Acuné entre mis brazos ese sentimiento tan calentito y lo enseñé como lo que era para mí, un gran tesoro intangible. El más absurdo de los desprecios me recibió sintiendo como una cúpula de sucio cristal se interponía entre mi sueño y yo.
Aferrado a mi barranco lancé mis sentimientos para intentar salvarme. Pero no había nadie al otro lado. Vagando por el desierto de la ignorancia paseo lo que para mí fue un día inolvidable. Orgullo de lo que empecé, vergüenza de lo que vendrá. Como voy a caminar si la muleta que nunca me debe faltar ha huido.
Hablo a través de un cristal. Grito debajo del agua. Tus oídos hace tiempo que olvidaron mi lenguaje y tus ojos solo miran hacia donde el dolor está ausente.
Debería acostumbrarme a una ignorancia insoportable. Debería dejar de esperar que suceda un milagro. Pero siempre creí en las hadas y a veces deseo copiar la vida de aquellos a los que quiero.
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