sábado, 16 de mayo de 2020

Por encima de todo

Ángel era un niño de la calle. Se pasaba todo el día de un lado para otro sin ir a su casa y sólo iba a clase los días que hacía frío. Sus padres eran drogadictos y cuando no estaban cabreados, estaban colocados. Pasaban las semanas y Ángel no veía a sus padres, tampoco le importaba porque cuando los veía no eran ellos.

Ángel era un chico duro. Todos le respetaban y conseguía lo que quería. Lo que no sabía nadie es que Ángel no odiaba a la gente como todos creían, lo que pasaba es que los envidiaba. Tener una casa donde te recibían con los brazos abiertos y la mesa puesta. Donde te preguntaban dónde habías estado y si te habías hecho daño. Lo que daría por tener un día así.

Ángel odiaba el día de su cumpleaños. Siempre había soñado con entrar en su casa y ver a sus padres duchados y bien vestidos con una enorme tarta de nata y todos sus compañeros de clase gritando "¡SORPRESA!". Las ganas de llorar le inundaban, así que corriendo iba a la fuente del barrio a beber agua, para que así sus lágrimas saladas se perdiesen entre el agua dulce.

Un día, Ángel se encontró un maletín tirado en la cuneta de la carretera. Sin nada que hacer en aquel día de primavera decidió  curiosierar. Se escondió detrás de unos matorrales y lo abrió. Miles de billetes de todos los colores le saludaron al abrirlo. La sorpresa lo inundó y empezó a temblar. No sabía qué hacer ni dónde ir. Pensó en ir a su casa y contárselo a sus padres, pero enseguida desechó la idea. Decidió respirar profundo, coger el maletín e irse a un sitio apartado para pensar.

Se sentía más calmado pero aún le duraba el temblor de manos. Pensó en esconder el dinero y poco a poco ir comprando las cosas que más le gustaban, Ángel era pequeño pero no tonto y sabía que el dinero duraría poco y al final no tendría nada. Pensó en coger el dinero, viajar a otro país y comprarse una enorme casa y empezar de cero, dejar atrás toda esta vida que tan mal le había tratado, pero no podría salir del país sin pasaporte y sus padres se acabarían enterando. Pensó en guardarlo en el banco, pero qué iba a responder cuando le preguntasen de donde había salido todo ese dinero...

Después de varios días sin poder dormir ya lo tenía decidido, iba a invertir en su futuro. Así que se fue a una clínica de desintoxicación y decidió ingresar a sus padres fingiendo una donación anónima. De esa forma podría ser un niño normal y poder conseguir todo lo que había soñado. Ser feliz junto a sus padres, junto a su familia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario