martes, 30 de marzo de 2021

Y Dios creó al hombre y a la mujer

 Un dios dormitaba en su fastuoso palacio rodeado de magestuosidad. Sin nada concreto en lo que centrar su atención, divagó durante horas y la desesperación alertó sus sentidos. Cansado de no tener nada que hacer, decidió crear un ser que lo divirtiese. 

Primero creó a la mujer. Perfecta obra de arte cincelada en belleza. Quiso darle amor incondicional, un universo de inteligencia, paciencia infinita y el don de crear vida de la nada. Tras los primeros meses, el dios caprichoso se dio cuenta de que la mujer se sentía sola y a veces triste.  Decidió crear otro ser.

Así que creó al hombre. Con un físico más grande pero más tosco. Con más fuerza pero más bruto. Con mucha energía pero sin un mundo interior en el que poder pasar las horas muertas. El dios juntó al hombre con la mujer, poniendo el mundo de ésta patas arriba. El dios se divertía mucho viendo las situaciones tan cómicas que se producían por lo diferentes que eran. 

Un día, sin previo aviso. Vio como el hombre y la mujer se abrazaban y besaban. El dios no podía entender a qué se debía esa actitud con el abismo de personalidad que había entre ellos. Así que los observó y vio que precisamente esas diferencias los unía muy intensamente. Ya que él le daba a ella el punto de locura en su cuidado universo, y ella le daba a él ese punto de orden en su dislocado universo. El dios, celoso como era, los separó para que sus atenciones se centrase en él. Pero pronto deshechó esa idea al ver lo tristes y apagados que estaban el uno sin el otro. 

Y así, sin darse cuenta, el dios creó el sentimiento más grande que jamás existirá, el amor. Gracias a Dios.



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