miércoles, 2 de diciembre de 2020

Para Elisa

 Escuchó la música dulce de un piano lejano. Sus sentidos empezaron a bailar. Hipnotizado por tanta belleza, sus oídos lo guiaron hasta el origen de aquella melodía. Se cruzó con varias personas por aquellos interminables pasillos, totalmente indolentes a aquella música celestial. 

Su camino terminó y ante él se erguía una puerta cerrada que ocultaba el origen de su deseo. Se quedó allí durante unos minutos analizando cada nota, cada compás, cada silencio. Cuando la canción iba a acabar, no pudo reprimir más sus ganas y entró en la habitación encontrándosela totalmente vacía, solo un piano lo recibía. 

Miró por todos lados y no encontró a nadie. Salió al pasillo y un conserje desganado arrastraba su alma y un puñado enorme de llaves. Le preguntó por quién había estado tocando esa dulce melodía en aquella habitación. A lo que el conserje le respondió con una mueca de escepticismo y añadió "esa habitación lleva años cerrada y nadie puede entrar". Al volver la mirada, efectivamente la puerta estaba cerrada y la sorpresa lo inundó. Ambos entraron para comprobar que no todo había sido un sueño.

Una nube de polvo y telarañas los recibieron. Al fondo, en una esquina oscura, un piano se erguía cubierto de años de olvido. Ni una marca de haber sido tocado en años se mostraba en su superficie. No sabía si había sido un sueño, o quizás una alucinación le había arrebatado la realidad. Lo único cierto es que no podía olvidar aquella melodía. 

Sin buscar más explicación, empezó a escribir aquellas notas que tanto lo martilleaban. Sintió un profundo alivio cuando las hubo plasmado todas. Sentado al piano de su casa, la tocó por primera vez y se sorprendió al encontrarse llorando. Años más tarde, descubrió que aquel viejo edificio había sido un gran palacio donde la hija del Conde soñaba con ser una gran pianista, pero nunca la dejaron porque estaba mal visto. Pasó años encerrada en una habitación y solo salía para tocar a escondidas un viejo piano. Se llamaba Elisa.

Presentó su canción a sus viejos maestros y fue un rotundo éxito. Se encontró ante la compleja situación de poner un nombre a una obra de arte ajena. Así que, sin pensarlo la tituló "para Elisa".




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