domingo, 22 de noviembre de 2020

Los sueños de Juan

Juan quiso fabricar un sueño y, armado de todo el valor que fue sembrando durante años, se dispuso a viajar y no parar hasta haberlo conseguido. 

Pero el camino se empedró y pronto las caídas fueron continuadas. Mucho de su equipaje se rompió y los huesos empezaron a dolerle. Pero la constancia era una de sus virtudes y siguió adelante. 

Las primeras gotas empezaron a caer y Juan se temió lo peor. Sus ropas se empaparon y los primeros temblores hicieron su aparición. Sus manos amoratadas dejaron caer otra parte de su equipaje imprescindible. Lamentó ser tan débil. 

La tormenta pasó y un sol radiante bañó su cuerpo. Pero todo en exceso es malo. El calor lo sofocaba, el aire caliente lo ahogaba. Su piel roja le hacía sentir dolor y sin fuerzas para arrastras su alma, dejó atrás todo el equipaje que le quedaba. 

Pero cuando todo parecía perdido, Juan encontró un oasis entre la nada y el olvido. Se zambulló en las cristalinas aguas y por fin pudo reponer fuerzas de los deliciosos frutos que allí crecían. Y de entre las aguas que le dieron la vida, una sirena emergió. Juan la miró como el que mira un sueño. La sirena le dijo:

- Hola Juan. Llevaba tiempo esperándote. 

- Hola... ¿Eres real? ¿Cómo sabes mi nombre?

- Soy tan real como tú - dijo la sirena mientras reía -  Sé tu nombre porque tú me has creado. Tú me has dado la vida. 

- ¿Yo te he creado? ¿Cómo?

- Saliste de tu burbuja confortable para fabricar un sueño. Tu camino no ha sido fácil; has sentido mucho dolor y has perdido mucho durante el camino. Pero gracias a todo eso, has conseguido crear este oasis, estos frutos... A mí. 

- ¿Gracias a haber sufrido y haber perdido he conseguido todo esto?

- Así es. El equipaje te lastraba, eran prejuicios de toda una vida que te mordían como cadenas. Tus caídas sobre las rocas te hicieron recordar que siempre hay que avanzar, siempre hay que levantarse por mucho que duela. El frío y el calor extremo te hicieron darle valor a lo que realmente importa; a todo aquello que realmente te nutre y te hace seguir adelante en tu camino. Así que sí, has perdido para ganar. 

- ¿Y qué he conseguido gracias a todo eso?

- Estás preparado para soñar y hacer realidad tu sueño. Has vaciado tus prejuicios y tus costumbres y ahora sabes qué deseas por encima de todo y tienes la experiencia para conseguirlo. 

Juan se sintió libre por primera vez en muchos años. Miró al infinito sabiendo que aquel era su destino. Miró a la sirena a los ojos y desplegó unas enormes alas que agitó con todas sus fuerzas para elevar su cuerpo del suelo. 

- Ya no hay infierno que me pueda quemar. Y sólo el cielo es mi meta. Gracias sirena por abrir mis alas. Gracias por ser mis ojos en la oscuridad. 

Juan voló tan alto como se merecía. Siempre creyó que sus límites eran los que le imponían y hasta que no se deshizo de ellos, no pudo volar.



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