Manos enfrentadas que se abrazan en un tenso protocolo. La empatía recoge la paciencia que un día sembró y enhebra un discurso directo al corazón.
Sobre la verdad un buitre revolotea. Miradas dolidas escudriñan realidades separadas que anhelan encontrarse. Se invoca al olvido que regrese y distorsione con su magia un momento del que poco se puede aprender.
Y de nuevo, venido de la nada, un abrazo convierte en cicatrices heridas que no son bienvenidas. De nuevo, una caricia. De nuevo una lágrima que evidencia una conquista.
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