miércoles, 22 de julio de 2020

El viejo herrero

El viejo herrero aún recordaba el día en el que su joven hijo le dijo que quería ser militar, convertirse en caballero con brillante armadura y luchar por honor. Miles de discusiones vacías, miles de consejos y prohibiciones tiradas a la basura. Su hijo se fue hecho un muchacho para convertirse en un hombre. Ni un abrazo, ni un gesto de despedida. El viejo herrero no dejó de golpear el yunque mientras su hijo galopaba y ninguno miró hacia atrás. 

Todas las mañanas, el viejo herrero miraba un trozo de madera grande que su hijo había tallado con una escena de un hombre forjando una espada. Cada año que pasaba con su hijo lejos, ese trozo de madera cobraba más importancia, ya que era lo único que le quedaba de él. 

Una ventosa tarde, el herrero estaba terminando de amolar cuando escuchó varios caballos acercarse al galope. Un mal presentimiento de instaló en su columna. Escuchó unos pasos acercarse y un grupo de soldados abrieron la puerta sin compasión. "Viejo herrero, tenemos que hablar con usted". Dijo una voz firme mientras el herrero no dejaba de dar golpes. "Se trata de su hijo" añadió intentando conseguir una respuesta del viejo herrero sin conseguirlo. "Venimos por orden real para comunicarle que su hijo ha muerto estóicamente en combate. Se enfrentó sin miedo a un adversario temible llamado sangre negra y falleció en sus manos, no sin antes herirlo de gravedad". El herrero prosiguió dando martillazos impasible. "Que tenga una buena tarde y sentimos su pérdida", los soldados se marcharon. 

Una vez solo, el viejo herrero tiró su martillo contra la pared y expulsó su dolor en un grito desgarrador. Sin meditarlo, cogió la mejor espada que había fabricado nunca, montó en su viejo asno y cabalgó en busca de "sangre negra". Varios meses sin descanso de viaje, pero tenía un objetivo claro. 

El viejo herrero se coló en la posada donde "sangre negra" se curaba de sus heridas. Entró en la habitación sin pedir permiso y cerró la puerta tras de sí. 

- Si buscas que te mate ahora mismo, adelante viejo - dijo "sangre negra" mientras se incorporaba de su cama con una voz que parecía salir de una caverna. Era un hombre enorme, desprendía odio y violencia. Tenía el cuerpo parcialmente vendado a causa de las heridas del combate 

- No puedes matarme "sangre negra" porque morí el mismo día que asesinaste a mi hijo - dijo el viejo mientras se sentaba en una vieja silla de madera y soltaba su espada encima de una mesa.

- ¿Vienes a matarme? - preguntó "sangre negra" entre carcajadas - podría matarte con una sola mano viejo insolente.

- No podría matarte aunque quisiera. Quiero hacerte unas preguntas - el viejo herrero tragó saliva y con un hilo de voz quebrado preguntó- ¿Luchó mi hijo con honor?

- Con mucho honor. Fue un rival digno - contestó "sangre negra" agachando la mirada y transformando su adrenalina en melancolía.

- ¿Fue valiente?

- Sin duda. Ha sido el rival más valiente al que me he enfrentado. No tuvo miedo en ningún momento y ha sido el combate en el que más cerca he estado de morir. Lo recordaré toda la vida.

- ¿Sufrió?

- Tranquilo anciano, tuvo una muerte rápida y digna. Yo también tengo honor y su hijo no se merecía sufrir.

- Quiero hacer un trato contigo - dijo el anciano herrero mientras desenvainaba su preciosa espada - quiero cambiar la espada con la que mataste a mi hijo por ésta espada. Está hecha por mí, no encontrarás ninguna igual - y se acercó para ofrecérsela a "sangre negra". Éste cogió la espada sin dejar de mirar a los ojos del viejo herrero. 

- Veo que usted también es valiente. No me imagino lo que debe estar sufriendo. Aquí tiene la espada que acabó con la vida de su hijo. 

El viejo herrero volvió a su casa y encendió la fragua. Metió la espada de "sangre negra" y la derritió. Con sumo cuidado, vertió el metal fundido sobre la madera tallada que su hijo había dejado cuando era tan solo un crío. No pudo evitar llorar mientras esperaba que el acero se enfriase. De esta forma, la sangre y las lágrimas pasarían a formar parte de una triste obra de arte. Volviendo a juntar a un padre y un hijo para siempre




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