martes, 24 de marzo de 2020

El enemigo que más amo

Termino de colocar mi armadura.  El aliento calienta el aire frío que me rodea, pero yo no paro de sudar.  Me vuelven a temblar las manos. 

Con la agilidad de una gacela, inicio la marcha.  Soy sigiloso, prudente, intento mantener la cabeza fría.  Cualquier paso en falso puede ser fatídico. 

Tus ojos se cruzan con los míos, nuestras miradas inician un duelo de lanzas que ninguno quiere perder.  Nos olvidamos de parpadear. 

Conviertes mi escudo en papel y mis armas en gelatina.  No puedo ganar pero no me voy a rendir. Con el cuerpo desnudo sólo me queda un acto suicida y me abalanzo sobre ti. 

Duro duelo de lenguas, golpes de caderas, uñas que se clavan en la piel, dientes que se abren paso entre tu cuello. Los gemidos como bandera y la saliva como la tinta que firma la rendición en tu piel. 

La batalla ha terminado.  La dulzura nos abraza y nos une. Volveremos al campo de batalla de tu cama.  Pero mientras tanto, abrázame.  Que el mundo siga girando que yo me quedo contigo,  el enemigo al que más amo.   

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