Cierro los ojos, sé que está cerca. Siento el frío tacto del dolor que hiela mis venas. Preparado para la condena, no voy a dudar en cumplirla, pues son mis pasos los que he dado y el honor es mi testigo.
El miedo ha venido para quedarse entre toda esta soledad. Agarra mi mano y es la única compañía que me queda. Preguntas que se clavan como agujas. Respuestas retorcidas en un idioma que no comprendo. Y cada día vuelvo a olvidar que tenía que empezar.
Arrastra mi cuerpo pues mi alma se queda. Ya no me importa la tormenta que vuelve a llegar, ya no hay nada más que me pueda robar. Me quedo con la esencia de lo único y auténtico y en mi poema el poso de lo verdadero.
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