martes, 9 de febrero de 2021

Orgullosa de sus orígenes

Bajo una intensa lluvia salada, bajo miles de truenos que maldecían la realidad, se lamía sus heridas sangrantes. 

Maldecía el nacimiento de su naturaleza, el devenir de su insistencia. Pero tenía claro que no iba a cambiar, que no podía cambiar. 

Miró con tristeza sus armas cansadas. Acunó con lamento su escudo desgastado. No podía pedir más de lo que ofrecían. No cejaría en su lucha sucumbiendo a libres perfumes que cautivarían sentidos.

Le pidió al viento que ondease su bandera, esa en la que rezaba su imborrable lema. Ella era la verdad; podrás humillarla, podrás negarla, podrás golpearla, pero no podrás vencerla. Y prosiguió con su lucha. 


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