domingo, 20 de diciembre de 2020

En tu sexo

 Pudo leer el veneno en su mirada, la picardía en su sonrisa y el vicio en sus curvas. Ella se acercó con decisión sabiéndose deseada. Bailó con los segundos volviéndolos interminables y empezó a pasar su mano suavemente por aquella piel ajena. 

Sus labios se acercaron, haciendo sentir su aliento en el cuello. Sus dedos tranquilos iniciaron un juego malvado con el botón del pantalón y bajó levemente la cremallera. Unos gemidos inocentes empezaron a nacer.

Su mano acarició su sexo notando como la erección se volvía irresistible, y empezó a acariciar. Sus labios color rojo dibujaron un camino sin sentido con un rastro de saliva que llegaba hasta su sexo. Éxtasis que secuestra los sentidos, rezos a un Dios desconocido. 

Sin poder contener el instinto. Navegó hasta lo más profundo. Empujó hasta sus límites y compartieron flujos cálidos. Arañazos en la espalda, puñetazos al viento, maldiciones con sentido. Pruebas irrefutables de un orgasmo que parece eterno. 

Despedida sin nombre de dos desconocidos íntimos que nunca se olvidarán.



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