jueves, 28 de mayo de 2020

Hada de la naturaleza

La pequeña María era una niña solitaria en aquel orfanato. Apenas hablaba con nadie y se sentía fuera de lugar con otros niños. Nunca la vieron sonreír y parecía que solo era feliz con los bichos y animales que había en el enorme jardín trasero. No hacía caso de las burlas e insultos de los demás niños, así que pronto se cansaban y la dejaban en paz.

Un día, mientras veía como unas hormigas cargaban con unas pesadas pipas, escucho a un pájaro piar de forma desesperada y enseguida supo que algo no iba bien. Fue corriendo y pudo ver como unos niños daban patadas y se reían de forma simplona. Fue hacia ellos soltando puñetazos y patadas hasta que consiguió ahuyentarlos, pero ya era demasiado tarde. Un pobre pájaro yacía en el suelo en un pequeño charco de su sangre. María sintió como el coraje inundaba sus venas y cogió una piedra. Estaba dispuesta a darle su merecido a esos estúpidos... Pero un sonido a su espalda la sacó de su estado de enajenación. Se giró y pudo ver un nido del que provenía el piar de las crías del ave muerta. Se prometió que nada malo les iba a pasar.

Día tras día, ocupaba su tiempo libre en cuidar y alimentar a esas crías. Les daba de comer, los calentaba, los cubría en los días de lluvia, les daba sombra los días de sol... Sentía orgullo al ver cómo iban creciendo poco a poco. Empezaban a lucir un plumaje precioso y ella se sentía muy satisfecha con aquellos pequeños.

Una tarde se acercó corriendo al nido cargada de insectos que había cazado para darles de comer. Cuál fue su sorpresa cuando vio el nido vacío. Miró por todos lados sin suerte de encontrarlos. Sintió una profunda tristeza, un vacío muy profundo que le dejó el alma en los pies. Entendió que se habían ido y no se había podido despedir. Empezó a llorar.

- ¿Qué te pasa pequeña María?- escuchó que le preguntaba una voz a su espalda. Una mujer que vestía canas, con una túnica verde oscura que llegaba hasta el suelo y una rama larga que le hacía las veces de bastón, la miraba con dulzura.

- No es nada.- Contestó María arrepentida de que alguien la hubiese visto débil.

- ¿Quieres volver a ver a tus pájaros? - María no pudo ocultar la sorpresa en su mirada y asintió con la cabeza. Aquella mujer dibujó unos círculos en el aire con su bastón y raudos acudieron las jóvenes aves que había estado criando. - Soy un hada de la naturaleza y he visto todo lo que significan estos pajarillos para ti. Ya saben volar pero aún son muy jóvenes y seguramente mueran en la naturaleza. ¿Quieres seguir cuidándolos?

María enseguida entendió lo que quería decir. Miró hacia el patio donde los demás niños jugaban y supo que su futuro sería sentirse eternamente fuera de lugar. Miro al hada de la naturaleza y asintió. El hada se acercó a ella, posó su mano en la frente y una luz cegó los ojos de María... Cuando volvió a ver se había convertido en un ave. De esa forma podría seguir cuidando a esas jóvenes aves. Supo que iba a ser feliz el resto de su vida.



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