Tu mirada, muleta irrompible que siempre guía mi camino cuando la luna se oculta y todo se vuelve oscuro.
Tu cuerpo, abrigo con tacto de seda y aroma a azahar que envuelve mi cuerpo cada vez que el frío llama a mi puerta.
Tus palabras, sinceras y amables remueven mi conciencia y sientan los pilares donde poder crear preciosas estructuras.
Tus labios, pecado divino al que vuelvo cada noche. Me dan cordura sus palabras y me la quita con sus besos.
Tu deseo, que enciende mi fuego y encierra mi sentido común. Locura desgarradora que se ensaña con tu ropa y desata mis instintos. Contigo me siento hombre, con tu deseo me vuelvo animal.
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