viernes, 12 de marzo de 2021

Corazones de fuego

 Se envolvió con el valor que los nervios le robaba y se dispuso a dar el siguiente paso. Posó sus labios sobre el colchón que eran los suyos y esperó la explosión de cólera, el grito de desagrado, incluso algún golpe alterado. Pero nada de eso llegó. Empezó a nacer la pasión, se encendió un fuego que comenzó a quemar a los dos. Respiración acelerada, manos que no pueden parar. Envoltorio arrancado sin pedir permiso.

El primer gemido vino cuando los labios de él humedecieron el cuello de ella. Su mano, mientras, se abría paso entre un desierto de ropa holgada hasta llegar al oasis de sus senos. Pero no anidaron allí demasiado tiempo y pronto buscaron saciar su sed en la humedad de un monte con nombre de antiguo dios, Venus. 

Ella desabrochó enfurecida el pantalón de él y busco la dureza de su placer. Quiso igualar el tablero del profundo disfrute que sentía y comenzó a bailar una sencilla pero efectiva danza. Susurros de placer lanzados a las estrellas, silenciosas cómplices de una pasión sin medida. 

Ambos intercambian besos que devoran, caricias que marcan la piel, palabras que rebosan de sus labios. Seducidos por la intensidad, se asestan golpes que no duelen, aislados de un mundo que sigue su rumbo sin ellos. 

Él se derramó mientras ella lo miraba a los ojos. Recuperaron el aliento en un concierto de jadeos y acompañaron sus movimientos con el agotamiento. Sin duda, volverán a pecar.



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