Y ahora yo, jugando con miles de recuerdos, no dejo de escuchar tu voz. Y ahora tú, con la belleza radiante de tu alma, cumples con cada nota de tu destino.
Orgullo que mi pecho retiene al verte feliz. Solo pido que nunca te bajes del altar al que te subí. Ceno con el dolor tocando las cuerdas de mis sentidos. Visita concertada a la que acude sin demora.
Yo he sido, soy y seré el único responsable. Me tocaba mover en una partida de ajedrez y en ambos lados había precipicio. Con el aroma celestial aún en el recuerdo, ahora sé a lo que sabe un error.
Olvida el remordimiento que aquí solo he fallado yo. Encuentro el sendero que me devuelve a tu cuerpo y esta vez jamás diré adiós.
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