martes, 22 de diciembre de 2020

Su estrella

 Miró al cielo y no reconoció a su estrella. Primero sintió miedo, luego tristeza. Durante años había sido su guía, su confidente. Pero ya no era la misma; sentía que era un recipiente cerrado con candado donde había guardado miles de secretos ahora expuestos. 

Sintió el frío que solo la soledad es capaz de hacer sentir. Le habló del pasado, le devolvió algunos recuerdos, le entregó algunos secretos nuevos. Pero la estrella no volvió a cambiar. Cansado y derrotado, solo supo alejarse de aquel sitio que tanto dolor le producía por traerle tantos recuerdos felices. 

De entre la nada encontró un llanto que hablaba de lamentos. La cautela lo acompañó y encontró una estrella desconocida desangrando sentimientos de dolor. No dijo nada, solo la acompañó. No buscó consuelo, solo la acompañó. Compartió sus lágrimas con más lágrimas y solo la acompañó.

Y aquella forma tan íntima de sentir el dolor fue el nacimiento de una nueva amistad irrompible basada en la sinceridad incondicional y el cariño extremo. 



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