viernes, 11 de diciembre de 2020

Tras el desierto

 La voz se quebró y quiso esconder tras la falsa entereza los millones de trozos de su alma rota lanzados al espacio. Convertido en maniquí sin alma al que nunca le enseñaron sonreír. Ahora sabe cuánto duele que te arranquen un corazón. Ya no tiene sentido escarbar en vacío. 

Una oración sin destino. Un infinito que nunca llega. Subió a los confines del deseo y el más absoluto desierto lo recibió, ahogándose en recuerdos. Malditos gusanos que rebuscan entre las grietas de la piel seca de lágrimas. Intenta no caer en la misma piedra, intenta no soñar con lo eterno. 

Una vez más te sientes cada vez menos. Tanto en lo que dudar y tu mente se abona al blanco. Quizás haya luz tras la eternidad de un dolor intenso. ¿Y si lo comprobamos?



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