si mamá, claro que lo sabemos. -  contestó con lágrimas en los ojos....
Me sequé las lágrimas y pregunté  de nuevo "¿Y mi madre, cuando va a venir?"...

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