Los años se van escurriendo por mi piel y dudo de mis dudas, de mis mitos, de mis dioses. Cada día recupero tu esencia con la bonita forma de un colgante y suspiro un dolor que crece más rápido de lo que soy capaz de eliminar.
Y ahora me pregunto ¿Seguirás siendo el guardián de mis dolores, el terror de mis temores, la luz en la oscuridad? ¿Aún recuerdas mi rostro, el mismo que se dormía mientras lo acunabas dibujando sonrisas que me calmaban, y que quiere ser un niño sin madurar? ¿Sigue el sentimiento intacto a pesar de la distancia distorsionada, a pesar de mirarnos a través del prisma de los sueños con fantasías inacabadas, con la crueldad del recuerdo que evita que te pueda olvidar?
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