Miro al horizonte y un nuevo amanecer se acurruca en mi mirada. Una suave brisa hace que el momento sea perfecto. Mi imaginación empieza a volar.
Vuela a un mundo imaginario donde el tiempo es solo una quimera. Donde todos envejecen o rejuvenecen a su antojo y nunca hay prisas por vivir. En ese mundo, cada día puedes vivir con una generación distinta, ser eternamente viejo o joven. Volver a pasar por experiencias y volver a cometer los mismos errores para reírte de ellos.
Vuela mi imaginación a otro mundo donde sin el contacto con otra persona, te marchitas lentamente y desapareces convertido en polvo. Por eso, todo el mundo se abraza, todo el mundo se coge de la mano y todo el mundo se demuestra cariño. No existe la soledad y las penas duran lo que dura un abrazo.
Vuela a otro mundo donde solo existe la verdad y la mentira es una eterna desconocida. Nadie se siente culpable por decir lo que siente y nadie lo juzga. Existe la confianza plena y no hay que jugar al tedioso juego de apartar las palabras para ver si los ojos dicen la verdad.
Vuela un mundo donde no existe la pobreza. Hay comida y agua para todos y no mueren muchos por el egoísmo de unos pocos. Cada esquina huele a felicidad y nadie se siente excluido.
Después de un rato imaginando, elijo quedarme en este mundo que, aunque no es perfecto, es en el que estás tú. Y para mí, este mundo ya es perfecto.
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