sábado, 28 de noviembre de 2020

Pobre oscuridad

 Una estrella nació en el firmamento y comenzó a brillar. Tan fuerte y tan intenso que todo a su alrededor quedaba iluminado. Alegre y risueña, cada día regalaba lo mejor de sí sin pedir nada a cambio. 

Pero la estrella estaba rodeada de pérfida oscuridad que envidiaba su alegría. Nunca intento contagiarse de su luz, nunca intentó aprender de ella. Su única intención era destruirla, acabar con ella. Malas palabras vertidas desde la oscuridad. 

La estrella, cansada de tanta ruina en el corazón de la oscuridad comenzó a brillar muy intensamente. Tanto, que la oscuridad empezó a ver lo que en ella se ocultaba. En su interior solo había dolor, complejos e injusticias. La estrella comprendió que la oscuridad no la atacaba porque tuviese algo en contra de ella, sino que lo hacía porque era su forma de luchar contra sus miedos. 

La estrella cesó en su intensidad y la oscuridad volvió a esconder sus defectos. Nunca hablaron del tema. Jamás se volvió a defender la estrella de un ataque de la oscuridad. 

Moraleja: hay palabras heridas que sirven para aliviar un dolor desconocido. Déjalas pasar, a ti no te harán daño pues están vacías de razón; pero a su dueño le servirá para aliviar su cargado corazón. 



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