Se presentó ante la dulce apariencia de una fragilidad ficticia. Un monstruo que se devora a sí mismo se oculta en la oscuridad de una mirada que intenta disimular.
El miedo se convirtió en mal compañero de viaje y aterrado convirtió en cotidiano la pesadilla. Abordado por un sentimiento de culposa cobardía encuadró su mirada en la punta de sus pies y allí anidó. Allí nada cuestionaron. Allí comenzó lo mundano.
Y esa fue la última vez que la nada continuó siendo algo. En ese preciso instante un sol derrotó a la oscuridad. Unas alas comenzaron a asomar. Las nubes ya no están tan lejos.
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