martes, 7 de julio de 2020

La traición de la venganza

Nunca aprendí la diferencia entre lo eterno y lo cotidiano. Nunca un esfuerzo fue contenido y la sabiduría de un error estuvo presente en mi oración a la diosa Fortuna. 

La articulación entre lo divino y lo abstracto empezó a fallar y en un instante tan pequeño la visión se hizo amplia. Una victoria amarga que me dio una razón que nunca había pedido. Lamento tu derrota, lamento que seas tú.

Vuelta a un pasado que no encuentro. Intento ser yo el que aprenda de un error que no he cometido. Escucha mis palabras cargadas de amargo sentido. No canto tus alabanzas y la verdad taladra tu falsa imagen. No me vas a engañar,  debajo de esa máscara estás rota.

Que mal suena una sonrisa falsa. Que triste la vida sin ti. Has abandonado en mitad de una batalla y todos son malos menos tu verdugo. Mira tus heridas tapadas con recuerdos bonitos. Mira tu rostro envejecido por el dolor. No merece la pena la venganza si vas a sacrificar tanto. No merece la pena seguir bebiendo el veneno que te está matando.

Y tus velas vuelven a desplegarse hacia el vacío del que venías. Tiras la llave de la celda en la que te encuentras lejos, donde no las puedes alcanzar. Suicidio sin nota de despedida. Que vacía debes estar. Tan honda está mi tristeza que no la puedo ni alcanzar.  No me has dado el privilegio de poderme despedir de alguien con quien descubrí la madurez y que siendo grandes, volviste para ser niña otra vez.

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