sábado, 13 de junio de 2020

Injusticia

Sin cansarme de acariciar tu piel, me dormía. Habían pasado pocos meses desde tu nacimiento y cada segundo contigo lo bebía como el sediento bebe agua en un oasis. Tus manos, tus ojos, tus labios... Todo me parecía perfecto y cada latido de mi corazón llevaba tu nombre.

El tiempo vuela y tu cuerpo crece tan deprisa que a veces siento vértigo. Sigues durmiendo abrazado a mi, yo me sigo durmiendo besándote. La sensibilidad te rebosa y tengo miedo que eso te haga sufrir. Siempre corres a abrazarme cada vez que algo malo te atormenta. Yo me siento como una cueva donde te refugias de tus miedos.

Tu vitalidad empezó a abandonarte. Ya no parecías un niño curioso que descubría el mundo con sus ojos bañados en la inocencia. Apagado y triste solo querías que te consolase por algo que no había pasado. La preocupación se instaló en mi mente y visitamos al médico. 

Maldita enfermedad con nombre de signo zodiacal que había robado tu energía. La impotencia se abrazaba con la rabia cada vez que te miraba. No podía ayudarte en tu lucha diaria y me parecía tan injusto. Me sacabas de mi dolor pidiendo que te abrazase un poco más.

Apenas te quedaban fuerzas. Miraba tu cabecita sin pelo y sentía como mi corazón se rompía, ahogaba mis llantos dándote besos eternos. El miedo a estar solo apareció de repente. Hasta tal punto que te encontraba esperándome tumbado en el suelo del baño cada vez que salía de la ducha. 

Y el día llegó. El día en el que tus ojos se apagaron y te despedí de la única forma que supe, dándote todos los besos que llevaban tu nombre, aunque te fuiste antes de que te los pudiese dar todos. Mi piel fue lo último que tocaste y mis ojos lo último que viste. ¿Y ahora qué hago yo con todo el amor que tenía para entregarte?  Me gusta creer que te fuiste de la forma más dulce posible. 

Cada vez que salgo de la ducha, miro al suelo y ya no estás ahí. Interminables horas de llanto me acompañan. Me cuesta entender que el cielo me regalase un ángel y tan pronto me lo haya arrebatado. Solo me queda darte las gracias por cada segundo que vivimos juntos. Por tanto amor que me diste y me dejases que te diese. A veces no puedo más y tengo ganas de acabar con todo y volar a tu lado, pero nunca lo hago. Solo espero que llegue ese día en el que pueda volver a besarte. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario