viernes, 24 de julio de 2020

Sin complejos

Encerrado en el silencio, ahogo la luz de una vela con una representación involuntaria del extremo de la tristeza. Sorprendo a la lealtad bebiendo un sorbo tiránico de mentiras calculadas y es en ese mismo suspiro cuando descubro que siempre he estado andado del revés.

Miro a los ojos del sí, pero perdono al no. Sin una estocada en la que vaciar el sobrante de rencor, empiezo a visualizar el humo que precede a la explosión. Imploro antiguas oraciones de lenguas muertas y mi comprensión no llega a ver con tus sinceros ojos. 

La fina arena de lo que un día fue un vasto sentimiento, se escurre entre mis dedos apuñalando preguntas que no cosen las heridas de una realidad hiriente. ¿Acaso nunca llegué a creer? Negación de cabeza, confirmación de la desesperación.

Y sin embargo la alegría reprime un salto que no debe dar. Sabe que todo tiene su momento y el reloj le marcará que no todo ha sido un sueño. Encerrado el tirano que no ha descansado ni en sueños, es hora de sembrar lo que el sol convertirá en un frondoso bosque. Pétalos que dibujan sombras sobre las cenizas de una catástrofe. Que bella es la vida, que cruel su ironía.

Lo has conseguido. Mis palabras entregan sus armas y me zambullo en el delirio. Con la sinceridad en los labios, supe que llegaría lejos pero nunca imaginé que fuese eterno. Y aquí me tienes, coge lo que necesites, porque para ti no hay límites.


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