domingo, 7 de junio de 2020

Ana y su estrella

La pequeña Ana se enamoró de una estrella. Cada noche, salía a la terraza de su casa y se tiraba horas y horas mirándola. Hasta que no podía más y se quedaba dormida. Los días que estaba nublado, se ponía muy triste, pero sentía que al otro lado de aquellas nubes estaba su estrella mirando y se dormía tranquila. 

Los padres de Ana estaban muy preocupados ya que no era normal esa actitud. Miles de médicos y psicólogos la vieron y todos coincidían en darle pastillas y, sobre todo, que no viese a la estrella. Pronto se olvidaría de ella. 

Con mucho pesar, los padres de Ana hicieron lo que creían que era lo mejor para ella y le prohibieron ver a su estrella. Ana sintió una explosión en su pecho y un río de lágrimas la inundó. Ana seguía intentando ver a su estrella por todos los medios, pero no lo conseguía y entre lágrimas, cada noche se dormía.

Pasado un tiempo, Ana empezó a cambiar. Cada vez se la veía más oscura, apenas jugaba y ya no recordaban cuando fue la última vez que había sonreído. Los padres, viendo la vitalidad de su hija perdida, también se apagaron y la tristeza se instaló en aquella casa, antaño cuna de la alegría.

Desesperados, los padres de Ana la volvieron a llevar al psicólogo, esta vez al más prestigioso del país. Muchas horas de viaje, mucho tiempo de consulta, para recibir una simple respuesta que no llegaba. Al final, el psicólogo se reunió con los padres de Ana y con semblante serio y voz profunda como una caverna dijo "su hija está enamorada de una estrella". Sus padres, sin querer ofender al psicólogo, le hicieron ver que eso ya lo sabían desde hacía muchos años, a lo que el psicólogo les contestó "¿Y dónde está el problema de que se haya enamorado de una estrella? Quizás estén buscando problemas en la sencillez". Sin saber que decir los padres de Ana siguieron escuchando al psicólogo. "Es una niña inocente, no conoce el amor como nosotros lo conocemos. Ella quiere ser como esa estrella, es una niña fascinante y con una imaginación extraordinaria. Estoy seguro que si dejan que su imaginación vuele, será una extraordinaria artista. No castiguen a su hija por ser diferente. Premienla por ser única."

Pasaron muchos años y Ana se hizo mayor, y como dijo el psicólogo, fue una artista. Cada noche, antes de una actuación, salía a la calle y miraba a su estrella. Le daba las gracias porque sabía que no hubiese llegado tan lejos sin ella.


No hay comentarios:

Publicar un comentario